Rick Astley, de meme chistoso a madurito interesante
El ¨ªdolo de los guateques de los ochenta revive con un derroche de empat¨ªa y ¡®soul¡¯ frugal
Hace apenas tres o cuatro a?os nadie se tomaba en serio a Rick Astley. Ahora es el propio Astley el primero en tomarse m¨ªnimamente en serio a s¨ª mismo. Tanto como para relanzar su trayectoria cuando ya no se le esperaba en ninguna parte -fiestas ochenteras al margen- y erigirse en un elegante caballero de soul blanco no exento de socarroner¨ªa. Un hombre envidiablemente bien conservado a sus 52 a?os que aspira a una seducci¨®n sin estridencias, a la caricia c¨¢lida de una voz tersa y un repertorio muy correcto, carente de sobresaltos pero a veces abierto a la sorpresa agradable. Solo la jornada festiva impidi¨® el lleno, este viernes, en un Palacio Municipal de Congresos de Madrid tan enfervorizado que el brit¨¢nico hubo de sugerir a los 20 minutos que la platea hiciera uso de unas butacas hasta ese momento inservibles.
Astley fue hace 30 a?os un ¨ªdolo mundial entre las jovencitas y un plato demasiado indigesto para los paladares delicados, como todo lo que pasaba por las manos de aquel triunvirato de productores desmedidos, Stock, Aitken y Waterman. Hoy puede que no sea necesario ponerse tan severo: basta con tomar distancia para comprender que Together forever, primer momento de exaltaci¨®n colectiva, era frugal pero tambi¨¦n simp¨¢tica. Casi tanto como su propio int¨¦rprete, un hombre que parece sumamente a gusto en su pellejo y aprovecha para bromear con cualquier cosa: desde ¡°lo sexy que suena todo¡± en espa?ol, ¡°incluso un polic¨ªa poni¨¦ndote una multa¡±, hasta el azoramiento al que se ve abocada la audiencia masculina cada vez que interpreta Hold me in your arms. Los hombres madrile?os sortearon el momento con desparpajo, que conste.
Astley tiene m¨¢s fortuna con la gen¨¦tica que el com¨²n de los mortales, o quiz¨¢ ha invertido m¨¢s en afeites. El caso es que exhibe buen tipo, cutis reluciente y su caracter¨ªstico pelazo de los a?os mozos, justo ese referente corporal en el que tantos coet¨¢neos solo pueden anotar estragos desoladores. Pero en estos momentos no se resigna a la nostalgia, sino que aprovecha para exhibir m¨²sculo con sus dos criaturas discogr¨¢ficas m¨¢s recientes, la notable 50 (2016) y la pasable Beautiful life, de este mismo a?o. Y es justo este tema central el que abri¨® boca, una canci¨®n tan euf¨®rica como su t¨ªtulo y con ese bajo de pulso octavado que ordena el canon del funk sin remilgos.
Entre ese repertorio de nuevo cu?o destacaron Shivers y su buenrollismo de mandolina, el divertido (y contagioso) encontronazo entre Dios y el diablo en God says y, claro, la aureola de g¨®spel que ilumina Keep singing, ariete del inesperado n¨²mero 1 en Reino Unido de hace dos temporadas. Esas cosas que a veces pasan cuando, desde la honestidad humilde, decide perseverar un artista que parec¨ªa reducido a la condici¨®n de chiste en forma de meme.
Pues bien, Rick Astley ha pasado ahora de la guasa digital al estatus de madurito interesante. Ser¨ªa de agradecer que su feliz momento presente estuviera trufado de una mayor profundidad, de alg¨²n tema que aportara ara?azos donde por ahora solo advertimos dulzura beat¨ªfica, az¨²car bienintencionado. Pero al menos demostr¨® humor suficiente en el bis para acercarse a un cl¨¢sico tan alejado de sus par¨¢metros como ?Highway to hell! (AC/DC) y hacerlo desde la bater¨ªa, en recuerdo de su primer oficio musical.
Fue el pre¨¢mbulo del plato fuerte ineludible, Never gonna give you up, madre de todos los guateques del a?o 87 (y sucesivos) y, a d¨ªa de hoy, prueba de fuego para las bater¨ªas de unos m¨®viles que hab¨ªan entrado en ignici¨®n masiva. No puedes ir a ver a Rick Astley, que es como un viejo compa?ero del BUP, y marcharte de all¨ª sin un recuerdo en el bolsillo.
Babelia
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