El poder del jazz y la palabra recitada
El saxofonista David Murray y el escritor Saul Williams funden m¨²sica y poes¨ªa en un concierto en Madrid
El del bigote es David Murray, un saxofonista tenor de 63 a?os, referente del jazz desde los setenta. El otro, Saul Williams, tiene 46 y es un poeta y m¨²sico elocuente que alcanz¨® cierta notoriedad a finales de siglo gracias a Slam, pel¨ªcula escrita y protagonizada por ¨¦l sobre un rimador callejero. Ambos se conocieron en 2014, "a causa" del funeral de Amiri Baraka, poeta tambi¨¦n y figura incandescente de medio siglo de la cultura afroamericana en EE UU. Murray era amigo de Baraka desde los tiempos heroicos, cuando el saxofonista aterriz¨® en Nueva York desde la Costa Oeste como una promesa de la escena del jazz independiente que acabar¨ªa siendo el m¨²sico de la d¨¦cada de los ochenta para The Village Voice. Para Williams, Baraka fue siempre una "extraordinaria influencia".
De aquella despedida surgi¨® el disco Blues for Memo, grabado en Estambul, as¨ª como la gira que les llev¨® o este domingo al ecuador del Festival de Jazz de Madrid. Por la tarde, antes de un memorable concierto, se sentaron en el vest¨ªbulo de su hotel para una charla en la que cada cual hizo su papel: Murray, el improvisador socarr¨®n, y Y Williams, el intelectual airado que se expresa con la dicci¨®n clara, seria y r¨ªtmica de sus recitados.
"Lo m¨¢s interesante del proyecto es ver c¨®mo Saul va alterando cada noche los textos como un c¨®mico que adapta sus rutinas a la reacci¨®n del p¨²blico", explica Murray. "Los m¨²sicos improvisan. As¨ª que lo m¨ªnimo que puedo hacer yo es explorar con ellos", se excusa Williams. El resultado es una afortunada mezcla de jazz contempor¨¢neo y spoken word, en cuyo interior caben lo mismo el comentario pol¨ªtico sobre el racismo y los nuevos rostros del fascismo que el ejercicio de la cr¨ªtica de las costumbres del presente y la sociedad tecnol¨®gica. En ese combate, Williams, que en su carrera ha preferido el rock agresivo como acompa?amiento, es un veterano soldado. Su emocionante y viral texto Not In Our Name ("No en nuestro nombre"), escrito en los peores a?os de la era Bush, fue un himno contra las pol¨ªticas estadounidenses tras el 11-S. "Los nombres propios y las guerras han cambiado, pero el mensaje sigue siendo por desgracia el mismo", afirma el poeta, que en sus proyectos musicales se ha inclinado habitualmente por la vertiente m¨¢s agresiva del rock. ¡°Yo no crec¨ª escuchando jazz¡±, se excusa. ¡°Asist¨ª al nacimiento del hip-hop, la cultura del sampler y la electr¨®nica. Esa fue mi entrada al jazz. Cuando grab¨¦ mi primer disco con [el c¨¦lebre productor] Rick Rubin, la compa?¨ªa Sony me consideraba un rapero porque era joven y ten¨ªa un micro. Estoy acostumbrado, en los c¨ªrculos acad¨¦micos de la poes¨ªa tampoco me consideran un poeta¡±. Pese a ello, la editorial Visor tiene en su cat¨¢logo un libro que demuestra sus aptitudes como tal: Los manuscritos de un EMCEE muerto.
Musicalmente, el "hilo com¨²n" que une a ambos es, dicen, el g¨®spel. El padre de Williams era pastor baptista, y en la Iglesia creci¨® "escuchando a la gente predicar sobre la m¨²sica y aprendiendo de sus ritmos y cadencias". El hermano del saxofonista toca el piano en tres comunidades distintas y su madre trabajaba con un obispo del norte de California. Murray a¨²n acude a veces a la Iglesia con "fines sociol¨®gicos". A Williams, afirma tajante, "nunca" lo ver¨¢n en una.
Kanye West?
Cuando la charla deriva inevitablemente hacia Trump, el poeta explica que a¨²n no entiende c¨®mo "el 53% de las mujeres blancas estadounidenses vot¨® a un hombre supremacista blanco". ?Y el apoyo incondicional al presidente del rapero Kanye West? Murray: "Renunciamos a Kanye cuando se enroll¨® con esa chica . La comunidad negra no est¨¢ con ¨¦l". Williams: "La cultura de la fama es un lugar en el que los problemas mentales no son diagnosticables. La fama afecta al ego. Cuando te alcanza, necesitas algo que te ponga los pies en la tierra. Pero cuando ese tipo regresa a casa, ?qu¨¦ se encuentra? El reality show de las Kardashian. Un mundo no muy diferente del de Trump".
Por la noche, la conversaci¨®n continu¨® sobre el escenario con un espect¨¢culo sorprendente en el que en mitad del torrente de palabras, Williams propuso "invertir en lo invisible tanto como en lo visible".
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