Un chicle demasiado mascado

Con el fen¨®meno Millennium si no de capa ca¨ªda al menos lejos de la cresta de la ola marcada por los alrededores de 2010, con las tres pel¨ªculas suecas ya estrenadas en medio mundo, la gran producci¨®n estadounidense dirigida por David Fincher anunciada, y los tres enormes libros ocupando manos y mentes ¨¢vidas de los superventas del momento, llega Millennium: lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte, coproducci¨®n que intenta prolongar tambi¨¦n en cine el ya estirado chicle literario de la saga de Stieg Larsson.

La prematura muerte de Larsson no evit¨® que la serie de novelas continuase. Primero, porque el escritor sueco ten¨ªa planteadas y escritas en parte, al menos, dos entregas m¨¢s. Y segundo, porque en un mundo como el contempor¨¢neo parec¨ªa improbable que los implicados no se animaran a seguir estrujando la gallina de los huevos de oro. Lo sorprendente, en cambio, es que la cuarta novela de la serie poco o nada tiene que ver con lo legado por Larsson, y que el nuevo escritor, David Lagercrantz, hasta entonces conocido como el bi¨®grafo del futbolista Zlatan Ibrahimovic, parte pr¨¢cticamente de cero si exceptuamos, claro, los habituales personajes de la serie. Y todo eso se nota en la discret¨ªsima Lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte, la pel¨ªcula de Fede ?lvarez que adapta esa cuarta novela, publicada en 2015.

Los libros de Larsson pod¨ªan no ser gran literatura, de prosa convencional y trascendencia ¨ªnfima, pero al menos conten¨ªan un excelente manejo de multitud de hilos argumentales y una buena capacidad para presentar corrupciones pol¨ªticas y morales de cierto inter¨¦s. Y eso, sin apenas estilo (salvo en el caso de la pel¨ªcula de Fincher), aunque con pulcritud y ritmo, se fue llevando a las sucesivas producciones suecas.

En Lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte sigue sin haber un estilo reconocible ni una est¨¦tica atractiva en el trabajo de ?lvarez. Pero lo que m¨¢s resalta es que la calidad de la trama de Lagercrantz est¨¢ muy por debajo de lo alcanzado por Larsson. El drama familiar es grueso y sin fisuras. El mcguffin que mueve a los personajes, pat¨¦tico, de pel¨ªcula de Steven Seagal: un cortafuegos inform¨¢tico, cuyo desbloqueo permitir¨ªa controlar los misiles de todos los pa¨ªses del mundo. Y lo peor es la inconsistencia general de buena parte de las situaciones, siempre auxiliadas por un truco m¨¢gico de guion: tres de los personajes son hackers y, por tanto, resuelven todo a golpe de tecleo en apenas segundos.

De modo que lo ¨²nico que se salva es el carisma del personaje protagonista, Lisbeth Salander (esta vez Mikael Blomkvist no pasa de la condici¨®n de florero), y la enorme personalidad, demostrada en cada actuaci¨®n, de su nueva int¨¦rprete: Claire Foy, dolor en la mirada de la derrota personal y la conquista social.