Diego Urdiales, torer¨ªsima puerta grande
Variada y interesante corrida de Fuente Ymbro y meritoria entrega de Octavio Chac¨®n
Diego Urdiales hizo el toreo, el cl¨¢sico, el verdadero, el que emociona y arrebata; explic¨® en ocho minutos el misterio del arte de un hombre frente a un toro, y como premio pase¨® la gloria de las dos orejas, le obligaron a dar dos vueltas al ruedo y a hombros se lo llevaron por la puerta grande.
Y lo que dijo no se puede explicar; hay que verlo y sentirlo. Es un asunto de valor, inteligencia, est¨¦tica, personalidad, sensibilidad, inspiraci¨®n, armon¨ªa¡ Una mezcla de sentimientos que exige que el cielo y la tierra se pongan de acuerdo para que sea posible una obra de arte. Y cuando tal suceso acaece, la gente disfruta, enloquece y siente algo muy parecido a eso que llaman felicidad.
FUENTE YMBRO/URDIALES, CHAC?N, MORA
Toros de Fuente Ymbro, -el sexto, devuelto al lesionarse una pata-, muy bien presentados, astifinos y de variado y muy interesante comportamiento: fiero y encastado el primero, manso y deslucido el segundo; bravo el tercero; nobil¨ªsimo el cuarto; manso y bronco el cuarto, y manso y rajado el quinto. Sobrero de El Tajo, bien presentado y codicioso.
Diego Urdiales: _aviso_ estocada _segundo aviso_ (oreja); estocada (dos orejas y dos vueltas al ruedo). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Octavio Chac¨®n: estocada baja (oreja); pinchazo y casi entera (ovaci¨®n).
David Mora: pinchazo y bajonazo (pitos); pinchazo hondo y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. 7 de octubre. Sexta y ¨²ltima corrida de la Feria de Oto?o. Casi lleno (17.364 espectadores seg¨²n la empresa).
El milagro se produjo en el cuarto de la tarde, un toro regord¨ªo, que hizo una muy deficiente pelea en varas, no colabor¨® en banderillas y lleg¨® al tercio final cuajado de interrogantes; pero se encontr¨® con un torero en estado de gracia, y tras dos iniciales tandas de mutuo conocimiento, Urdiales tom¨® la muleta con la zurda, se coloc¨® en el terreno justo, muy cruzado con el toro, el enga?o planchado, y brot¨® un manojo de naturales hondos, emotivos, hermosos, lent¨ªsimos y magn¨ªficamente abrochados con un largo pase de pecho. Y la gente se frotaba los ojos porque no daba cr¨¦dito. Hubo otra tanda con un precioso remate por bajo. Y, despu¨¦s, derechazos profundos, naturales de frente y un remate final, rodilla en tierra a modo de colof¨®n de una obra cumbre.
Lo dicho: no se puede explicar. Lo cierto es que la plaza guard¨® un reverencial silencio cuando el torero mont¨® la espada a la espera de esa r¨²brica imprescindible para que el toreo sea elevado a la categor¨ªa de arte. Lleg¨® entonces la estocada so?ada y brot¨® el entusiasmo general.
Fue ese toro cuarto nobil¨ªsimo, con hondura, ritmo y prontitud en su embestida, pero que alcanz¨® altas notas de calidad porque se encontr¨® con un torero grande.
Fiero y codicioso se mostr¨® el primero, con el que Diego Urdiales se pele¨® con gallard¨ªa al tiempo que sorte¨® con sacrificado aguante las fuertes rachas de viento que amenazaban con impedir el lucimiento. Busc¨® terrenos distintos, y all¨¢ en el sol traz¨® una faena irregular, cuajada de altibajos, en la que destacaron detalles muy toreros, bocanadas de arte, que no abundan y sorprenden gratamente cuando aparecen. Le concedieron una oreja generosa oreja ante un toro que exig¨ªa algo m¨¢s.
Otra pel¨ªcula muy distinta pero igualmente interesante la protagonizo Octavio Chac¨®n, que pech¨® con el peor lote, y que ante dos toros muy deslucidos ofreci¨® un recital de valor heroico, disposici¨®n, entrega, pundonor y firmeza ante las broncas tarascadas de sus dos oponentes. Por tales razones pase¨® una oreja de su primero y fue respetuosamente ovacionado a la muerte del quinto.
No tuvo mala suerte David Mora con sus toros, bravo y encastado el tercero, y codicioso el sobrero, pero el torero no est¨¢ en su mejor forma. Dio muchos pases faltos de alma a su primero, huecos, vac¨ªos, y no dijo nada. El toro era de triunfo grande, y el p¨²blico se lo recrimin¨®. Lo intent¨® ante el sexto, pero entonces hac¨ªa ya mucho fr¨ªo y el torero insisti¨® en su vana actitud.
Babelia
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