El soneto y la quintilla, compuestos de maravilla
?lvaro Tato toma los arquetipos de la comedia nueva, sus clich¨¦s argumentales y su variedad m¨¦trica, para hacer pasar un buen rato
M¨¢s de un intento reciente ha habido de rehacer teatro en verso. Los protagonistas de Las palabras, de Pablo Messiez, se despertaban un buen d¨ªa hablando en ripio a pesar suyo (y de buena parte del p¨²blico, que hubiera preferido le regalaran el o¨ªdo con alguna variedad m¨¦trica y estr¨®fica). Mucho m¨¢s trabajada, P¨¢ncreas es una parodia donde Patxo Telleria se burla de las comedias negras del mismo modo en el cual Pedro Mu?oz Seca se mof¨® del drama rom¨¢ntico. ?lvaro Tato va notoriamente m¨¢s en serio en Todas hieren y una mata, ya desde su t¨ªtulo, el¨ªptico y sugestivo. Como Calder¨®n en Gu¨¢rdate del agua mansa, Tato alude a un dicho: las horas de la vida hieren todas, salvo la postrera.
La fertilidad po¨¦tica del Siglo de Oro y su calado social obedecen a que el pueblo todo celebraba con canciones los ritos que jalonan el a?o (Santa ?gueda, los mayos, la cosecha, la trilla¡), que no hab¨ªa amor¨ªo sin ronda, beb¨¦ sin nana ni difunto sin planto. Cada momento de la vida se musicaba y se rimaba. Impresa la poes¨ªa en el ADN colectivo, Lope, Tirso, Calder¨®n, Moreto y compa?¨ªa eran emanaciones l¨®gicas. Y la universalidad interclase de la que gozaron es expresi¨®n firme de que el vulgo ten¨ªa o¨ªdo y no era tan vulgar en todo como hoy lo pintan.
Todas hieren y una mata
Autor: ?lvaro Tato. Int¨¦rpretes: Alba Banegas, Antonio Hern¨¢ndez, Diego Morales, Sol L¨®pez, Carlos Lorenzo. Vestuario: Tatiana de Sarabia. Luz: Miguel ?ngel Camacho. Direcci¨®n: Yayo C¨¢ceres. Madrid. Teatro Fern¨¢n G¨®mez. Del 7 al 24 de febrero.
En el siglo XVII, hasta las noticias llegaban en verso a trav¨¦s de los pliegos de cordel. ?Que el lenguaje de estos apelaba a miedos ancestrales y bajos instintos? No m¨¢s que las declaraciones de alguno de nuestros candidatos a ocupar la Moncloa emitidas esta ma?ana por la radio. Poeta laureado, actor y cantante del grupo madrile?o (y ramire?o) Ron Lal¨¢, ?lvaro Tato tiene el estro po¨¦tico afinado en diapas¨®n aurisecular. Perdonen la an¨¦cdota, pero hace tiempo me lo top¨¦ en el grande de los grandes almacenes, iniciando absorto la lectura de su all¨ª reci¨¦n adquirida edici¨®n cr¨ªtica nueva de una obra de Calder¨®n, como empezaban los ni?os de anta?o a leer los tebeos reci¨¦n comprados sin haber abandonado todav¨ªa el quiosco.
Todas hieren y una mata suena bien y se lee mejor. Lejos de querer hacer cosa novedosa con mimbres a?ejos, Tato toma llanamente los arquetipos de la comedia nueva, sus clich¨¦s argumentales, su variedad m¨¦trica, y los repone negro sobre blanco, con f¨¦ en que si funcionaron en su d¨ªa, funcionar¨¢n hoy. Como Tirso, prefiere la redondilla al romance, aunque alterna ambas estrofas con alguna quintilla, inspiradas seguidillas, sonetos notables, un precioso madrigal¡ En su lenguaje, conviven en armon¨ªa la riqueza l¨¦xica del modelo y algunos anacronismos. Tato apenas utiliza palabras arcaizantes: huye de lo par¨®dico en la misma medida que abraza lo humor¨ªstico.
El conjunto est¨¢ logrado: hace pasar un buen rato a p¨²blico variopinto. El final, da la impresi¨®n de ser anzuelo did¨¢ctico: en los colegios hay mercado para lo cl¨¢sico. Alba Banegas hace una composici¨®n vigorosa del personaje espoleta. En el papel de gal¨¢n, Antonio Hern¨¢ndez tiene la sonrisa alegre y el desembarazo de un joven Ninetto Davoli. Carlos Lorenzo tiene apresto y colmillo de oro de corregidor a punto de l¨ªbido. Gracios¨ªsima, desenvuelta, Sol L¨®pez en su doble papel. Diego Morales dota al criado de vida, color y extensi¨®n: da gusto oirle. Yayo C¨¢ceres lo dirige todo por alegr¨ªas.
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