Ojal¨¢ Pamela Adlon te suelte cuatro frescas

Better Things y Pamela Adlon son dos de las m¨¢s sutiles, inteligentes y delicadas maravillas que le han pasado a la tele en los ¨²ltimos tiempos. Por eso me da tanta rabia percibir que, en esta tercera temporada, reci¨¦n estrenada en HBO, ha perdido esa mezcla de mordacidad e ingenuidad desinhibida y militante que tanto me sedujo. Tal vez los proyectos peque?itos tengan un desarrollo peque?ito y, como los chicles, pierdan enseguida su sabor: no se puede estirar a lo culebr¨®n lo que naci¨® como una historia min¨²scula. Tal vez la serie no ha sobrevivido a la ca¨ªda en los infiernos de su coproductor, Louie C. K., gran amigo de Pamela Adlon.

En principio, no tendr¨ªa por qu¨¦ notarse su marcha, pero solo puedo atribuir a su ausencia que lo que antes sonaba nuevo ahora recuerde demasiado a escenas ya vistas. Better Things era maravillosa porque miraba la vida cotidiana sin rehuir ning¨²n dilema ni incomodidad, y desde el ¨¢ngulo menos previsible. Esta temporada, en cambio, acumula lugares comunes sin descanso: sobre la menopausia, sobre el nido vac¨ªo, sobre la vejez. Los mismos temas que trataba antes, pero sin gracia y casi dir¨ªa sin coraje, como si los guionistas fueran el propio personaje de Pamela Adlon y estuviesen muy cansados de rellenar p¨¢ginas.

Si no la han visto, corran a ver las dos primeras temporadas. Adlon se hace querer en ellas tanto como se hace odiar y nos presenta algo ins¨®lito en la tele ¡ªy casi tambi¨¦n en el cine¡ª: un mundo sin h¨¦roes donde muy a menudo estrangular¨ªas a las personas a las que amas, y te sientes un monstruo por querer estrangularlas. Quienes viven forzando las apariencias, tratando de ser los mejores padres, los mejores profesionales y los m¨¢s molones de su grupo de amigos, merecer¨ªan que Pamela Adlon les soltara cuatro frescas.