Esta vez, la revoluci¨®n rusa ser¨¢ televisada
Cada vez hay m¨¢s autores que cuestionan los efectos de una propaganda que llega en forma de noticias, frente al car¨¢cter m¨¢s indirecto y sutil de la ficci¨®n
En octubre de 2017 se vivi¨® la llamada?Russia Content Revolution.?Fue en el mercado audiovisual m¨¢s importante de la televisi¨®n, el MIPCOM de Cannes, en el a?o en el que museos de todo el mundo recordaban el centenario de la Revoluci¨®n Rusa. El pa¨ªs presentaba varias series, entre ellas: la biograf¨ªa Trotski y la adaptaci¨®n de la trilog¨ªa de novelas Alexei Tolstoi Tinieblas y amanecer. El objetivo era abrir caminos para una ficci¨®n pr¨¢cticamente desconocida fuera de Europa del Este. Pero, vista con perspectiva (y visionadas las series, ambas en el cat¨¢logo de Netflix), se puede intuir que aquella estrategia no solo buscaba dividendos comerciales sino tambi¨¦n, al menos en parte, pol¨ªticos.
Es lo que se llama?soft power,?poder blando. El t¨¦rmino lo acu?¨® en 1990 Joseph Nye, para definir cualquier acci¨®n destinada a ganar influencia en el ¨¢mbito geopol¨ªtico apoyada no en la?coerci¨®n m¨¢s directa, sino?en las ideas o en la cultura. La televisi¨®n se considera una de sus herramientas m¨¢s valiosas: en el informe de EU-STRAT The Elements of Russia's Soft Power (2017) se incid¨ªa en la importancia del canal Russia Today para la difusi¨®n internacional de una visi¨®n favorable al gobierno liderado por Vladimir Putin.
Cada vez hay m¨¢s autores que cuestionan los efectos de una propaganda que llega en forma de noticias, frente al car¨¢cter m¨¢s indirecto (y sutil) de la ficci¨®n. En un texto publicado en 2017 en la revista acad¨¦mica Participations la profesora de la Northwestern University en Qatar Miriam Berg demostr¨® c¨®mo el visionado de series turcas propiciaba una visi¨®n favorable del pa¨ªs (en las noticias habitualmente por la deriva autoritaria del gobierno de Erdogan) entre los j¨®venes ¨¢rabes. Igualmente, resulta dif¨ªcil separar la visi¨®n idealizada que se tiene de la democracia danesa de la serie Borgen.
As¨ª que parece justificado prestar atenci¨®n a los valores de soft power de la ficci¨®n rusa. Tanto en Trotski como en Tinieblas y amanecer se reivindican las virtudes de la Revoluci¨®n Rusa y dejan las cr¨ªticas para los excesos cometidos m¨¢s tarde por Stalin. En? las series situadas en el pasado, el anhelo por una Rusia unida, y no ¨²nicamente geogr¨¢ficamente, sirve de motivo central a la historia. Es un motivo visible en las abundantes narrativas sobre la Segunda Guerra Mundial, como en One Hundred Days of Freedom (2018), donde un anciano que regresa de prisi¨®n por actividad contrarrevolucionaria se une a la lucha contra la invasi¨®n nazi. Otra de las series presentadas por Rusia en Cannes fue The Golden Horde, dedicada a los esfuerzos de Yaroslav II de N¨®vgorod por expulsar a los mongoles durante el siglo XIII.
El longevo liderazgo de Putin y su estilo de "hombre fuerte" de ejercer el poder en Rusia han propiciado comparaciones con el zarismo, como en la biograf¨ªa que le dedic¨® el periodista de The New York Times Steven Lee Myers (El nuevo zar. Ascenso y reinado de Vlad¨ªmir Putin, Pen¨ªnsula, 2018). Series como Ekaterina (2014-) y Godunov (2018), pueden explotar el patrimonio hist¨®rico que buscan millones de visitantes cada a?o, pero tambi¨¦n retratan liderazgos fuertes en tiempos de incertidumbres. Pero el poder en la Rusia de Putin tampoco se puede entender sin una determinada proyecci¨®n de la masculinidad y el ejercicio de la violencia. Las series polic¨ªacas rusas est¨¢n repletas de agentes agresivos pero ¨ªntegros movidos por una visi¨®n propia de la justicia. A esta f¨®rmula se adscriben las versiones locales de series internacionales como Life on Mars, Braquo y Luther, pero tambi¨¦n historias originales como la m¨¢s reciente incorporaci¨®n rusa al cat¨¢logo de Netflix, Sparta (2018), donde Artyom Tkachenko interpreta a un polic¨ªa dispuesto a todo para desentra?ar el misterio tras el suicidio de una profesora de un centro de ¨¦lite.
Los dos pr¨®ximos grandes estrenos internacionales rusos, ambos presentados hace unos meses en el MIPCOM, profundizan en este tipo de caracterizaciones: Trigger, sobre un psic¨®logo experto en terapia provocativa, y The Pretender, donde un delincuente se hace pasar por el jefe de una brigada de polic¨ªa criminal. Viejas caracterizaciones para un nuevo orden.
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