Contar los Balcanes sin lugares comunes
En 'Marat¨®n balc¨¢nico', Miguel Ro¨¢n destripa la realidad contempor¨¢nea de las antiguas rep¨²blicas yugoslavas, sus luces y miserias cotidianas
![Liubliana, desde Castle Hill.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DSJ5LSJELKHQRNMNK4XI7WB7NM.jpg?auth=399235ce6f4842d591038c609ebf57464813567fb6e6249236332c501c507612&width=414)
Muchos t¨®picos acerca de los Balcanes han acabado convertidos en estigmas, como la naturaleza violenta de sus habitantes o la inevitabilidad del conflicto. Titulares de brocha gorda y la repetici¨®n de alguna que otra frase que ha hecho historia, como la celeb¨¦rrima de Winston Churchill (¡°los Balcanes producen m¨¢s historia de la que son capaces de consumir¡±), han contribuido a arrojar toneladas de incomprensi¨®n sobre una regi¨®n que lleva a?os intentando esquivar la sombra de la guerra y avanzar hacia el futuro pese al bald¨®n de sus pol¨ªticos.
El factor nacionalista como una categor¨ªa kantiana, aprior¨ªstica; la pulsi¨®n ciega de la etnia o la guerra de religiones son otros lugares comunes que empa?an la percepci¨®n de los Balcanes, como tambi¨¦n la abulia de Bruselas, aquejada durante a?os de la llamada ¡°fatiga de ampliaci¨®n¡± hacia la zona. Por eso son de agradecer los libros que destripan la realidad contempor¨¢nea, sus luces y miserias cotidianas (para las hist¨®ricas, nada comparable al cl¨¢sico de Rebecca West). Marat¨®n balc¨¢nico, de Miguel Ro¨¢n, es uno de ellos, y de los m¨¢s esclarecedores.
Concebido como un libro de viajes can¨®nico, con fulgurantes descripciones de paisajes y paisanaje ¡ª¡°Refrescaba en Liubliana. La ciudad parec¨ªa el decorado de un anuncio de chicles de menta¡±¡ª, el libro puede leerse como un diario, el de un joven investigador universitario que se zambulle en la vida de Belgrado y la apura como si fuera el ¨²ltimo trago de la noche; un bicho raro, empe?ado en vivir en un pa¨ªs del que sus habitantes desear¨ªan marcharse. En ese cuaderno de bit¨¢cora, lleno de tribulaciones y zancadas ¡ªest¨¢ estructurado en 42 cap¨ªtulos, el n¨²mero de kil¨®metros de un marat¨®n¡ª, hay sitio para todo: la gastronom¨ªa; el excelente cine y la no menos estupenda m¨²sica, que recorre las p¨¢ginas a ritmo de turbo-folk y de Goran Bregovic o las fanfarrias gitanas que amenizan las bodas; el sexo; la arquitectura brutalista, fea; la personalidad de los r¨ªos; el f¨²tbol y la relaci¨®n de sus hinchadas con el patrioterismo m¨¢s violento, o el tiempo, similar a un engrudo pero que cuando florece desata un hedonismo primigenio.
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7OKJPWNLZH4DESDSNZOFAQTFE4.jpg?auth=b83b896e153d16347706bbf0968bcb52f36077d7502b57457785ce2cd1f1dfa7&width=414)
Marat¨®n balc¨¢nico tiene muchos planos de lectura, por lo que satisfar¨¢ a legos y a expertos. Es un vadem¨¦cum, un manual para sortear los clich¨¦s citados y alguno m¨¢s. Se lee tambi¨¦n como un blues impreso, pues retrata estados de ¨¢nimo carcomidos y enfangados como ¡°un torrente de tristeza turbia¡±. Y es un canto a la nostalgia, a esa Yugonostalgia que idealiza los tiempos de Tito, el verso libre del Tel¨®n de Acero, como lo que fueron: una casa com¨²n, mejor o peor avenida, pero m¨¢s acogedora y c¨¢lida que la intemperie de hoy. Por eso el t¨¦rmino balc¨¢nico en el libro equivale muchas veces a (ex)yugoslavo, todos los gentilicios arrojadizos (serbio, croata, bosniaco¡) subsumidos en uno. Hay una explicaci¨®n geogr¨¢fica, ya que los lugares m¨¢s visitados son las antiguas rep¨²blicas yugoslavas, y la que fuera provincia aut¨®noma de Kosovo. Pero Ro¨¢n se asoma tambi¨¦n al vecindario, con un cap¨ªtulo dedicado a Albania y otro, magn¨ªfico, a Trieste, ciudad bisagra entre la luz y las tinieblas que siempre ha oficiado de puerta de entrada a los Balcanes: a un mundo mucho m¨¢s sofisticado y poli¨¦drico de lo que dejan entrever los titulares.
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Autor:? Miguel Ro¨¢n.
Editorial:?Caballo de Troya (2018).
Formato: tapa blanda y versi¨®n Kindle (320 p¨¢ginas).
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