La c¨¢lida torer¨ªa de Juan Ortega
El diestro sevillano da una vuelta al ruedo ante una blanda y deslucida corrida de El Torero
Con el capotito recogido sobre el brazo izquierdo y la montera sostenida con la mano diestra, Juan Ortega dio una despaciosa vuelta al ruedo tras la muerte del segundo toro de la tarde. El premio, un¨¢nime, se produc¨ªa tras una petici¨®n de oreja que no alcanz¨® a ser mayoritaria, seguramente -y con raz¨®n- por la defectuosa colocaci¨®n de la estocada.
Pero ?y qu¨¦ importa la oreja? Al fin y al cabo, los trofeos no son m¨¢s que despojos que sirven para rellenar estad¨ªsticas. El toreo es -o deber¨ªa ser- otra cosa, algo mucho m¨¢s transcendental. Son momentos, pasajes, lances o muletazos que quedan en la memoria y que nutren el alma de un aficionado.
Lances como un par de excelsas ver¨®nicas que ejecut¨® Juan Ortega en un quite ante ese segundo. Embarcando la embestida adelante para llevarla mecida con suprema cadencia hasta m¨¢s all¨¢ de la cadera. O la media con la que cerr¨®, perfecta, torer¨ªsima.
EL TORERO/GALV?N, ORTEGA, AGUADO
Toros de El Torero y un sobrero (5? bis) de Lagunajanda, desiguales de presentaci¨®n, blandos y muy deslucidos.
David Galv¨¢n: dos pinchazos y estocada (palmas); pinchazo y estocada tendida y algo atravesada (silencio).
Juan Ortega: estocada baja y trasera _aviso_ (vuelta al ruedo tras petici¨®n minoritaria de oreja); pinchazo _aviso_, otro pinchazo, estocada delantera y tendida y un descabello _segundo aviso_ (palmas).
Pablo Aguado: media estocada trasera y tendida (silencio); estocada desprendida y ligeramente trasera y contraria, tres descabellos _aviso_ y otro descabello (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. Corrida del Domingo de Resurrecci¨®n. Alrededor de un cuarto de entrada (8.007 espectadores, seg¨²n la empresa).
Y qu¨¦ decir del ramillete de redondos y naturales logrados en el ¨²ltimo tercio. De afuera adentro y de arriba abajo, como es el toreo. No fue el suyo un trasteo perfecto, principalmente por culpa de la manifiesta fragilidad del toro, pero s¨ª cont¨® con momentos extraordinarios, los ¨²nicos que dieron algo de calor a una tarde fr¨ªa y desangelada.
Templad¨ªsimo en todo momento, Ortega se coloc¨® en el sitio, cruzado, enfrontilado, y dej¨® siempre la muleta muerta en el hocico del toro. Y esper¨®. Y tir¨® de ¨¦l, llev¨¢ndolo toreado hasta el final. Con gusto y torer¨ªa, esas virtudes fundamentales de las que carece la inmensa mayor¨ªa del escalaf¨®n actual.
El toro de El Torero, al que cuidaron en varas, tuvo nobleza, pero la fortaleza justa. Adem¨¢s, como a lo largo de todo el festejo, el viento sopl¨® con fuerza, dificultando notablemente la labor del torero y oblig¨¢ndole a plantear la faena cerrado en el tercio.
Y ah¨ª, lo m¨¢s resguardado posible, Juan Ortega reivindic¨® el car¨¢cter art¨ªstico de este oficio, salpicando las sucesivas tandas de redondos y naturales con detalles de enorme belleza, como una trinchera que hizo crujir los tendidos. ?Qu¨¦ diferencia hay entre torear y pegar pases!
La plaza estaba entregada -muchos recordaban la gran actuaci¨®n que protagoniz¨® el sevillano el pasado 15 de agosto-, pero el triunfo definitivo tampoco lleg¨® en el quinto, un deslucido sobrero de Lagunajanda que se movi¨® sin clase y a la defensiva.
Tambi¨¦n hab¨ªa expectaci¨®n con el regreso a Madrid de Pablo Aguado, otro joven sevillano que dej¨® un magn¨ªfico sabor de boca la pasada Feria de Oto?o. Y aunque, en alg¨²n momento, se pudo vislumbrar el buen concepto que atesora, Aguado se estrell¨® con un lote nada propicio. Tras quedar pr¨¢cticamente in¨¦dito y sufrir una escalofriante voltereta frente al feo tercero, hizo un esfuerzo y trag¨® de lo lindo ante el sexto, que se quedaba corto y derrotaba con sa?a al final de los muletazos.
Con las manos vac¨ªas se march¨® tambi¨¦n David Galv¨¢n, que no pudo m¨¢s que justificarse ante otros dos bland¨ªsimos astados de la decepcionante corrida de El Torero.
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