Rafael S¨¢nchez Ferlosio: la embestida del jabal¨ª
El que sienta la intriga de ver funcionar a toda m¨¢quina la inteligencia de larga zancada e implacable del autor tiene sus 'Ensayos reunidos'
La obstinaci¨®n monoman¨ªaca y la ira diferida y a la vez explosiva anduvieron de la mano desde el primer atisbo de una voz literaria tan ins¨®lita como ¨²nica. Nadie lo encontraba en enero de 1956 para decirle que El Jarama hab¨ªa ganado el premio m¨¢s importante de novela en Espa?a, el Nadal, y lo hab¨ªa hecho por unanimidad por primera vez en su historia. Probablemente andaba perdido con su novia Carmen Mart¨ªn Gaite por tierras de Andaluc¨ªa, cuando ya hab¨ªa dejado a todos, empezando por su padre Rafael S¨¢nchez Mazas, boquiabiertos con las cabriolas subversivas de su delicada imaginaci¨®n en Las industrias y andanzas de Alfanhu¨ª... Hasta que se cans¨®, de s¨ª mismo y de los dem¨¢s, de la pantomima de la vida literaria y la celebraci¨®n efusiva de todos, de las entrevistas y los camelos de la fama. Rafael S¨¢nchez Ferlosio ¡ªfallecido hoy a los 91 a?os¡ª se abroncaba a s¨ª mismo para evitar incurrir en la especie aborrecida del literato y se autoprogram¨® contra la enfermedad de la petulancia intelectual y las pretensiones extraviadas de ser algo o alguien: vino a ser la contrafigura ¨®ptima del literato profesional, Camilo Jos¨¦ Cela.
Del encierro en s¨ª mismo saldr¨ªa cambiado y temiblemente armado desde los a?os setenta con artilugios ling¨¹¨ªsticos y argumentos te¨®ricos sin freno. De esa disposici¨®n an¨ªmica para la persecuci¨®n obstinada del matiz y de la idea ofrecer¨ªa paradojas y digresiones luminosas en Las semanas del jard¨ªn para no dejar ya de crecer su figura p¨²blica e involuntaria de sabio cr¨ªptico, de tejedor de palabras sin jersey alguno que fabricar, de lento rumiante caprichoso y desmedido que no suelta un asunto, un tema, una cita, un refr¨¢n hasta agotarlo (o agotarse). Ese ensayista fue ultraminoritario pero favorecido por la buena fama de los happy few.
Su voz narrativa de juventud no tuvo nada que ver ya con el ensayista que restall¨® en democracia con furia y disciplina, o como el jabal¨ª que embiste por su cuenta, tal como hab¨ªa defendido en alg¨²n art¨ªculo juvenil. La embestida del jabal¨ª regres¨® en su edad madura y posiblemente sea la hebra m¨¢s potente para conectar con los nuevos lectores radicales, nunca tan radicales como ¨¦l, cuando abord¨® los secretos de la pasi¨®n de conocer sin ceder a las frases hechas, sin dejar de exprimir cada rinc¨®n de una declaraci¨®n pol¨ªtica o de un refr¨¢n heredado, cada quiebra de incoherencia en un argumento aparentemente irrefutable. La confabulaci¨®n de la fratr¨ªa de amigos (Juan Benet, Juan Garc¨ªa Hortelano, Jes¨²s Aguirre) algo tuvo que ver en la imperiosa aparici¨®n de nada menos que cuatro libros de una sola tocada en 1986. Javier Pradera emplaz¨® a semejante desembarco a Ferlosio para sacar en Alianza editorial Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, otro ensayo nacido de unas declaraciones inquietantes de Felipe Gonz¨¢lez, Campo de Marte 1. El ej¨¦rcito nacional, y aun el extracto de una novela inacabable e inacabada que encontr¨® una fijaci¨®n parcial en El testimonio de Yarfoz: parec¨ªa un meteorito ca¨ªdo de otro cielo reflexivo en medio de la introspecci¨®n burguesa de la nueva novela democr¨¢tica. El escritor de batalla no se agot¨® ah¨ª porque ese mismo a?o de 1986 las ediciones de EL PA?S publicaban reunido su abundante articulismo guerrillero, a bayoneta calada, en La homil¨ªa del rat¨®n.
De sus m¨¢s altas batallas contra la hipocres¨ªa y la autocomplacencia, contra los t¨®picos y el pensar desiderativo en lugar de racional puede que queden, sobre todo, las iluminaciones feroces, humor¨ªsticas y tambi¨¦n amargas, de un libro lapidario como fue en 1993 Vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos. Pero el que sienta la intriga de ver funcionar a toda m¨¢quina y sin l¨ªmites una inteligencia de larga zancada e implacable consigo mismo y con los dem¨¢s, tiene en cuatro espl¨¦ndidos vol¨²menes de la editorial Debate sus Ensayos reunidos. Ah¨ª le espera su lectura hipercr¨ªtica sobre las haza?as espa?olas en Esas Yndias equivocadas y malditas, en 1994, o le aguarda la pelea contra la l¨®gica armantent¨ªsica o las diatribas m¨¢s ¨¢cidas y ¨¢speras que los sucesivos gobiernos socialistas recibieron en la prensa espa?ola entre los a?os ochenta y noventa.
Para desengrasar siempre podr¨¢ volver a la intermitencia fulgurante de un subg¨¦nero mayor, el pecio de sus amores, reunidos todos en Campo de retamas, 2015, aunque fuese bajo aviso preventivo, como escribi¨® en uno de ellos: ¡°Ojo conmigo¡±.
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