Bob Woodward: ¡°La prensa ha mordido el anzuelo de Trump¡±
El reportero reclama a los medios de comunicaci¨®n que se mantengan fr¨ªos y hagan su trabajo sin seguirle el juego al inquilino de la Casa Blanca

Nada m¨¢s entrar en la casa de Bob Woodward, un precioso inmueble ubicado en el barrio washingtoniano de Georgetown, se topa uno con decenas de ejemplares de su ¨²ltimo libro amontonadas en cajas. En el sal¨®n aparece, sentada de espaldas, una mujer cuya complexi¨®n, cabello y negra indumentaria podr¨ªan hacerla pasar por Annie Leibovitz. Al levantarse a saludar a los reci¨¦n llegados, despeja el misterio: se trata, en efecto, de la famosa fot¨®grafa. Es mediados de octubre y Woodward (Geneva, Illinois, 1943) se halla inmerso en la promoci¨®n de Miedo. Trump en la Casa Blanca (Roca Editorial, 2018), un traj¨ªn de entrevistas y apariciones televisivas que no parece entusiasmar al reportero, convertido en leyenda cuando a¨²n era muy joven, a ra¨ªz de la exclusiva del Watergate. Responde con prisa, corta en seco cuando llega la hora, pero, contra lo que pudiera esperarse, no le cansa hablar de la batalla que caus¨® la dimisi¨®n del presidente Richard Nixon. El periodista la saca a relucir sin preguntarle. Dos veces premio Pulitzer, ha diseccionado a todos los mandatarios estadounidenses de su tiempo, aunque el ¨²ltimo presidente ha resultado ser uno de los personajes m¨¢s inesperados de la pol¨ªtica americana.
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PREGUNTA. Empieza su libro destacando una frase de Trump: ¡°El verdadero poder es el miedo¡±. ?Tiene raz¨®n?
RESPUESTA. S¨ª, creo que parte del poder verdadero es el miedo, aunque no es la parte principal. ?l dijo eso en su hotel, a finales de marzo de 2016; fue un comentario aparte, casi shakespeariano, lo dijo pr¨¢cticamente en un susurro, pero fue muy claro: el poder real es el miedo. Eso es lo que ¨¦l pensaba y estaba dispuesto a publicarlo abiertamente. Yo estaba buscando un t¨ªtulo que capturase su forma, su estilo, a la hora de operar, que hubiese salido de su propia boca.
P. El libro dibuja un escenario de locura dentro del Gobierno del pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo. ?Cree que Trump es as¨ª de manera espont¨¢nea o forma parte de una estrategia?
R. No es estrat¨¦gico, ¨¦l act¨²a a trav¨¦s de impulsos. No planea. Una vez pens¨¦ que si Melania le enviase al supermercado, ir¨ªa sin lista de la compra. Llegar¨ªa all¨ª y dir¨ªa: ¡°Esto est¨¢ bien¡±, ¡°Esto tiene buena pinta¡±, ¡°Vamos a probar esto¡¡±. Y, claro, ese es uno de los problemas y es lo que lleva al ataque de nervios a los que est¨¢n cerca de ¨¦l, los que m¨¢s saben.
P. En pol¨ªtica exterior se habla de la estrategia del loco. ?Cree que Trump est¨¢ jugando ese juego en la pol¨ªtica dom¨¦stica?
R. ?l es as¨ª. He pasado dos a?os mir¨¢ndole, mirando lo que hace. Puedes afrontar el tema de Trump de tres maneras. Una es con las cosas que dice, que no son verdad; otra es la investigaci¨®n de la trama rusa de Robert Mueller; y otra, mirar lo que hace como presidente. Ese es mi enfoque. Lo que hace con Corea del Norte, con Afganist¨¢n, Oriente Pr¨®ximo, el ¨¢rea econ¨®mica¡ Y, escena tras escena, puedes ver que va decidiendo sobre la marcha. No hay una estrategia global.
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P. Usted habla del ataque de nervios de los que le rodean y de c¨®mo tratan de evitar sus desmanes. ?Esto puede servir de baza a los republicanos para disociarse de Trump y evitar sus acciones m¨¢s pol¨¦micas?
R. Los republicanos le siguen la corriente en todo, Trump est¨¢ al mando hasta un punto incre¨ªble. Este fue el caso con Nixon en el Watergate. Los republicanos estuvieron con ¨¦l hasta el final y todos le abandonaron cuando se dieron cuenta de que hab¨ªa dicho demasiadas mentiras.
P. ?Cu¨¢nto se parece ese caso al del actual presidente?
R. Nixon era un delincuente, lo sabemos por el testimonio de las grabaciones secretas, miles de horas de grabaciones. No hay nada equivalente con Trump. Para crear una causa, necesitas las pruebas m¨¢s s¨®lidas posibles, un ser humano cercano a ¨¦l que sea testigo. Alguien que se pueda sentar y hablar, como hizo el consejero de Nixon, John Dean, en 1973 en la televisi¨®n nacional, y decir: ¡°Esto es lo que pas¨®, esto es lo que el presidente orden¨®¡¡±. No creo que haya alguien en el c¨ªrculo de Trump que tenga ese nivel de conocimiento o implicaci¨®n. Aunque puedo equivocarme. En la ¨²ltima p¨¢gina del libro, el abogado de Trump, John Dowd, concluye con que es un puto mentiroso.
P. Usted usa m¨²ltiples fuentes que conoce pero no revela. ?Cu¨¢l es el l¨ªmite para usarlas?
R. Eso no se ha entendido. Cuando yo digo ¡°5.15. Martes. 18 de julio en la oficina del jefe de gabinete de la Casa Blanca. Entra esta gente. Dicen esto¡¡±, el hecho est¨¢ descrito, no hay nada an¨®nimo en ello. Lo que no desvelo es de d¨®nde lo saco. Pero no es an¨®nimo. No puede ser m¨¢s claro cuando el consejero de seguridad nacional en esa reuni¨®n le dice al secretario de Estado: ¡°Usted est¨¢? socavando el proceso de seguridad nacional¡±.
P. Hay un cierto amor-odio de Trump hacia la prensa. Insulta a los medios a diario, pero es adicto a ellos, da ruedas de prensa de m¨¢s de una hora en las que contesta a todo, convierte actos sin preguntas en ruedas de prensa improvisadas¡
¡°Los republicanos le siguen la corriente en todo, Trump est¨¢ al mando hasta un punto incre¨ªble¡±
R. Hemos mordido el anzuelo. ?l quiere conflicto y ha puesto a los reporteros en modo de combate, as¨ª que tenemos una guerra entre Trump y los medios. Mi postura es: ign¨®rale, haz tu trabajo, averigua lo que est¨¢ pasando, ponlo en un libro que se lo cuente a la gente. Creo que este libro ha vendido un mill¨®n de copias en una semana, algo que no le hab¨ªa pasado a mi editor antes, y ha publicado a Hillary Clinton y Stephen King. La guerra entre el presidente y la prensa solo beneficia al presidente, deber¨ªamos ser fr¨ªos con eso. En 1972, cuando yo ten¨ªa 28 o 29 a?os, a Carl Bernstein y a m¨ª nos llamaron difamadores. Y nos atacaron todo el tiempo, tratando de convertir el tema en un problema de conducta de la prensa, no del presidente. Y Ben Bradlee nos dijo que nos reafirm¨¢semos en nuestra informaci¨®n, en nuestra investigaci¨®n, y no nos meti¨¦ramos en la pelea. Eso es lo que yo hago ahora. ?Nos llama enemigo del pueblo? Vale, tiene derecho, esa es la primera enmienda [de la Constituci¨®n, la libertad de expresi¨®n]. No me siento c¨®modo con ello, pero no me va a dar un ataque de nervios.
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P. ?Y c¨®mo cubrir a Trump? Si la prensa informa de cada cosa que dice, le permite marcar la conversaci¨®n, la agenda, como ocurri¨® en las presidenciales. Pero si insulta en Twitter a un presidente y no se cubre, se est¨¢ normalizando ese comportamiento.
R. Si yo fuera director de un peri¨®dico y tuviera 100 reporteros para cubrir a Trump, pondr¨ªa 25 a cubrir sus declaraciones, sus tuits, la guerra, el lenguaje¡ Y los 75 restantes se quedar¨ªan al margen y se dedicar¨ªan a establecer las relaciones de confianza necesarias para conseguir las notas, los documentos, contar lo que est¨¢ sucediendo. Eso es lo que m¨¢s me preocupa.
P. Tambi¨¦n es un dilema en Europa y, concretamente, en Espa?a. C¨®mo cubrir el auge de l¨ªderes populistas, hay que prestarles atenci¨®n, pero, si se les presta excesiva, se les ayuda a crecer.
R. Haces las dos cosas. Trump ha vuelto locos a los periodistas, se han vuelto inestables a favor o en contra de ¨¦l. Cuando bajo a hacer ejercicio, veo un poco de MSNBC [una cadena de corte liberal, muy cr¨ªtica con Trump] y un poco de Fox [la gran cadena conservadora estadounidense] y no est¨¢n describiendo el mismo mundo. Me imagino a la gente en sus casas pregunt¨¢ndose: ?qu¨¦ es lo que ha pasado de verdad?
P. Usted comenz¨® trabajando como periodista en el Montgomery County Sentinel [un diario local del Estado de Maryland]. ?Qu¨¦ aprendi¨® all¨ª que todav¨ªa hoy prevalece?
R. El director me llam¨® un d¨ªa porque se dec¨ªa que a los funcionarios del Gobierno del condado les daban coches para trabajar y moverse por el condado durante el d¨ªa, pero que no se los pod¨ªan llevar a casa, y s¨ª que se los estaban llevando. El director me dijo si pod¨ªa averiguarlo, as¨ª que un d¨ªa, a las nueve o diez de la noche, fui al aparcamiento donde suelen dejarse todos esos coches y no hab¨ªa ninguno. Tomamos fotos del aparcamiento vac¨ªo. ?Cu¨¢l es la lecci¨®n? Ve al sitio y qu¨¦date hasta tarde.
¡°Lo dijo pr¨¢cticamente en un susurro, pero el presidente fue muy claro: el poder real es el miedo¡±
P. ?Y qu¨¦ ocurri¨®?
R. Hubo un alboroto. La gente perdi¨® los coches, alguno su trabajo¡
P. Fue su primer Watergate.
R. S¨ª, la primera vez de preguntarse: ¡°De acuerdo, la gente dice esto, ?c¨®mo lo verificamos?¡±.
P. ?Y qu¨¦ ha cambiado en la esencia del oficio, m¨¢s all¨¢ de los avances tecnol¨®gicos?
R. Mucho, y el gran problema es que si vas a hablar con un millar de personas, como hice yo el otro d¨ªa, y preguntas cu¨¢nta gente desconf¨ªa de los medios, la mayor¨ªa levantar¨¢ la mano. As¨ª que tienes un ambiente en el que la gente no conf¨ªa en nosotros. Debemos recuperar la confianza, y la ¨²nica manera de hacerlo es recuperar la calma, hacer buenas informaciones, presentarle los hechos a la gente y no ir a programas de televisi¨®n a golpear la mesa.
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P. ?Hay demasiada opini¨®n?
R. S¨ª, y demasiadas trampas y petulancia. Katharine Graham, la gran propietaria del Post, nos envi¨® a Carl Bernstein y a m¨ª una carta privada en la que nos dijo: ¡°OK, Nixon ha dimitido y vosotros hab¨¦is escrito algunas de las historias, no empec¨¦is a pensar demasiado en vosotros mismos. Dejad que os d¨¦ un consejo: tened cuidado con el demonio de la pomposidad, de esa autocomplacencia incapacitante¡±. Nos dijo que hab¨ªa mucha pomposidad en la prensa.
P. ?El ego del periodista es m¨¢s un lastre o un motor?
R. Los periodistas necesitan calma, estar en calma y tomarse tiempo.
P. Estamos viendo noticias horribles, de muertes de periodistas. ?Pero qu¨¦ es m¨¢s peligroso para el periodismo de investigaci¨®n, eso o la falta de un modelo de negocio?
R. Afortunadamente, Jeff Bezos es propietario de The Washington Post y es el hombre m¨¢s rico del mundo, y si necesitamos dinero para 40 reporteros m¨¢s para cubrir algo, nos lo dar¨¢.
P. Bueno, la pregunta era general, sobre el modelo, no referida al Post.
R. Tenemos que hacer un producto mejor y m¨¢s ¨²til para la gente. Es as¨ª de simple. Tienes que agarrar el peri¨®dico o tu dispositivo y decir: ¡°Guau, mira eso. Sorpresa, no lo sab¨ªa¡±.
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