Salter fue al teatro
He le¨ªdo muchas novelas en las que alguien va al teatro. Pero cuando el protagonista de 'A?os luz' va al teatro para ver 'El maestro constructor', la obra se convierte en un espejo helado
Que yo sepa, el gran James Salter no escribi¨® teatro. Escribi¨® novelas, cuentos, memorias, reportajes, guiones, hasta un libro de cocina con su segunda esposa, Kay Eldredge, pero creo que nada de teatro. Cosa que me extra?a un poco, porque Salter ten¨ªa una sensibilidad fin¨ªsima para la escena. Quiz¨¢s donde m¨¢s se advierta es en la deslumbrante A?os luz (Salamandra), que estos d¨ªas he vuelto a releer. Es muy raro, por ejemplo, que un escritor norteamericano presente a un personaje, Chaptelle, hablando de Laurent Terzieff, un ¨ªdolo de culto en la Francia de los sesenta, al que califica como ¡°el nuevo actor m¨¢s grande aparecido en 20 a?os¡±, alguien ¡°de intensidad amenazadora¡±, en quien no logra detectar ¡°ni una sola deficiencia¡±.
Aunque el olfato de Salter va mucho m¨¢s all¨¢ de una cita puntual. He le¨ªdo muchas novelas en las que alguien va al teatro y el pasaje se queda simplemente en eso. Pero cuando Viri, el arquitecto protagonista de A?os luz, va al teatro para ver El maestro constructor, de Ibsen, la obra se convierte en un espejo helado, ¡°una acusaci¨®n que le deja al descubierto¡±. Viri recibe el texto ¡°como un ni?o que entreoye tras una puerta una voz que no ten¨ªa intenci¨®n de o¨ªr¡±, y siente ¡°que la gente le miraba como si hubiera lanzado un grito involuntario¡±. S¨ª, cierto: as¨ª nos sucede cuando nos golpea la verdad teatral. Nedra, la esposa de Viri, tambi¨¦n vive una poderosa transformaci¨®n. Se acerca a la escena fascinada por Philip Kasine, un director al que veo entre Elia Kazan y Andr¨¦ Gregory, y cuyos espect¨¢culos ¡°hab¨ªa que buscarlos como una ceremonia vud¨² o una pelea de gallos¡±.
En el mundo de Kasine, Nedra descubre a Richard Brom, pongamos que un imaginario cruce de John Cassavetes y George C. Scott. Un int¨¦rprete peligroso, con ¡°la cara de alguien poco fiable, del hombre que lo ha intentado todo¡±, cuyos ojos exhalan poder y desd¨¦n, pero ¡°pertenec¨ªan a alguien fraternal¡±. Cuando acaba la funci¨®n, Brom parece consumido. Y ah¨ª va una gran frase de Salter: ¡°Como todos los grandes actores, sufr¨ªa una especie de extenuaci¨®n visible, como un p¨¢jaro que ha volado una gran distancia¡±. Nedra se levanta ¡°casi sin darse cuenta¡± y aplaude con las manos en alto. ¡°En su desverg¨¹enza, en su fervor, se ve¨ªa claramente a una conversa¡±. En esas tres palabras veo a una joven y americana Blanca Portillo. Y as¨ª habla de su experiencia: ¡°Parece que se sacan el alma de dentro. ?Hay alguien que ense?a eso?¡±. Kasine, por supuesto. As¨ª lo describe: sentado ante una mesa desnuda, con gafas ahumadas. Llevaba un traje negro, manchado de tiza. ¡°Era un maestro excepcional. Sab¨ªa instintivamente d¨®nde estaba la dificultad, como un curandero¡±. Kasine ense?a a una actriz ¡°a hablar, en s¨®lo cuatro horas. A utilizar la voz. A hacer que la gente escuche¡±. Nedra recuerda a Brom: ¡°No era musculoso, pero era fuerte como una soga. La severidad de su vida, su parquedad, cab¨ªa en una sola l¨ªnea en un epitafio¡±. S¨ª, Salter fue al teatro.
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