Veinte a?os de ¡®Futurama¡¯, un fracaso genial
La serie fracas¨® porque no ten¨ªa m¨¢s remedio: su ambici¨®n art¨ªstica estuvo por encima de las posibilidades de ejecuci¨®n
Veinte a?os han pasado ya desde que Philip J. Fry, un nini de Nueva York con menos luces que un fondo abisal, entregara una pizza en un centro de criogenizaci¨®n y, tras un n¨²mero de slapstick, acabara congelado en una de las cabinas para despertar en la Nochevieja de 2999. Veinte a?os han pasado del estreno de Futurama, y a m¨ª no me queda m¨¢s remedio que escribir esta columna con asombro y ternura: hace ya veinte a?os de casi todas las cosas que me gustan. Ya no me voy a molestar en cortar las rosas del huerto de Ronsard que no cort¨¦ entonces. Memento mori, divino tesoro, etc¨¦tera.
Futurama fue la segunda serie de Matt Groening, cuando en el imperio de Los Simpson no se pon¨ªa el sol y su emperador pod¨ªa hacer lo que le diera la gana. Para m¨ª, mucho mejor que la familia amarilla (ya agotada y autopar¨®dica en 1999): m¨¢s divertida, m¨¢s mordaz, m¨¢s inteligente, m¨¢s compleja y, sobre todo, much¨ªsimo m¨¢s imperfecta. El ¨²nico fracaso de un tipo, Groening, que nunca fracasaba.
Ya quisi¨¦ramos muchos fracasar as¨ª, porque solo los grandes artistas aciertan al fallar. Futurama no fracas¨® porque pinchara comercialmente ni por no devenir un icono pop como la serie matriz, Los Simpson. Fracas¨® porque no ten¨ªa m¨¢s remedio: su ambici¨®n art¨ªstica siempre estuvo por encima de las posibilidades de ejecuci¨®n. Groening no estuvo a la altura de su propio list¨®n casi nunca, pero se esforz¨®, y eso hace de Futurama no solo una obra valios¨ªsima, sino algo directamente inestimable para quien quiera entender alg¨²n destello de los misterios de la creatividad. La genialidad no asoma en la perfecci¨®n, sino en las grietas de lo conseguido a medias, en los desechos de la papelera y en las ideas que no llevan a ninguna parte. Futurama, con sus titubeos, su mundo demasiado disperso, sus argumentos sin sentido, su horror vacui de referencias y gui?os pop y su di¨¢logo cin¨¦filo, da la medida de la grandeza de Groening mucho m¨¢s que el universo c¨®modo, previsible y agostad¨ªsimo de Los Simpson. Por eso merece hoy un recuerdo, veinte a?os despu¨¦s.
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