Queen y el populismo
Freddie, como producto de la multiculturalidad inglesa, prueba que el populismo no teme a las contradicciones
El inesperado ¨¦xito de taquilla de la pel¨ªcula Bohemian Rhapsody, de Bryan Singer, resulta algo as¨ª como una buena noticia. Ante este invierno de los descontentos, la pel¨ªcula se ha convertido en un lugar en que padres e hijos y hasta abuelos pueden cantar unas canciones que, mezclando rock progresivo, ¨®pera y guitarras afiladas, han logrado vencer en la aplicaci¨®n Spotify por primera vez en a?os al reguet¨®n como lo m¨¢s escuchado.
?Qu¨¦ puede haber m¨¢s provocador en la era del Brexit que un biopic que retrata la gloria eterna de Farrokh Bulsara (alias Freddie Mercury), un rockero ingl¨¦s hasta la m¨¦dula que naci¨® en ?frica, se educ¨® en Asia y triunf¨® en Latinoam¨¦rica? Es al menos el Queen que la pel¨ªcula intenta retratar, un mundo mejor en el que el rock permit¨ªa la convivencia de un astrof¨ªsico obsesionado con su guitarra (Brian May), un t¨¦cnico electr¨®nico callado (John Deacon), un chico rubio que est¨¢ enamorado de su auto (Roger Taylor) y un joven parsi (Freddie Mercury) que, a pesar de su homosexualidad, ama de manera intensa y definitiva a su novia. Un grupo que da cabida en sus discos a los gustos de sus integrantes, hasta que, tras una serie de malentendidos promovidos por la escena gay en que Freddie se pierde, parece a punto de romperse. Un breve malentendido que termina con una reconciliaci¨®n espectacular en el Live Aid del estadio de Wembley ¡ªel 13 de junio de 1985¡ª, quiz¨¢s el acto fundacional del buenismo musical: ese momento en que cre¨ªmos que el rock pod¨ªa derrotar al hambre.
Mirado en retrospectiva, el triunfo de Queen en este concierto es quiz¨¢s uno de los hitos fundacionales del populismo moderno. Es al menos de lo que siempre la cr¨ªtica musical m¨¢s refinada acus¨® a Queen, de usar un talento, que nadie nunca le neg¨®, para acariciar en el sentido del pelo la multitud de los estadios, despreciando la soledad del que escucha el LP en casa. No por nada, Dave Marsh, de la revista Rolling Stone, la llam¨® en ¨¦poca tan temprano como el a?o 1978 como la ¡°¨²nica banda de rock realmente fascista¡±. Cr¨ªtica a la que el grupo contest¨® exagerando a¨²n m¨¢s la pompa de sus himnos innegables, al mismo tiempo que crec¨ªa el n¨²mero de asistentes de sus conciertos en pa¨ªses en plena dictaduras (Argentina y Brasil), donde hac¨ªan gala de la marcialidad innegable de su l¨ªder ¨²nico, que pas¨® del pelo largo habitual del rockero al bigote de los macho man de discoteca gais, pero tambi¨¦n de los interrogadores de la polic¨ªa pol¨ªtica.
Queen, reformado por el dolor, se convirti¨® al mismo tiempo en grupo tolerante y tolerable. Eso no quita que quiz¨¢s sea el que mejor ayude a explicar el populismo actual. Un populismo que es, como Queen mismo, una mezcla dispar de elementos contradictorios. Evangelistas puritanos que votan por un presidente que no esconde su lujuria. Hu¨¦rfanos y millonarios, racistas de muchos colores, obreros deslocalizados y sus patrones deslocalizadores, todos cantando de pronto la misma canci¨®n, el himno perfecto del populismo que es ¡®We Are the Champions¡¯, un piano de balada donde Freddie sufre los golpes de una vida que no ha sido justa con ¨¦l para, en el coro, descubrir que, por eso mismo:
¡°Nosotros somos los campeones. /?No hay tiempo para los perdedores /?porque nosotros somos los campeones del mundo¡±.
En el mismo ¨¢lbum (News of the World, de 1977), el guitarrista Brian May intenta en ¡®We Will Rock You¡¯ la otra variaci¨®n del mismo truco: una canci¨®n escrita para el estadio que con sus pies y sus manos acompa?a las amenazas de Freddie Mercury, que le dice al joven que siente una desgracia solitaria que un d¨ªa nos har¨¢ temblar a todos, porque es:
¡°un hombre joven, un hombre duro. /?Gritando en la calle, alg¨²n d¨ªa te enfrentar¨¢s al mundo. /?Tienes barro en tu cara. /?Eres una gran desgracia /?agitando tu bandera por todo el lugar¡±.
Esa bandera, americana, inglesa, brasile?a, es la que los j¨®venes de entonces y sus hijos y sus nietos agitan hoy. Que Freddie sea el producto m¨¢s acabado de la multiculturalidad inglesa, que sea el primer rockero que hiciera visible el drama del sida, que su m¨²sica sea sofisticada y compleja, es una prueba m¨¢s de que el populismo teme a cualquier cosa menos a las contradicciones. Porque ?qu¨¦ explica que la ciudad m¨¢s gais friendly de Sudam¨¦rica, R¨ªo de Janeiro, haya votado en masa por un candidato que declaraba que prefer¨ªa tener un hijo muerto que gay? La misma R¨ªo de Janeiro que, primero que nadie, reconoci¨® a estadio lleno la grandeza de Queen cuando Europa y Estados Unidos se re¨ªan de su decadencia.
Se pierde el tiempo combatiendo al populismo como idea si no se sabe que es ante todo esa sensaci¨®n, fr¨¢gil pero necesaria, de unanimidad en la derrota finalmente victoriosa, que m¨¢s testarudamente que nadie cantaron estos cuatros chicos de Londres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.