Flamencas y atrevidas: las mujeres de Pilar Albarrac¨ªn asaltan la calle
La artista monta una procesi¨®n de sevillanas desde la estaci¨®n del AVE de Atocha a la sala de exposiciones de Tabacalera
El poder del clich¨¦ es inagotable, porque el clich¨¦ nunca muere. Se transforma. Eso es lo que hace Pilar Albarrac¨ªn (Sevilla, 1968) con los estereotipos, los vuelve del rev¨¦s para disparar con sus propias balas sobre sus propios significados. No es un suicidio, es una reinvenci¨®n. Una celebraci¨®n que ha tra¨ªdo a las calles del centro de la capital a un centenar de mujeres coronadas por la madre de todos los t¨®picos, el vestido de sevillana. Han bajado del AVE procedente de Sevilla y han caminado, en procesi¨®n, hasta la Tabacalera, donde la artista ha inaugurado Que me quiten lo bailao, una magn¨ªfica retrospectiva de sus 25 a?os de trabajo, organizada por el Ministerio de Cultura. El estereotipo aprieta pero no ahoga.
El grupo ha entrado y se ha tumbado sobre el suelo del antiguo centro laboral de las cigarreras. Y all¨ª han estado tendidas un cuarto de hora. La artista lo hab¨ªa probado antes en el Museo Picasso de Barcelona, donde se mantuvieron unas junto a otras un par de horas. No duermen, parecen muertas. Habr¨¢ quien vea en la performance una alfombra colorida, un manto florido o una fosa com¨²n abarrotada. La sensibilidad tambi¨¦n determina el poder del clich¨¦, no a la inversa. En cualquier caso, el pase¨ªllo de faralaes alerta sobre la invisibilidad de la mujer y la represi¨®n en su actividad p¨²blica, pol¨ªtica y social.
Las mujeres de Albarrac¨ªn son hero¨ªnas que escalan edificios con sus cl¨¢sicos vestidos de flamenco canasteros, de corte entallado, generoso escote, medias mangas, grandes lunares y voluminosos volantes de varias capas y encaje. Vestidas de clich¨¦ reclamando un espacio propio por lo que son, no por lo que aparentan. Hero¨ªnas sin pedigr¨ª, reclamaciones sin privilegios. Sus caminantes son pinceladas vivientes -que dec¨ªa Yves Klein- que rompen con lo que trata de reducirlas. Son mujeres comprometidas y soberanas, que se pasean por las calles, en una caravana alegre y colorida en medio de la tormenta.
Las mujeres de Albarrac¨ªn primero actuaron por las aceras de la Ronda de Valencia y luego, en Tabacalera, se transformaron en un cuadro viviente. Del humor paseado con descaro y sarcasmo, espectacular, a la carcajada congelada. ¡°En la piel del otro¡±, que as¨ª es como ha titulado la acci¨®n, es un enorme cuadro que nunca puede darse por finiquitado, porque volver¨¢ a repetirse hasta que no cese la desigualdad, el maltrato, el acoso y derribo de las que resisten, oprimidas hasta el estereotipo. Y protegidas por Pilar Albarrac¨ªn.
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