Un futuro de m¨¢quinas, sexo y est¨®mago
La extensa correspondencia entre el poeta Jorge Guill¨¦n y el historiador Am¨¦rico Castro retrat¨®, desde el exilio, un mundo que cambi¨® radicalmente durante la posguerra
Que epistolarios, dietarios y diarios pueden ofrecer valios¨ªsima informaci¨®n sobre la personalidad y las ideas de escritores, intelectuales y artistas es una verdad irrefutable. Lo es igualmente que Jorge Guill¨¦n y Am¨¦rico Castro son dos de los grandes nombres de la cultura espa?ola del siglo XX, cada uno en su campo de actividad, y ambos con la circunstancia com¨²n compartida de pertenecer a esa tercera Espa?a que hubo de poner pies en polvorosa al estallar de la Guerra Civil. El presente volumen, fragmento del ambicioso proyecto que alberg¨® el gran Claudio Guill¨¦n de editar ¨ªntegro el epistolario de su padre, ilumina significativamente la trayectoria y las ideas de estas dos grandes figuras, y ofrece una interesante visi¨®n de hechos, personas y obras presentes en sus vidas. Y, por a?adidura, estas cartas est¨¢n excelentemente escritas, y comunican talento y pasi¨®n intelectuales a mansalva.
El lector se ver¨¢ recompensado copiosamente: vislumbrar¨¢ una amistad tendida a lo largo de d¨¦cadas, con sombras tutelares como la de don Pedro Salinas, y ver¨¢ tejerse las relaciones cuasifamiliares entre ambos protagonistas, gracias al matrimonio de Teresa, la hija de Guill¨¦n, con Stephen Gilman, dilecto alumno de Castro (y qu¨¦ bien muestran estas cartas cu¨¢nto hizo este por su carrera acad¨¦mica), o a la excelente relaci¨®n de don Am¨¦rico con Claudio Guill¨¦n, a quien llev¨® a Princeton. Hay mucho m¨¢s, claro, que la cr¨®nica menuda de las relaciones personales ¡ªtan importante, por otro lado, para entender las vidas de los desterrados¡ª: conocemos tambi¨¦n las inc¨®gnitas y las expectativas angustiadas ante la p¨¦rdida de una Espa?a liberal e ilustrada vista desde el exilio norteamericano ¡ªCastro se nacionaliz¨® en 1944; Guill¨¦n nunca quiso¡ª, materialmente satisfactorio, pero humanamente insuficiente. Escribe el poeta en la memorable carta 110 (diciembre de 1953): ¡°?Plenitud! los dos nos encontramos ya en lo que llaman los sixties; los dos vivimos fuera de nuestra patria. S¨®lo all¨ª habr¨ªa llegado nuestra vida social a su desarrollo pleno [¡]. S¨ª, una larga emigraci¨®n implica en este sentido ¡ªel social¡ª cierta frustraci¨®n¡±. Frustraci¨®n, dice Guill¨¦n, desde la a?oranza de una Espa?a ¡°que a?oramos porque era posible¡±, y desde la ambivalencia de sentimientos hacia el nuevo pa¨ªs de acogida ¡ªcomo emigrados, no como emigrantes, diferencia nada balad¨ª¡ª, donde hacerse una nueva vida (¡°?Qui¨¦n no ha aprendido aqu¨ª m¨¢s de una lecci¨®n, desde el fregar los platos con gusto hasta el llegar a las citas con puntualidad?¡±) metamorfoseada en existencia norteamericana (¡°Ant¨®, mi nieto, es mucho m¨¢s americano ¨¦l solo que Einstein y Thomas Mann juntos¡±). S¨ª, la conclusi¨®n es inescapable: ¡°Alguna consecuencia se derivar¨¢ de tanto tomato juice en que hemos comulgado¡±. La respuesta de Castro, anuente en parte, es desgarradora.
Esta correspondencia consigna el desarrollo de las obras respectivas y anota los honores y premios recibidos ¡ªy en el caso de Castro, sus jupiterinas pol¨¦micas¡ª. Allega tambi¨¦n este libro el di¨¢logo sincero y profundo sobre la poes¨ªa de Guill¨¦n, a la que Castro dispens¨® atenci¨®n desde siempre (la rememoraci¨®n de una sobremesa de lectura y comentario de poemas de C¨¢ntico en la casa de Castro en la calle de Oquendo de Madrid aparece como leitmotiv de una vida perdida y a?orada en varias de estas cartas), como muestran las cartas 53 y 55-57; o el profundo intercambio de ideas acerca de la formidable revisi¨®n cr¨ªtica de la historia espa?ola emprendida por Castro a partir de su Espa?a en su historia (1948), maduramente glosada por un Guill¨¦n que se complace en comunicar a su corresponsal los juicios favorables de amigos y colegas (as¨ª el propio Salinas, cartas 70, 72), y explicada por un Castro ¡ªv¨¦ase la densa y elocuente carta 79¡ª a quien, casi literalmente, le va la vida en ello.
Son muchos a?os, y hacia el final de ellos nuestros longevos protagonistas perciben ¡ªcon lucidez casi prof¨¦tica¡ª que el mundo que conocieron se les va escapando de entre los dedos. Escribe Castro a Guill¨¦n (9-2-1964): ¡°Camina toda la humanidad hacia un futuro de m¨¢quinas, sexo, est¨®mago y desquiciamiento. Oigo ahora en la radio un concierto de Boston ¡ªm¨²sica en que se desintegran el manicomio y el pandem¨®nium. Ayer llegaron a New York los bailarines y musicantes de Londres, los Beatles, un grupo de beatniks. Fueron seguidos por entusiastas aullidos de una horda de teenagers que la polic¨ªa no pudo contener. Con ello concuerda la discordante sinfon¨ªa de Chipre, y lo de Guant¨¢namo y lo de Vietnam. Cualquier d¨ªa este planeta va a ponerse a girar del rev¨¦s¡± (carta 164). Esa misma carta contiene una alusi¨®n metaepistolar que hace sonre¨ªr al lector. Escribi¨® Castro, orgulloso del acervo epistolar reunido a lo largo de los a?os (pese al expolio sufrido cuando el 36): ¡°De Ud. tengo mucho y bueno (a lo mejor dentro de mucho se publica el carteggio)¡±. El momento lleg¨®, en efecto, y al lector le corresponde ahora apreciar lo en verdad mucho y bueno que este volumen nos ofrece acerca de las ideas y andanzas de dos espa?oles eminentes.
Precede a la edici¨®n de las cartas, no libre de errores, una introducci¨®n de bajo vuelo ¡ªque se torna ¨ªnfimo cuando va lastrada por la inane faramalla te¨®rica a la que el autor se acoge en busca de una legitimaci¨®n acad¨¦mica ni necesaria ni requerida¡ª. La anotaci¨®n que las acompa?a traquetea entre la inanidad y la reiteraci¨®n, sazonada con tal cual error de bulto (notas 30, 114, 155, 437, 898, 1170, entre otras). Pero eso es lo de menos: son las cartas, con el latido de vida que a¨²n transmiten, las que recompensar¨¢n con creces a sus lectores.
Correspondencia (1924-1972). Jorge Guill¨¦n y Am¨¦rico Castro. Edici¨®n de Manuel J. Villalba. Ediciones Universidad de Valladolid, 2018. 419 p¨¢ginas. 25 euros.
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