Un c¨®mic de aventuras
Su acercamiento a la amistad y a la fidelidad es el que finalmente sostiene un trabajo solvente pero carente de altura
Documentalista de formaci¨®n, el espa?ol Gerardo Olivares ha ido dotando a sus sucesivas ficciones de propiedades inherentes al formato de la cr¨®nica de los hechos reales, al tiempo que, desde la direcci¨®n contraria, dispensaba a sus documentales con ciertas particularidades de la narraci¨®n novelesca. Siempre apegado a la tierra y a la consustancial influencia del paisaje f¨ªsico sobre el interior de sus criaturas, el director de, entre otras, La gran final (2006) y Entrelobos (2010) ha ido conformando una filmograf¨ªa quiz¨¢ un tanto desigual, pero coherente con un ideario social, pol¨ªtico, humano e incluso tonal, en el que dominan la tolerancia, el gusto por el exotismo y la defensa de la naturaleza.
4 LATAS
Direcci¨®n: Gerardo Olivares.
Int¨¦rpretes: Jean Reno, Hovik Keuchkerian, Susana Abaitua, Enrique San Francisco.
G¨¦nero: aventuras. Espa?a, 2019.
Duraci¨®n: 104 minutos.
En 4 latas, su und¨¦cimo largometraje, una road movie de manual sobre el viaje de tres personajes bien opuestos por el desierto del Sahara y meta final en Mali, en busca de un cuarto al borde de la muerte aunque sobre todo al encuentro consigo mismos, como mandan los c¨¢nones del subg¨¦nero, Olivares apunta algunas de las virtudes de anteriores pel¨ªculas, pero reincide en parte de sus defectos.
Una vez m¨¢s tiene gracia el choque de civilizaciones que, en cambio, acaban fundi¨¦ndose en un abrazo de cordialidad gracias a la influencia de aspectos en principio banales pero de decisiva importancia, y ah¨ª la universalidad del f¨²tbol ejerce de patr¨®n. Sin embargo, como ya le ocurriese en 14 kil¨®metros (2007) y El faro de las orcas (2016), el esteticismo de su propuesta acaba enturbiando los matices casi antropol¨®gicos de su relato. Y a la bella fotograf¨ªa de colores explosivos de Gonzaga Manso se une un tratamiento musical de elefanti¨¢sica presencia, con una desmesurada comparecencia de interludios y de canciones en un tono semejante (buen rollo para la carretera), a la que hay que sumar una banda sonora de Pascal Gaigne que tampoco para de sonar en las secuencias de di¨¢logo. La pel¨ªcula, en determinados instantes, pide silencio, un poco de pausa, y poso en las miradas, pero el tono de simpat¨ªa a machamartillo la lleva por un camino de excesiva superficialidad, como un c¨®mic de aventuras (los dos personajes de Francesc Garrido son casi de Tint¨ªn) que cuando pretende introducir un tema de gravedad, como la inmigraci¨®n subsahariana, se deshilvana sin fuste ni complejidad.
De modo que su acercamiento a la amistad y a la fidelidad es el que finalmente sostiene un trabajo solvente pero carente de altura, en el que son decisivas la experiencia de Jean Reno, la casi animal presencia f¨ªsica y vocal de Hovik Keuchkerian, y el sugestivo rostro machacado por la buena vida de Enrique San Francisco.
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