Paseo por el amor y la muerte
Relata la improbable relaci¨®n entre una adolescente con enfermedad terminal y el menos emp¨¢tico compa?ero de clase que se pueda concebir

Hace tiempo qued¨® instalado en Occidente el prejuicio de que el sexo y la violencia eran las principales materias primas que nutr¨ªan tanto el imaginario de la animaci¨®n japonesa como el del manga. En realidad, las po¨¦ticas de la transgresi¨®n y las de la delicadeza han tenido siempre su espacio en el seno de una cultura popular diversa, transversal y, sobre todo, intergeneracional. En el tipo de ficciones que la animaci¨®n japonesa ha exportado han prevalecido a veces unos tonos sobre otros y, frente a ese dominio de lo ultraviolento a finales de los ochenta, el romanticismo exc¨¦ntrico de Makoto Shinkai parece hoy la unidad de medida rectora en muchas decisiones de distribuci¨®n. Lo que ocurre es que el modelo Shinkai es tan delicado y evanescente que, a menudo, los trabajos realizados bajo su inspiraci¨®n se pueden quedar en lo llanamente afectado y cursi.
QUIERO COMERME TU P?NCREAS
Direcci¨®n: Shin'ichir? Ushijima.
Animaci¨®n
G¨¦nero: drama. Jap¨®n, 2018.
Duraci¨®n: 108 minutos.
Un t¨ªtulo como Quiero comerme tu p¨¢ncreas parece una broma cultural: suena a pel¨ªcula de anime extremo con canibalismo incluido, pero, en realidad, es una historia de amor sostenida sobre un fen¨®meno de ¨²ltima generaci¨®n que reformula, para el mercado adolescente, el viejo tema rom¨¢ntico de la cierta glamurizaci¨®n de la enfermedad incurable. El pasado y el presente de la distorsionada percepci¨®n occidental del anime concentrados, en suma, en un solo t¨ªtulo. La pel¨ªcula parte de una novela de Yoru Sumino, inicialmente serializada en la Red, que ya hab¨ªa sido adaptada al manga en 2016 y al cine de imagen real en 2017.
Primer largometraje de Shin¡¯ichir? Ushijima, Quiero comerme tu p¨¢ncreas relata la improbable relaci¨®n entre una adolescente con enfermedad terminal y el menos emp¨¢tico compa?ero de clase que se pueda concebir. La elecci¨®n no es caprichosa: ella busca a un interlocutor que no se sienta afectado por la situaci¨®n. No obstante, queda claro que el dispositivo narrativo se pondr¨¢ al servicio de una convencional din¨¢mica de humanizaci¨®n del personaje masculino. La animaci¨®n es funcional y no especialmente imaginativa, mientras que el relato discurre por terrenos exasperantemente redundantes. No basta con algunos elementos decorativos ¨Cdesenfoques, reflejos- para impostar un sentimiento que no se hace forma.
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