Dorothea Lange: retratos para cambiar el mundo
Un libro y una exposición reevalúan la obra de la fotógrafa, ensombrecida por la naturaleza icónica de su retrato 'Madre migrante'
Tomó la fotografía por casualidad, un día de 1936. Había dejado veinte millas atrás el campo de recolección de guisantes de Nipomo, al norte de Los ?ngeles, cuando Dorothea Lange (1895, Hoboken, New Jersey–1966, San Francisco), “atraída como por un imán”, decidió dar la vuelta y parar. Allí se encontraba Florence Owens Thompson. Una madre cherokee de 32 a?os destinada a poner cara al padecimiento de una nación durante la Gran Depresión. Considerada como una de las imágenes más influyentes de la historia de la fotografía, Madre migrante demostró lo perturbador, así como efectivo, que puede resultar observar a la gente con respeto. “Un retrato es una lección de cómo un ser humano debe acercarse a otro”, diría la fotógrafa.
Reconocida como una de las mujeres pioneras de la fotografía documental, cuyo estilo sería definitorio en la evolución de este género, llegó a ser una de las pocas fotógrafas que disfrutó de un consolidado prestigio durante su tiempo. Fue la primera mujer a la que se le dedicó una exposición individual en el MoMA. Pero su larga trayectoria ha sido eclipsada por la naturaleza icónica de la Madre migrante. De esta suerte, la exposición Dorothea Lange: Polítics of Seeing llega al Jeu de Paume de la capital francesa, con la pretensión de “rectificar este desequilibrio y reposicionar a Lange como una voz crítica dentro de la fotografía del siglo XX". Se trata de la adaptación de una exhibición itinerante, en la cual el museo francés ha puesto el foco en “la obra de la fotógrafa con relación al análisis de los aspectos históricos y políticos de la América que fotografió en aquel momento”, destaca Pia Viewing, su comisaria. “Existe una correlación entre la historia de dicho periodo (que abarca los a?os treinta a los cuarenta) y cómo la artista muestra los cambios dentro de la sociedad y en la vida de los americanos”. El catálogo que acompa?a la exposición, publicado por la editorial británica Prestel Books, abarca, sin embargo, un espectro mucho más amplio de la trayectoria de la artista.
Dividida en cinco partes, la exposición comienza con las imágenes que tomó durante el periodo 1933-1934 en San Francisco. Casada entonces con el muralista Maynard Dixon y madre de dos hijos, Lange figuraba como una de las retratistas favoritas de las ricas familias judías de la ciudad. Su estudio se convirtió en un centro de reunión de artistas y bohemios, entre ellos Imogen Cunningham y Ansel Adams. Todo cambió con la crisis del 29. Desde su ventana observaba a diario a grandes grupos de parados que compartían penas sin esperanza, congregados en las aceras de las calles. Convencida del poder de la imagen para provocar reformas, y quizás cambiar el mundo, se lanzó a la calle. Así, junto con las novelas de John Steinbeck y las letras de las canciones de Woody Guthrie, su obra sentaría el tono de un periodo de la historia de América a través de su firme y honesto compromiso social.
Conoció la adversidad desde la infancia cuando contrajo la polio. Su pierna izquierda quedaría debilitada de por vida. A sus 12 a?os su padre abandonó el hogar dejando a la familia en una difícil situación económica. De ahí que cambiara su primer apellido Nutzhorn por el de su madre, Lange. Durante su época de estudiante en un colegio del Lower East End neoyorquino, pasaría horas en la calle observando la diferencia entre los ricos y pobres. Fue durante aquellos días cuando aprendió a “ver”, en vez de “mirar “. “La cámara es una herramienta para aprender a ver sin una cámara”, diría a?os más tarde.
Concebida como una de las piezas angulares de la muestra, la segunda parte está dedicada a las obras realizadas para la Farm Security Administration, FSA (Administración para la Seguridad Agraria). Contratada por el fotógrafo y economista Roy Stryker —junto a un grupo de fotógrafos entre los cuales se encontraban Walker Evans, Gordon Parks y Margaret Bourke-White—, Lange cumplió con la tarea de documentar la forma en la que la política del New deal, estaba trasformando la sociedad americana sumida en una grave crisis económica. Así, durante cinco a?os, fotografió la marea de trabajadores que abandonaban Oklahoma, Arkansas y las empobrecidas regiones del sur para probar suerte en los campos de California. Su acercamiento antropológico y su capacidad de interactuar con la gente,unido a su silenciosa furia la convirtieron en una portavoz de la dignidad de los pobres, del estoicismo y el aguante de aquellos que lo habían perdido todo, y la distinguen de otros fotógrafos de la época. “Nunca robo una fotografía”, diría.
Los pies de fotos adquieren un valor fundamental para esta artista a quien le gustaba definirse como una observadora social. “Normalmente realizaba una peque?a entrevista a la gente que fotografiaba como parte del contrato con la FSA, que invitaba a todos sus fotógrafos a incluir información escrita acerca de la situación de la gente que iban encontrando”, explica Viewing. “Sin embargo, Lange desarrolló esta práctica de forma muy notable, mucho más que el resto de los fotógrafos empleados”.
La Madre migrante adquiere bastante protagonismo en la muestra. Una vitrina incluye los contactos realizados por la fotógrafa en los que se aprecian los disparos realizados a Florence Owen Thompson y su prole, de quien no se supo su nombre hasta 1978, a pesar de que la imagen se convirtió en icono con gran rapidez. “Thompson se quejaba de que a pesar de que su imagen fue utilizada como un retrato de la pobreza, ella no obtuvo ningún beneficio por ello”, se?ala la comisaria. “Lo cierto es que Lange no conservaba los derechos de la imagen, ya que las fotos fueron realizadas para el Gobierno, y Thompson recibió ayuda siendo ya una mujer mayor y enferma, lo que le sirvió para hacer frente a sus gastos médicos, pero cuando realmente necesitó el dinero fue cuando era joven y no podía mantener a su familia”.
Se dijo que Lange perdió su camino durante la Segunda Guerra Mundial. Incapacitada por su pierna, era demasiado lenta para lo que se requería de un fotógrafo en aquellos días. Sin embargo, destacan las imágenes dedicadas a la reubicación de familias de ascendencia japonesas tras el bombardeo de Pearl Harbour. “Lange y Ansel Adams recibieron en 1941 el encargo, por parte del Ministerio de Guerra, de documentar el internamiento de ciento veinte mil ciudadanos americanos en tiendas de campa?as a lo largo de siete estados”, comenta Viewing. Al contrario que Adams, que fundamentalmente fotografió los campamentos, Lange documentó cómo estas gentes abandonaron sus hogares, su doloroso desplazamiento y su reubicación, los interrogatorios a los que fueron sometidos, así como los procedimientos médicos. Testimonio de un episodio muy aciago de la historia de Estados Unidos que al finalizar la guerra fue depositado en los Archivos Nacionales, donde permaneció prácticamente inédito durante décadas. “Salió por primera vez a la luz en 2006, cuando Linda Gordon, biógrafa de Lange, decidió escribir sobre ello”, a?ade Viewing. “Las imágenes no se publicaron hasta entonces, ya que era algo de lo que los americanos no se sentían orgullosos. Desconozco si con anterioridad existió algún proyecto de publicación, por lo que no podría confirmar si hubo censura”.
Las imágenes tomadas en los astilleros de Richmond (1942-1944), y una serie dedicada a un abogado de oficio (1955-1957), completan la muestra. “Produjo muchas imágenes de tomas muy cercanas; detalles de manos, piernas y pies, muchas veces tomados de espaldas”, resalta la comisaria. Su obra se sitúa entre el reportaje y el retrato, y nos ense?a que el retrato también puede consistir en solo partes del cuerpo que revelan cosas sobre la vida de esa persona. En palabras de su biógrafa, Lange nos mostró que “la pobreza generalizada no debía achacarse nunca más a la gente pobre sino a la gestión económica; era la economía, no la gente, la que necesitaba una reforma”.
Dorothea Lange: Polítics of Seeing. Prestel Books. 288 páginas. 37,50 euros. Exposición en el Jeu de Paume de París, hasta el 27 de enero.
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