Carmen Bern¨¢rdez, la materialidad de las cosas
La investigadora, fallecida a los 64 a?os, fue historiadora del Arte en la Universidad Complutense de Madrid
Por alguna extra?a raz¨®n, a los historiadores del arte se nos olvida a menudo c¨®mo las obras tienen una parte ¡ªirremediable casi¡ª de materialidad, tal vez porque pensamos que dicha materialidad es molesta para el goce est¨¦tico: tiene algo pegajoso. Sin embargo, a lo largo de todos estos a?os Carmen Bern¨¢rdez Sanch¨ªs, fallecida el pasado 14 de noviembre a los 64 a?os, ha estado ah¨ª, torre vig¨ªa, record¨¢ndonos desde esa discreci¨®n tan suya ¡ªa un tiempo delicada y terca¡ª una fisicidad fruct¨ªfera, que da un nombre y un color diferente de las formas del mundo.
Desde luego, Carmen era una investigadora excepcional entre una comunidad atrapada en lo meramente visual, y a veces ni siquiera en lo visual, en la pura teor¨ªa. Nos recordaba a cada paso que, lo quisi¨¦ramos o no, el mundo completo ¡ªy el arte con el mundo¡ª est¨¢ hecho de materia. As¨ª, el 17 de enero de este a?o que va concluyendo nos interpelaba en una conferencia en el Museo Reina Sof¨ªa desde un t¨ªtulo radical, como era Carmen bajo su aspecto suave y conciliador: ?Es pegajosa la materialidad? Nuevas concepciones y usos de la materia en las pr¨¢cticas art¨ªsticas.
No en vano la formaci¨®n de Carmen Bern¨¢rdez como historiadora del Arte en la Universidad Complutense de Madrid ¡ªdonde se doctor¨® con una tesis sobre el tratadista del Renacimiento Giovanni Battista Armenini¡ª se complementaba con sus estudios de Restauraci¨®n de pintura en la Escuela Oficial de Madrid, una combinaci¨®n nada habitual entre los profesionales de la historia del arte y que le regalaba cierta sagacidad y una mirada ¨²nica. Curiosa, amante de la m¨²sica y los viajes ¡ªa menudo hablaba de su pasi¨®n hacia el sur de Francia¡ª, tuvo una impecable formaci¨®n cosmopolita, cuando no era nada habitual entre las personas de su generaci¨®n. Fue becaria de la Academia de Espa?a en Roma, investigadora en el Warburg Institute de Londres y Fulbrighter en el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York.
A su regreso a Espa?a se convirti¨® en profesora del entonces departamento de Arte III de la UCM, donde incluso enferma de ELA ¡ªdolencia que le fue robando la movilidad, pero nunca la lucidez ni la dignidad¡ª y literalmente hasta la semana antes de emprender el ¨²ltimo viaje, mantuvo alto su esp¨ªritu, su buen humor, su cuidado hacia los dem¨¢s y su dedicaci¨®n a los alumnos. Autora de trabajos decisivos sobre Joseph Beuys, ?ngel Ferrant o Mar¨ªa Blanchard, o sobre las t¨¦cnicas art¨ªsticas, la muerte la sorprendi¨®, sin dejar de pensar ni un momento en una salida para ella y los dem¨¢s enfermos de ELA, en su mesa de trabajo, ultimando un libro sobre la est¨¦tica de los materiales, que se sumar¨¢ al resto de sus aportaciones necesarias.
Quisiera recordarla ahora aquella tarde de enero en el Reina Sof¨ªa. El auditorio del edificio Sabatini estaba lleno a rebosar ¡ªcolegas, amigos, alumnos, aficionados¡¡ª y durante un rato, al menos mientras dur¨® su deslumbrante conferencia, nadie nos paramos a pensar en la enfermedad que Carmen padec¨ªa y de la cual en todo momento habl¨® de manera abierta, una particular militancia, ella tan discreta para el resto. La maldita ELA que iba encerrando a Carmen en su propia materialidad se esfumaba aquella tarde invernal tras su puesta en escena impecable y el preciso contenido de una exposici¨®n oral sin mirar los papeles ni un instante.
Pienso ahora que era tal su fuerza, su sentido del humor a menudo corrosivo, su sentido del deber, que todos compartimos, su valent¨ªa, y no pensamos nunca c¨®mo un d¨ªa Carmen dejar¨ªa de estar, porque la materia ¡ªy ella era consciente¡ª es prodigiosamente vulnerable. Esa y muchas cosas m¨¢s son las que hemos aprendido de Carmen los que hemos tenido la fortuna de conocerla.
Babelia
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