Lo perfecto no tiene explicaci¨®n

Quien quiera saber c¨®mo tore¨® Morante a la ver¨®nica que vea las im¨¢genes. Lo perfecto no tiene explicaci¨®n.

Eran las 18:37 minutos de la tarde. El primer toro acaba de salir al albero. Los espectadores rezagados buscan su localidad. La gente sisea y pide silencio. Solo se oye la voz estridente de un acomodador que trata in¨²tilmente de explicar a un se?or extranjero con barba, melena y gorra a lo Forrest Gump que ocupe su asiento. Gobernador, as¨ª se llamaba el toro, corretea, y la cuadrilla se siente incapaz de pararlo. Morante, vestido de verde y oro, se sale un poco m¨¢s all¨¢ de la segunda raya y, cuando parec¨ªa perdida toda esperanza, le ense?a el capote al toro, obedece el animal con bondad y elegancia, y ah¨ª, inesperadamente, comienza una obra de arte, sin prisas, sin alboroto, despaciosamente; una ver¨®nica, y otra, y otra, cada cual m¨¢s lenta, con la barbilla hundida en el pecho, con la plaza alocada, ensimismada, entusiasmada¡­ Y as¨ª, hasta seis capotazos excelsos, pre?ados de hermosura, empaque y torer¨ªa. A¨²n quedaba una media interminable, como si fuera un brochazo final, y una larga torer¨ªsima¡­

Y hubo m¨¢s: un quite por delantales ajustados y una media verdaderamente?arrebuj¨¢, y otro por preciosas chicuelinas. Ah¨ª queda eso¡­

Ea, se?ores, ya se pueden ustedes marchar a casa. Acaban de ver la belleza del toreo en estado puro, ese toreo que nace del alma y te llega muy dentro. Un verdadero misterio. Por tal raz¨®n, quien quiera saber c¨®mo tore¨® Morante a la ver¨®nica que vea las im¨¢genes. Pero ser¨ªa mejor que las so?ara¡­

Sin embargo, la corrida dio para m¨¢s. El Juli cort¨® tres orejas y sali¨® por sexta vez por la Puerta del Pr¨ªncipe, y al quinto toro le dieron la vuelta al ruedo. Y Perera no estuvo bien.

El Juli es un maestro consumado, poseedor de una inteligencia privilegiada y una t¨¦cnica prodigiosa. El ¨²nico problema es que se cuida en exceso y solo torea corderitos con piel de toro, como los dos de ayer. El primero parec¨ªa un perrito faldero, con el que el torero jug¨® a placer en una labor de m¨¢s a menos. Ante el quinto, manso en el caballo y de noble recorrido en el tercio final, tore¨® a placer, con m¨¢s conocimiento que emoci¨®n, si bien sobresali¨® en un par de naturales verdaderamente hermosos. Alarg¨® en exceso la faena, pero al matar de una estocada, le concedieron las dos orejas solicitadas por un animoso p¨²blico. El presidente le hab¨ªa concedido otra sin petici¨®n mayoritaria ante el segundo y decidi¨® premiar al quinto con la vuelta al ruedo. Mala tarde del us¨ªa, que ech¨® un negro borr¨®n a su trayectoria.

Morante no dio m¨¢s de s¨ª. Lo intent¨® con el toro de la sinfon¨ªa, pero era tan d¨®cil que no dec¨ªa nada, y el cuarto era un marmolillo.

Y Perera lo intent¨® de veras, pero casi nada le sali¨® a derechas. Y eso que su lote fue noble y bondadoso. Por cierto, Javier Ambel y Curro Javier, saludaron por su torer¨ªa con banderillas y capote.