Yo es otro
En la era de la informaci¨®n desatada, el lujo de leer sobre gente que no existi¨® ni existir¨¢ se ha reducido al m¨ªnimo
Cada a?o los libros m¨¢s le¨ªdos y mejor criticados del a?o suelen ser la historia de un duelo personal, la muerte de un padre, madre o abuela, una dictadura o una transici¨®n democr¨¢tica contada desde el prisma personal de un ni?o o adolescente que tiene el mismo nombre y apellido del autor. No pocos de esos libros van m¨¢s all¨¢ del testimonio sincero, obras complejas y extra?as que ejercitan de manera personal la modestia de no poder contar m¨¢s que lo vimos. Se enfrentan a esa literatura en yo menor los que a¨²n creen en la ¡°novela-novela¡±, es decir, una novela en que el universo de la ficci¨®n se independiza del testimonio usando, como Bola?o, la riqueza de la tradici¨®n literaria para construir ficciones que no son m¨¢s que combinaci¨®n de mitos.
Emiliano Monge pertenec¨ªa hasta hoy a este segundo grupo. Soy testigo de c¨®mo Emiliano Monge, uno de los escritores m¨¢s cultos de su generaci¨®n, se rebel¨® largamente contra la aparente facilidad de esa literatura del yo. Pero esa misma rebeld¨ªa instintiva no lo ceg¨® a la hora de descubrir que no ten¨ªa una historia m¨¢s compleja, m¨¢s completa, m¨¢s mexicana y m¨¢s universal que la suya. Esa es la verdad ante la que nos enfrentamos todos los que hemos terminado convirtiendo a nuestros padres, amigos o hermanos en personajes. Aceptamos tarde, mal o nunca que la ¨²nica historia que nos importa es la nuestra, que es justamente la ¨²nica que le interesa al lector.
Quiz¨¢s esa victoria de la biograf¨ªa sobre la ficci¨®n pura y dura dice algo m¨¢s profundo sobre nuestra forma de leer, es decir, escribir, el mundo hoy. La ficci¨®n novelesca es, despu¨¦s de todo, un accidente breve en la historia de la literatura. A Homero y a Esquilo, a Shakespeare o a Montaigne no se les hubiese ocurrido nunca contar una historia que fuese completamente inventada. Puede ser que el lujo de perder el tiempo en historias que no pertenecen a la historia es como la ¨®pera, las pelucas o el rap¨¦: una se?al de distinci¨®n de una sociedad burguesa que dejaba as¨ª en claro lo lejos que estaban de sus preocupaciones las necesidades de supervivencia. En la era de la conexi¨®n global y la informaci¨®n desatada y de crisis perpetua, el lujo de leer sobre gente que no existi¨® ni existir¨¢ jam¨¢s parece haberse reducido al m¨ªnimo. El pacto entre el lector y el libro no soporta hoy otra tinta que no sea la sangre del autor que certifique de alguna forma que lo que aqu¨ª se escribe es urgente de leer como fue urgente de escribir.
En No contar todo, Emiliano Monge sigue el recorrido de una estirpe de impostores. Una serie de hombres atados por algo m¨¢s que la sangre en com¨²n, que una y otra vez se inventan vidas y muertes para huir de la responsabilidad de ser ellos mismos. Una genealog¨ªa de mentiras, piadosas s¨®lo a veces, que terminan por engendrar un escritor, es decir, alguien que vive a plena luz del d¨ªa la impostura que sus padres y abuelos arrastraron en la sombra. Alguien, en suma, que tiene permiso para mentir y que decide decirnos de pronto toda la verdad.
La historia de los Monge, en la que se cruzan la pol¨ªtica, el narcotr¨¢fico (nada menos que el nacimiento del cartel de Sinaloa), la revoluci¨®n y la literatura, es suficientemente rica para ser contada en primera persona del singular. Pero esa tentaci¨®n, la de la autoficci¨®n, tan socorrida para los escritores de la generaci¨®n de Emiliano, es justamente el toro con el que el autor de este libro, en tanto sentido ejemplar, torea, libr¨¢ndose a toda suerte de ver¨®nicas y semiver¨®nicas hasta la estocada final.
En No contar todo no hay ficci¨®n m¨¢s all¨¢ de la natural ficci¨®n de la memoria, pero tampoco hay puro y simple testimonio. Las voces de personajes con nombres y apellidos ¡°reales¡± son tratadas con todo el rigor de la ficci¨®n, con una ambici¨®n totalizadora que recuerda m¨¢s a la literatura del boom que a la literatura del yo posmoderna. Es quiz¨¢s eso lo que hace No contar todo, adem¨¢s de un placer, un hito, una forma propia de responder la pregunta a la que nos vemos enfrentados todos los que escribimos novelas desde que empez¨® el siglo XXI: ?qu¨¦ puede un lector hoy creer y querer al mismo tiempo? ?Se puede a¨²n hoy, en que nada es total, intentar la novela total, la que da cuenta completa de un mundo?
?C¨®mo contar las paradojas del M¨¦xico de ayer cuando se tiene apenas tiempo para absorber el r¨ªo de cad¨¢veres de esta ma?ana? Emiliano Monge eligi¨® abrazar a sus muertos, a sus muertes, para contarlas con todo el virtuosismo y la ambici¨®n con que ayer se inventaban novelas. El resultado es un asombroso juego de sombras y luces personales que constituyen sin disimulo un fresco en carne viva de la historia de M¨¦xico. Es tambi¨¦n una historia de hombres solos y de padres tambi¨¦n solos que enfrentan de manera siempre ins¨®lita y propia las obligaciones de la herencia.
¡®No contar todo¡¯. Emiliano Monge. Literatura Random House, 2018. 328 p¨¢ginas. 17,49 euros.
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