22 de diciembre: el d¨ªa m¨¢s oscuro de la oscura noche espa?ola
Al final de la ma?ana, todos los espa?oles racionales y progresistas nos rendimos suplicando clemencia: no m¨¢s quintos premios, no m¨¢s millones de euros, no m¨¢s descorches de cava
Hoy, 22 de diciembre, Espa?a se hace muy dura de querer. El resto del a?o no me cuesta llevarme razonablemente bien con un pa¨ªs que tiene sus cosillas, pero aguanta muy bien la comparaci¨®n con infinidad de otros pa¨ªses. Pasear por la calle del Carmen en las semanas previas y enfrentarte a la cola de Do?a Manolita ya es una prueba dur¨ªsima; pero, si aceleramos el paso y no miramos mucho, podemos llegar a la plaza de Callao a¨²n convencidos de que Espa?a no est¨¢ tan mal, a pesar de todo. El d¨ªa 22, sin embargo, no hay escapatoria: por c¨¢todos, hercios y bits, la Espa?a m¨¢s supersticiosa, milagrera y contrarreformista ataca, bombardea y vence cualquier foco democr¨¢tico de resistencia. Al final de la ma?ana, todos los espa?oles racionales y progresistas nos hemos rendido y sostenemos a duras penas un trapillo blanco, suplicando clemencia: no m¨¢s quintos premios, no m¨¢s millones de euros, no m¨¢s descorches de cava, no m¨¢s agujeros tapados. Por piedad.
De nada consuela saber que la loter¨ªa es un invento borb¨®nico del siglo XVIII (y, por tanto, sin relaci¨®n con la leyenda negra de los Austrias): el cat¨®lico y carnavalesco pueblo espa?ol la incorpor¨® muy pronto al repertorio de supersticiones, y la tradici¨®n no solo aguanta en un siglo, el XXI, que ha visto c¨®mo la ciencia cura algunos c¨¢nceres y manda sondas al espacio interestelar, sino que se hace fuerte y hegem¨®nica entre un pandemonio de creencias irracionales, como la homeopat¨ªa o la convicci¨®n con la que Pablo Iglesias expresa que ser¨¢ presidente del gobierno. La tele es en buena medida culpable, pues, aunque la loter¨ªa de Navidad tiene una liturgia m¨¢s de pregonero y de art¨ªculo costumbrista de Mesonero Romanos ¡ªcon hu¨¦rfanos incluidos¡ª, es muy teleg¨¦nica. La sobreactuaci¨®n, el delirio, los gritos a las puertas de las administraciones: nada tendr¨ªa la misma fuerza sin c¨¢maras. Por suerte, tan solo dura una ma?ana. Ma?ana fingiremos que no ha pasado nada y podremos volver a defender que Espa?a no es un pa¨ªs tan nefasto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.