Las brujas de Salem

¡°?Qui¨¦n ve una foto de una chica desnuda y lo primero que piensa es: 'Tengo que matar a esta zorra'? Pues resulta que mucha m¨¢s gente de la que pens¨¢is¡±, reflexiona Lily Colson, protagonista y narradora de Naci¨®n salvaje, en un decisivo punto de fractura de esta pel¨ªcula con tanto sentido del espect¨¢culo como vocaci¨®n incendiaria. La envenenada suavidad de una nana que escribi¨® Ennio Morricone para Dario Argento introduce un pr¨®logo que, casi a la manera de Gaspar No¨¦, da paso a una andanada de perversas promesas publicitarias que, disparadas en efectos tipogr¨¢ficos que asumen los colores de la bandera estadounidense, dejan claro el repertorio de materiales delicados que la pel¨ªcula va a manejar: racismo, violaci¨®n, masculinidad t¨®xica, drogas, asesinato, homofobia, transfobia, nacionalismo¡­ No es f¨¢cil que una pel¨ªcula pueda sobreponerse a semejante promesa y resulta leg¨ªtimo ponerse en guardia ante un trabajo que, en sus primeros minutos, publicita su potencial de transgresi¨®n con tanto impudor, pero Naci¨®n salvaje logra caer de pie entre el fragor de su avasallador exceso de autoestima.

Segundo largometraje de Sam Levinson, hijo de Barry Levinson, Naci¨®n salvaje pone al d¨ªa el tema de las brujas de Salem para la era de los hackeos inform¨¢ticos, el exhibicionismo de Instagram y las conversaciones secretas de Messenger. Lily Coulson es una joven de 18 a?os que alterna la relaci¨®n oficial con su novio de instituto y la liason secreta con el padre de familia que la hab¨ªa empleado como ni?era. Cuando los secretos de toda la comunidad salgan a la luz de la mano de un pirateo inform¨¢tico an¨®nimo, la victimizada hero¨ªna y su grupo de tres amigas ¨Centre las que brilla la actriz trans Hari Nef- se convertir¨¢n en chivos expiatorios de una comunidad pose¨ªda por una furia feroz.

Consciente de sus deudas estil¨ªsticas, Levinson canibaliza la pantalla partida modelo De Palma, sube la apuesta de un c¨¦lebre plano secuencia de Tenebre (1982), rinde expl¨ªcito tributo a un cl¨¢sico japon¨¦s de pandilleras juveniles e invierte un tiempo excesivo en un registro lim¨ªtrofe al de la saga The Purge, que proporciona a la pel¨ªcula sus momentos m¨¢s mec¨¢nicos y reiterativos, pero, al final, no es la forma, sino el fondo lo que gana el pulso. Naci¨®n salvaje culmina con una impugnaci¨®n de la moral dominante que transforma lo aparentemente provocador en inequ¨ªvocamente pol¨ªtico. Su frase final sintetiza el zeitgeist en menos caracteres que un tuit.