Tragedia sin vuelo

Pocas pel¨ªculas invitan tanto a ser llevadas al teatro como las de Lars von Trier: conflictos intensos, personajes tocados por la tragedia, atm¨®sfera dram¨¢tica... El ejemplo m¨¢s claro es Dogville (2003), de clara ra¨ªz brechtiana, adaptada varias veces en distintos pa¨ªses (en Espa?a se estren¨® una producci¨®n en 2011 y en mayo se ver¨¢ otra en el Lliure).

No ha ocurrido as¨ª tanto con Bailar en la oscuridad (2000), aquella dolorosa historia en la que la cantante Bj?rk interpretaba a una mujer ciega condenada a muerte tras una sucesi¨®n de infortunios de los que intentaba evadirse a trav¨¦s de la m¨²sica, quiz¨¢ porque el cineasta solo permite que se represente la adaptaci¨®n del dramaturgo Patrick Ellsworth o tal vez porque es muy dif¨ªcil trasladar a las tablas ese cielo musical alternativo en el que se refugia la protagonista.

Eso es lo que ocurre con la versi¨®n que acaba de estrenarse en Madrid bajo la direcci¨®n de Fernando Soto: apenas brillan las escenas de ensue?o, esas que se supone que deben operar como contraste a la cruda realidad, cosa que aqu¨ª no ocurre. A los n¨²meros musicales les falta vuelo y casi no hay diferencia entre ambos universos, sea el cielo o el infierno. El espec?t¨¢culo, no obstante, mejora a medida que avanza la tragedia: los momentos dram¨¢ticos est¨¢n bien resueltos y logran, como la pel¨ªcula original, que el patio de butacas se llene de l¨¢grimas.