Las paparruchas de la inspiraci¨®n

La imagen de George Bailey contemplando la tumba de su hermano en uno de los momentos m¨¢s oscuros de ?Qu¨¦ bello es vivir! (1946) o el entero planteamiento del ¨²ltimo trabajo del historietista Carlos Gim¨¦nez ¨CCanci¨®n de Navidad. Una historia de fantasmas (Reservoir Books)- son algunos puntuales testimonios de la perdurable influencia del cl¨¢sico de Charles Dickens. Por otro lado, tambi¨¦n demuestran que el rimbombante t¨ªtulo de esta pel¨ªcula de Bharat Nalluri, adaptaci¨®n de la novela hom¨®nima de Les Standiford, se guarece tras una incuestionable coartada. El Cuento de Navidad de Dickens transform¨® el modo de ritualizar la celebraci¨®n, pero tambi¨¦n la reformul¨® como eficaz territorio narrativo para historias de expiaci¨®n y balance existencial.

En El hombre que invent¨® a la Navidad, el proceso creativo del escritor se enmarca en un par¨¦ntesis vital regido por la urgencia: tras dos fracasos consecutivos, el autor de Los papeles del Club Pickwick se embarca en una carrera contrarreloj para autoeditarse la obra que le devolver¨¢ la notoriedad perdida. El problema es que Nalluri ha firmado una de esas pel¨ªculas que parecen concebir la creaci¨®n literaria como pintoresco afluente del pensamiento m¨¢gico: Dan Stevens encarna a un Dickens propenso a la pirotecnia gestual al que se le despliega la realidad ante sus ojos como incesante buffet libre de est¨ªmulos. Christopher Plummer como t¨¦trico se?or Scrooge o el retrato de Thackeray como viperino cotilla no carecen de cierta gracia, aunque sea relativa, pero en este parque tem¨¢tico ?literario? la verdadera inspiraci¨®n no ha sido invitada.