Dos mil a?os antes de Eur¨ªpides
El director ?lex Rojo y sus actores concilian lo carnal con lo metaf¨®rico en su puesta en escena del 'Poema de Gilgamesh'
Una puesta en escena vigorosa del primer poema ¨¦pico que se conserva. En sus interpretaciones de h¨¦roes y dioses, el director ?lex Rojo y sus actores han conciliado lo carnal con lo metaf¨®rico. Sus criaturas, interpretadas de manera muy f¨ªsica, son reales y al mismo tiempo arquetipos. No importa su dimensi¨®n: el viaje de Gilgamesh es el de cualquier hombre a quien la vida va dando la medida exacta de s¨ª mismo.
Actor atleta, campe¨®n de Espa?a de esgrima art¨ªstica, ?ngel Mauri encarna expresivamente la transformaci¨®n del protagonista desde el inicial d¨¦spota sediento de gestas que gobierna Uruk hasta el ser humano consciente de su finitud en el cual se convierte tras la p¨¦rdida de Enkidu, su igual en todo. Interpretado por Alberto Novillo, el alter ego de Gilgamesh es el hombre natural, m¨¢s noble, directo en sus reacciones y temeroso de lo sagrado que ¨¦l.
Teatro de car¨¢cter ritual y antropol¨®gico, atento a la destreza f¨ªsica y pros¨®dica, este Gilgamesh evoca el trabajo que Peter Brook hiciera en el Mahabharata, a escala 1:10. Lo que all¨ª era magnificente se desarrolla ahora en formato camer¨ªstico, con cinco actores que juegan toda la baraja. Irene ?lvarez, Macarena Robledo y Alfredo Luque son m¨¦diums de un abanico de personajes at¨¢vicos. Como aqu¨ª no hay el suelo de arena que soportaba el montaje que el director rusobrit¨¢nico hiciera de la epopeya hind¨² (pero el espacio est¨¢ igual de vac¨ªo), el iluminador Carlos Laso utiliza el escenario como lienzo de sus pinceles el¨¦ctricos.
Gilgamesh habla de los cambios que comporta constatar la finitud humana, pero tambi¨¦n de c¨®mo el hombre se conduce con ignorancia absoluta de que forma parte de un ecosistema y de la sabidur¨ªa que los sue?os contienen. Alguno de sus leitmotivs reaparecen en obras como la Biblia (el diluvio universal) o El burlador de Sevilla (el banquete de polvo y barro). El espect¨¢culo es elocuente pero lo ser¨ªa m¨¢s de haberle propinado pellizcos humor¨ªsticos como los que punt¨²an el teatro ritual japon¨¦s (no hay n? sin kyoguen) y el kathakali malabar. La m¨²sica electr¨®nica no concuerda con la textura arcana del espect¨¢culo. Ignoro si existe relaci¨®n causal entre este estreno y el del Gilgamesh de Oriol Broggi en la pasada edici¨®n del Grec, pero me inclino a pensar que ambos est¨¢n en sinton¨ªa con el inter¨¦s renovado que la literatura de tradici¨®n oral y su traslaci¨®n esc¨¦nica despiertan.
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