Los colores de Del Paso
Fue el gran personaje de nuestra comedia del arte, capaz de derrotar las miserias de lo real con los disidentes recursos de la risa, la inventiva y la sensualidad
Los poetas tienen un ¨ªntimo acuerdo con el cielo. C¨¦sar Vallejo anunci¨® que morir¨ªa bajo un aguacero y Fernando del Paso falleci¨® un mi¨¦rcoles llovido desde el martes, a cincuenta a?os del movimiento estudiantil del 68, episodio esencial de su novela Palinuro de M¨¦xico.
En 1996, en su discurso de ingreso al Colegio Nacional, Del Paso defini¨® su concepci¨®n totalizadora de la escritura: ¡°Llamo poeta, que quede dicho de una vez por todas, a todo escritor, ya sea su oficio no s¨®lo la hechura de poemas, sino tambi¨¦n de dramas, comedias, cuentos o novelas, a la manera en que lo hizo Walter Muschg en su Historia de la literatura, ese maravilloso estudio que, como pocos, nos presenta los m¨²ltiples avatares en los que ha encarnado el poeta a trav¨¦s de los siglos, para su felicidad o su miseria: vidente, mago, profeta, semidi¨®s, paria, acusado, v¨ªctima, h¨¦roe, ¨¢ngel ca¨ªdo¡±.
Para Dante, la imaginaci¨®n es el sitio donde el poeta rompe los l¨ªmites de la realidad y modifica el clima; en consecuencia, es un lugar en el que llueve. No es casual que Vallejo anhelara un sepelio bajo un cielo roto ni que Del Paso muriera bajo la tormenta. Ning¨²n novelista merec¨ªa tanto como ¨¦l los atributos m¨¢gicos del poeta, destino que cumpli¨® ocasionalmente en verso y casi siempre en una prosa torrencial y el¨¦ctrica, cargada de sentido del humor.
Nacido en 1935, se convirti¨® en el primer novelista en ser publicado por la naciente editorial Siglo XXI. Con olfato infalible, el editor Arnaldo Orfila decidi¨® que Jos¨¦ Trigo fuera el buque insignia de un cat¨¢logo a¨²n por definirse. Y no se equivoc¨®. Del Paso recibi¨® en 1966 el Premio Xavier Villaurrutia por su recreaci¨®n del mundo ferrocarrilero que hab¨ªa sido cantado en los corridos y aun aguardaba una historia tan larga como las v¨ªas que decidieron la Revoluci¨®n, la Guerra Cristera y el movimiento ferrocarrilero de 1959.
Con pulso joyceano, Del Paso reinvent¨® el habla, buce¨® en la consciencia de sus personajes y ejerci¨® una ¡°din¨¢mica de los exhaustivo¡±. S¨®lo se ocupaba de un tema si pod¨ªa agotarlo. En 1977, Palinuro lo llev¨® a los avatares de un estudiante de medicina y repas¨® con minucia los misterios del cuerpo humano. Tratado de erotismo y patolog¨ªa, recuperaci¨®n de la plaza de Santo Domingo ¡ªsede de la Inquisici¨®n y la Facultad de Medicina¡ª, la novela fue comparada por Severo Sarduy con la Venus de Dal¨ª, que tiene cajones en el cuerpo y se puede abrir por muchas partes.
Diez a?os despu¨¦s, Del Paso construy¨® otra catedral, Noticias del imperio, sobre las desventuras hist¨®ricas de Maximiliano de Habsburgo y las desventuras mentales de su esposa Carlota.
Adem¨¢s estas piezas de largo aliento, Del Paso practic¨® el dibujo y la escultura, escribi¨® luminosos ensayos sobre el Quijote, un recetario razonado de cocina mexicana, poemas para ni?os, un drama sobre la muerte de Garc¨ªa Lorca, una novela policiaca y cientos de p¨¢ginas period¨ªsticas. Cubri¨® el Mundial de Espa?a en 1982 y conden¨® con pulso certero la dictadura de Pinochet y los abusos del PRI.
Nacido en 1935, dej¨® M¨¦xico despu¨¦s de la matanza de Tlatelolco. Particip¨® en el programa de escritores de Iowa, donde inici¨® un exilio voluntario que durar¨ªa hasta 1992. En Londres y Par¨ªs encontr¨® el tiempo para escribir obras cuya extensi¨®n compet¨ªa con la eternidad. Al volver a M¨¦xico se instal¨® en Guadalajara, donde logr¨® un extra?o milagro. Juan Jos¨¦ Arreola se hab¨ªa jubilado de la literatura escrita para ejercer los evanescentes prodigios de la oralidad. Durante a?os prometi¨® un libro sobre su vida, Memoria y olvido. Del Paso lo puso ante una grabadora y se convirti¨® en amanuense del autor de Confabulario. Este acto de generosidad produjo un cl¨¢sico instant¨¢neo.
Cada vez que recib¨ªa un premio, Del Paso alud¨ªa a los quebrantos de la ¡°suave patria¡± mexicana. As¨ª lo hizo en M¨¦rida, al recibir el Premio Jos¨¦ Emilio Pacheco, y en Alcal¨¢ de Henares, al recibir el Cervantes. En momentos de aceptaci¨®n, refrendaba su inconformidad.
Para sobreponerse a las dificultades de la p¨¢gina en blanco, usaba una prenda gastada por el uso, la camisa que hered¨® del poeta Jos¨¦ Carlos Becerra, muerto a los treinta y tres a?os. Superados los borradores, aparec¨ªa en p¨²blico con corbata roja y camisa amarilla. Ning¨²n escritor mexicano se ha vestido con m¨¢s colores.
Fernando del Paso fue el gran personaje de nuestra comedia del arte, capaz de derrotar las miserias de lo real con los disidentes recursos de la risa, la inventiva y la sensualidad.
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