M¨¦xico resucita la cultura chicana en tiempos de Trump
La capital mexicana profundiza en las complejas expresiones de la identidad fronteriza a trav¨¦s de un in¨¦dito taller literario y la primera exposici¨®n en 14 a?os
Una calle cualquiera de Los ?ngeles en 2010: gente saliendo de las tiendas, coches detenidos ante el sem¨¢foro en rojo. Y de repente, un grupo de bigotones de piel curtida, rifles al hombro y cinturones de balas cruza la calle montados a caballo como el ejercito de Pancho Villa.
El efecto de extra?amiento que busca la videoinstalaci¨®n de un museo de la capital mexicana es parecido al que notaba Tania Rom¨¢n, 32 a?os, en la mirada de sus amigos estadounidenses cuando viv¨ªa en un suburbio californiano con su familia. ¡°Los chicanos eran vistos como gente que trabajaba en el campo, que estaban ah¨ª solamente para eso. No s¨¦ si les miraban como menos, pero si como diferentes. Incluso para mi, que soy mexicana, eran diferentes¡±, recordaba este martes sentada en una clase de un taller de literatura chicana.
En la pizarra hay proyectado un fragmento del libro que est¨¢n estudiando: ¡°Somos invisibles en una ciudad guiada por la purpurina, las grandes pantallas y los grandes nombres. En todo este glamur no caben nuestros nombres, nuestras caras. El lema ¡°este no es tu pa¨ªs¡± resuena durante toda nuestra vida¡±.
Una exposici¨®n y un taller. Construyendo puentes. Arte chicano de Los ?ngeles a Ciudad de M¨¦xico; y? Literatura chicana y fronteriza ?de aqu¨ª o de all¨¢?, albergadas en dos prestigiosas instituciones privadas y p¨²blicas,?han coincidido sin premeditaci¨®n este oto?o entre la amplia oferta cultural de la capital mexicana, apuntando a una angustia y un deseo a los dos lados de la frontera.
¡°Desde la llegada de Trump, el Gobierno mexicano parece que est¨¢ prestando m¨¢s atenci¨®n a los problemas de nuestra comunidad en EE UU, pero nosotros llevamos d¨¦cadas tratando con esto. Hay que buscar la manera de establecer v¨ªnculos entre M¨¦xico y nosotros, crear una estructura a largo plazo¡±, defiende por tel¨¦fono C¨¢stulo de la Rocha, abogado, empresario y coleccionista de arte en EE UU, hijo de braceros chihuahuenses ¨Cla masiva oleada de agricultores mexicanos en los 40¨C que ha cedido la mayor parte de las 70 piezas de la muestra del Museo de Arte Carrillo Gil, organizada con el apoyo de la Secretar¨ªa de Cultura y la Universidad de California.
La agresividad xen¨®foba de Trump ha trascendido los ataques verbales. Durante el primer semestre del a?o, la administraci¨®n republicana deport¨® a 109.296 ciudadanos mexicanos, un 42% m¨¢s que el mismo periodo del a?o anterior. La muestra del Carrillo Gil es la primera exposici¨®n sobre arte chicano que alberga la capital mexicana en 14 a?os.
Para el centro p¨²blico que imparte el taller, tambi¨¦n es su primera vez con la literatura chicana. ¡°A parte del ¨¢mbito estrictamente acad¨¦mico, no hay mucho espacio para estas disciplinas. Estamos haciendo un esfuerzo por atender a las expresiones que no est¨¢n dentro del canon¡±, explica Alberto Rodr¨ªguez, director del Centro de Creaci¨®n Literaria Xavier Villaurrutia.
Fuera del canon. Fuera f¨ªsicamente de M¨¦xico y simb¨®licamente tambi¨¦n fuera de EE UU. En el margen, atascados en una identidad de frontera. ¡°A trav¨¦s de generaciones y generaciones, lo chicano se refiere m¨¢s bien a una suma de identidades. No son mexicanos pero en EE UU tampoco se sienten estadounidenses¡±, explica Paula Duarte, directora del Carrillo Gil.
La tensi¨®n dentro-fuera aparece en la repetici¨®n del motivo de la casa durante la muestra. Las estampas al oleo r¨ªgidas y sim¨¦tricas de Salom¨®n Huerta, o los detallistas jardines traseros con cactus y agaves al pastel de Ana Serrano. ¡°Dentro ¨Ca?ade la directora del museo¨C es el rastro mexicano, la familia, la comida, las fiestas tradicionales. Fuera, la di¨¢spora, la ajenidad, la perdida, la violencia, los modismos¡±.
Conflicto en ambos lados. Ya desde los pachucos, la primera subcultura de los migrantes mexicanos en los 40, comenzaron las fricciones. ¡°Se rebelaban contra la moralidad puritana de sus familias. Y a la vez chocaban contra el alistamiento militar estadounidense durante la segunda guerra mundial¡±, explica la polit¨®loga y traductora Mar¨ªa Cristina Hall, profesora del taller literario. El ¨®leo de Frank Romero The closing of Whittier Boulevard, colores chillones, trazo expresionista, es un testimonio de uno de estos legendarios choques: en 1979 la polic¨ªa angelina lleg¨® a cortar calles enteras para evitar las carreras de Low riders, coches antiguos retocados para estilizarlos al m¨¢ximo.
La eclosi¨®n de arte chicano prende en los sesenta, al calor de los movimientos por los derechos civiles de la comunidad negra y las protestas por la guerra de Vietnam. El mural de ocho por tres metros que inaugura una de las salas de la muestra da cuenta de los or¨ªgenes. Facturado en 1994 por Los Four, uno de los colectivos seminales, es un homenaje al grafiti, pero tambi¨¦n a la tradici¨®n del muralismo mexicano. ¡°Parten de ah¨ª ¨Ca?ade la directora del museo¨C pero tambi¨¦n existe una voluntad muy marcada de superar el clich¨¦ del arte popular o underground y avanzar en todos los lenguajes del arte contempor¨¢neo: instalaci¨®n, performance, videoarte, etc¡±. El precio de mercado de las obras de los autores m¨¢s consolidados supera los 70.000 d¨®lares.
El anhelo de ra¨ªces, la conexi¨®n con el pasado, incluso prehisp¨¢nico, es otra de las constantes culturales chicanas. En el libro que estudian en el taller, Always running. La vida loca: gang in L.A. (1993) de Luis J. Rodriguez, una novela de iniciaci¨®n sobre un cholo abri¨¦ndose paso en la jungla de las bandas a golpe de coraz¨®n y espanglish ¡ªin the barrio, the chavas, with sangra, some guantes, don?t go prieto¡ª hay un pasaje donde el protagonista se contagia de hongos en los pies por su trabajo de limpiador de coches. Los m¨¦dicos no son capaces de curarle y acude a su t¨ªo Kiko, quien le trata con ung¨¹entos y cantos rituales.
¡°Existe un tipo de magia que me hace sentir especial, que me hace mirar a mi madre y a mi t¨ªo de ascendencia india y creer en el poder una civilizaci¨®n largamente despreciada, pisoteada y humillada. Jesucristo era un hombre moreno. Un indo mexicano. Un curandero¡±.
Babelia
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