Una vida invisible
El alzh¨¦imer abre una brecha entre los miembros de una pareja: ¨¦l militar, ella condenada a la espera y a la invisibilidad
En el desenlace de La primera cita, Jes¨²s Ponce encuentra una sencilla soluci¨®n visual para transmitir algo complejo. Y lo hace con la honestidad del ilusionista que sabe que sus espectadores descubrir¨¢n su truco de magia, pero que, a la postre, eso da igual porque, mientras llegue el mensaje, nadie va a romper el pacto. Su truco consiste en la armonizaci¨®n de temporalidades distintas dentro de un mismo plano: su plasmaci¨®n, candorosamente artesanal, da una buena medida de la modestia con que, en cuestiones de producci¨®n, se ha levantado este quinto largometraje del cineasta sevillano, en cuyo interior brilla el potencial del excelente melodrama que la pel¨ªcula no llega a ser. Y ese desenlace tambi¨¦n da una cierta pista de que lo que ha condicionado el conjunto: ojal¨¢ Ponce hubiese recurrido m¨¢s veces, como aqu¨ª, a la elocuencia de la imagen en lugar de confi¨¢rselo todo a las palabras.
LA PRIMERA CITA
Direcci¨®n: Jes¨²s Ponce.
Int¨¦rpretes: Isabel Ampudia, Sebasti¨¢n Haro, Mercedes Hoyos, V¨ªctor Clavijo.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2018.
Duraci¨®n: 104 minutos.
En La primera cita, el alzh¨¦imer abre una brecha entre los miembros de una pareja: ¨¦l militar, ella condenada a la espera y a la invisibilidad. Los vaivenes de la memoria de la esposa har¨¢n que salga a la luz una vieja infidelidad, que obligar¨¢ al militar retirado a poner en cuarentena el recuerdo de una vida asentada sobre los cimientos de lo que uno ha dado por hecho, pero quiz¨¢ nunca se hab¨ªa ganado.
Con un material as¨ª, delicado como todos los que sostienen un melodrama puro, Mikio Naruse podr¨ªa haber bordado un discurso atravesado por su penetrante sabidur¨ªa humanista y un creador mediocre hubiese facturado un vergonzante culebr¨®n. Jes¨²s Ponce no juega en los extremos, pero una mayor voluntad de estilo y una direcci¨®n de actores m¨¢s arm¨®nica hubiesen reafirmado la fuerza de su propuesta. La tensi¨®n entre el desvalimiento y la rapidez de reflejos para la supervivencia que transmite el rostro de la protagonista Isabel Ampudia, as¨ª como la densa, comprensiva mirada de Mercedes Hoyos, se revelan las incuestionables fortalezas de una pel¨ªcula que quiz¨¢ hubiese requerido que Sebasti¨¢n Haro imprimiese otra dureza, m¨¢s marcada, a su personaje para ir matiz¨¢ndola, desintegr¨¢ndola en el curso de la trama.
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