La cubierta de un libro, como arma contra el fascismo
La Biblioteca Nacional exhibe 125 cubiertas de artistas espa?oles creadas en el periodo de las vanguardias
No lograron su objetivo, que era nada menos que intentar cambiar el mundo a partir de sus dibujos e im¨¢genes para las cubiertas de libros. Sin embargo, ilustradores y artistas espa?oles dejaron hace un siglo un legado que "sigue actual, en vigor", dice Alicia Garc¨ªa Medina, comisaria de la exposici¨®n La seducci¨®n del libro. Cubiertas de vanguardia en Espa?a 1915-1936, en la Biblioteca Nacional hasta el 5 de mayo. En la peque?a sala de las Musas se muestran en vitrinas unos 120 libros con portadas que ten¨ªan una evidente intenci¨®n pol¨ªtica y social, "sobre todo con un mensaje pacifista, influencia de la Primera Guerra Mundial, y de alerta contra el nazismo y el fascismo". Dise?os atractivos que serv¨ªan de anzuelo en los escaparates de las librer¨ªas.
Estas peque?as joyas fueron realizadas por artistas de la Edad de Plata de la cultura espa?ola entre los que la comisaria destaca a Ram¨®n Puyol, autor, entre otras, de la cubierta de En los andamios, de Felipe Trigo, en la que varios libros se escalonan como si fueran un armaz¨®n de tablones para una obra; tambi¨¦n, Luis Bagar¨ªa, con su gusto por los motivos de la naturaleza; los trazos sencillos de Francisco Rivero Gil, Rafael de Penagos y sus mujeres elegantes, o el surrealismo de Maruja Mallo, visible en el libro Hollywood (relatos contempor¨¢neos), de Xavier Abril. Son trabajos en los que se constata la influencia de las vanguardias, "del constructivismo, el futurismo o la abstracci¨®n". Una etapa en la que, por ejemplo, se fija para siempre la ic¨®nica imagen del trajeado burgu¨¦s fumando un puro. Junto a la reivindicaci¨®n de estos artistas, la muestra quiere subrayar adem¨¢s "el esfuerzo de los editores que les dejaron trabajar con gran libertad, creo que entonces eran m¨¢s atrevidos", subraya Garc¨ªa Medina. Sin embargo, todo ese esfuerzo qued¨® cercenado en 1936, con la Guerra Civil.
La raz¨®n de esta efervescencia creativa hay que buscarla en que "se vive una gran crisis moral y pol¨ªtica, ante la que se potencia la cultura como r¨¦plica", explic¨® la comisaria en una presentaci¨®n en la que eran visibles los ¨²ltimos retoques de la sala. Tambi¨¦n hab¨ªa una explicaci¨®n mec¨¢nica. "Se trabajaba muy r¨¢pido, gracias a las novedades en las t¨¦cnicas de impresi¨®n como la minerva", una tipogr¨¢fica de peque?as dimensiones. Las nuevas formas de encuadernaci¨®n "auspiciaron la creaci¨®n de secciones espec¨ªficas de dibujo en las editoriales y la contrataci¨®n de pintores, dibujantes e ilustradores", explica en uno de los textos del cat¨¢logo Juan Miguel S¨¢nchez Vigil, profesor de Documentaci¨®n en la Universidad Complutense de Madrid.
Con la producci¨®n en masa, se abarataron los precios para llegar a m¨¢s personas en un pa¨ªs en el que, en 1928, el porcentaje de analfabetos superaba el 30% de la poblaci¨®n, apunta S¨¢nchez Vigil. En la tipograf¨ªa, dominan la armon¨ªa y la geometr¨ªa de la De Stijl y la claridad de la Bauhaus, esta con el rojo, blanco y negro como colores dominantes. La edici¨®n da un salto gigantesco con sus enriquecidas portadas.
"Los autores tocaban todos los asuntos con una modernidad a¨²n hoy sorprendente", como sucede con el fotomontaje que realiz¨® Josep Renau en 1930 para la portada de La emancipaci¨®n de la mujer en la URSS, de Solomin; precisamente, los avances en la liberaci¨®n femenina y su nuevo papel en la sociedad llevan a dibujarlas casi desnudas, como en La moral de las rosas silvestres, de Francisco Aparicio Miranda, o en biquini (La risa del soma, de Lorenzo Rodero). Se plasman tambi¨¦n la lucha obrera, los fuertes v¨ªnculos entre Espa?a y Am¨¦rica o los avances de la modernidad, con los rascacielos y los aviones, como la edici¨®n catalana de Elevaci¨®, ilustrada por Gumersindo S¨¢ez de Morales.
Tampoco se esconde el rechazo al belicismo, como el esqueleto que asoma en la portada de El infierno verde, para manifestar el horror de la guerra del Chaco (entre Paraguay Bolivia), o al fascismo, con un Duce caricaturizado en el libro Mussolini. Un gran actor. Fueron dos d¨¦cadas en las que un conjunto de hojas se pod¨ªa convertir en un potente artefacto porque, como recalca la comisaria, "cada libro contaba una historia en su portada".
Babelia
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