Mar¨ªa Tena: ¡°Hay que conseguir que el sentimiento no se vea cursi¡±
La escritora recupera en 'Nada que no sepas' una historia de b¨²squeda personal, amores y derrotas con la que ha ganado el Premio Tusquets de Novela
¡°Hay que conseguir que el sentimiento no se vea cursi, no se convierta en az¨²car. ?C¨®mo? Quitando muchas cosas. A veces enloquezco de cursiler¨ªa y luego empiezo a quitar, a quitar y dejo las palabras justas. Lo escribo todo para que no se me olvide nada, muy barroco, y luego reescribo. He contado casi 80 borradores de esta novela. Es como la piedra perfecta que encuentras al borde del mar porque ha sido pulida por el agua durante miles de a?os¡±. As¨ª describe Mar¨ªa Tena (Madrid, 1953) en una conversaci¨®n con este diario la lucha por conseguir el tono sobrio y evocador que le ha valido el Premio Tusquets de Novela por Nada que no sepas.
La protagonista y narradora de esta historia vuelve al Uruguay en el que pas¨® su infancia para, 40 a?os despu¨¦s, tratar de desentra?ar las claves de la extra?a muerte de su madre, romper con una foto congelada e idealizada y entender o completar aquella estampa de apertura sexual y sospecha que como adolescente solo intu¨ªa. El viaje y la indagaci¨®n son usados, desde una l¨²cida desconfianza en el memoria, para reconstruir una edad dorada que acab¨® en naufragio. Las relaciones sexuales cruzadas y la descripci¨®n del mundo de clase media alta en Montevideo situaban la novela en un complicado punto de partida. ¡°Cualquier salida de tono la habr¨ªa convertido en un follet¨ªn¡±, asegura Tena, que apuesta por contar las cosas como son ¡°incluso cuando se hace da?o a alguien que est¨¢ cerca¡±.
Nada que no sepas es un libro con pie y medio en la vida de la autora. ¡°Es gente que existi¨® pero que no hicieron las cosas que pongo que hicieron¡±, explica Tena, que dedica el libro a sus padres ¡°que nunca dejaron de quererse¡±. ¡°Esta historia es un di¨¢logo con ellos en el que les digo, s¨ª, me ense?asteis una isla de libertad pero luego me llevasteis a Espa?a otra vez¡±, cuenta antes de narrar, con cierto cari?o en la voz, el trauma que supuso para los ocho hermanos regresar a la gris realidad del franquismo. ¡°No me lo plante¨¦ as¨ª, pero no me emocion¨¦ mientras la escrib¨ªa, aunque el recuerdo de mis padres estaba ah¨ª. Luego, con la dedicatoria, estuve dos d¨ªas llorando¡±.
La primera imagen que tiene, el primer impulso de la novela es el recuerdo del encuentro de su madre -jersey azul, camisa blanca abrochada hasta arriba- con ¡°esas burquesas cosmopotitas de Montevideo¡±. ¡°Aquello tuvo que ser un estallido en su cultura del franquismo¡±, asegura.
La autora de Tenemos que vernos?(Anagrama) reconoce que novela iba a tratar sobre la infancia pero que su vuelta a Uruguay 40 a?os despu¨¦s lo cambi¨® todo. ¡°Me di cuenta de que ten¨ªa otra vida¡±, evoca, como se da cuenta la protagonista, una narradora sin nombre con la que se identifica en parte y que tiene que viajar al pasado para enfrentarse al fracaso de su presente. ¡°Los viajes de estos personajes acaban en naufragio pero todos ganan y pierden algo¡±, asegura antes de detallar las dudas que tuvo para reescribir el final y lanzar, despu¨¦s, una pregunta: ¡°?Y si lo que me he inventado fue verdad?¡±.
Escritora de siempre pero de publicaci¨®n tard¨ªa, Tena se muestra orgullosa de su recorrido (ya fue finalista del Premio Herralde en 2003 y del Primavera en 2011) en una profesi¨®n que para ella es ¡°obsesi¨®n y devoci¨®n¡±, aunque, confiesa, m¨¢s lo segundo. ¡°Yo era muy cursi y no cre¨ªa nada en m¨ª. Crec¨ª en una familia muy intelectual. Mi padre era amigo de Vargas Llosa, Bryce Echenique, Rosales¡ Hice un curso con Luis Landero que me dijo: ¡®D¨¦jate de chorradas¡¯, y eso me ayud¨® mucho. Ahora hace a?os que escribo todos los d¨ªas¡±, resume.
Consciente del territorio incierto que pisa cada vez que se sumerge una novela, Tena se gu¨ªa por una idea, ¡°que la escritura no se vea¡±, y un principio, ¡°no aburrir al lector, que es el primer pecado del escritor¡±, y no respira tranquila hasta que la novela no est¨¢ en manos de los lectores ¡°que me devuelven siempre un libro completamente distinto¡±.
Babelia
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