El atrevimiento de la adopci¨®n

El cine, como la novela y el teatro, tiene algo que no por obvio deja de ser fant¨¢stico: que un artista pueda recoger un determinado tema, unos subtextos de cierta profundidad, y logre desarrollar el primero y analizar los segundos a trav¨¦s de modos y g¨¦neros radicalmente opuestos.

Pensemos en algo tan complejo, trascendente y de plena actualidad como la adopci¨®n de ni?os y ni?as, desde beb¨¦s hasta casi adultos de 17 a?os, que son adoptados o acogidos por familias de todo tipo, tradicionales, monoparentales o de personas del mismo sexo, a causa de las judicialmente sentenciadas como condiciones negativas para ser criados por sus progenitores naturales. Y puede salir algo tan distinto como el thriller policiaco (y moral) estadounidense Adi¨®s, peque?a, adi¨®s (Ben Affleck, 2007), el drama social espa?ol Marsella (Bel¨¦n Mac¨ªas, 2014) o la comedia familiar Familia al instante, interesante pel¨ªcula de Sean Anders, guionista de otros nada inocentes acercamientos al universo dom¨¦stico, de apariencia blanca pero de ramalazos negros, como Somos los Miller y Padres por desigual.

En las tres pel¨ªculas sobre la adopci¨®n mencionadas est¨¢ la incertidumbre de los nuevos progenitores ante el posible regreso con su madre natural tras su reinserci¨®n; est¨¢ el dolor y la verg¨¹enza, o desverg¨¹enza, de esta ante su comportamiento y actitud en el pasado; y est¨¢ la tragedia de los hijos y su combate interior entre la realidad f¨ªsica consangu¨ªnea, desgraciada y a veces insalvable, y la nueva realidad, habitualmente positiva pero a veces muy mejorable. Tres v¨¦rtices de un tri¨¢ngulo en tantas ocasiones irresoluble, tanto en lo social como en lo moral.

Anders se ocupa en Familia al instante de un amplio marco de personajes unidos por la cuesti¨®n, y desarrolla un tambi¨¦n dilatado arco temporal, desde los primeros pensamientos y las razones para iniciar la adopci¨®n, el proceso administrativo, los grupos de apoyo con otros padres, la labor de los asistentes sociales, las sesiones ante el juez de familia y, naturalmente, la dif¨ªcil convivencia. Y adem¨¢s lo hace en un relato en el que el padre y la madre, acomodados pero en modo alguno ricos, deciden adoptar de una tacada a tres hermanos naturales, de 16, ocho y cuatro a?os, respectivamente, mientras su madre drogadicta est¨¢ en la c¨¢rcel.

Y aunque se apueste por lo hogare?o, ah¨ª est¨¢n ciertas dosis de gamberrismo y de atrevimiento, basadas en situaciones altamente plausibles, con el paradigma m¨¢ximo de un dificil¨ªsimo gag protagonizado por una fotopolla (su verbalizaci¨®n, no su visualizaci¨®n), en una pel¨ªcula de apariencia amable que se supone destinada, precisamente, para ver en familia. Anders lleva con buen ritmo su historia, los int¨¦rpretes tienen carisma y te r¨ªes con el drama sin perder de vista su complejidad. Sin embargo, una innecesaria ¨²ltima frase referente a la madre natural, de corte ideol¨®gico y en la que se toma partido, acab¨® enfadando un tanto a este cronista. Si era imprescindible o no, lo dejamos para sus futuros espectadores.