¡®Chern¨®bil¡¯: una pel¨ªcula de terror

Hasta hace pocos a?os, el documental era un g¨¦nero ¨ªnfimo que se usaba como narc¨®tico a la hora de la siesta o para rellenar las franjas m¨¢s ingratas de la programaci¨®n. El prestigio y el p¨²blico que ha ganado en los ¨²ltimos tiempos no solo ha cambiado esa percepci¨®n bostezante, sino que ha llevado a clasificar como documentales cosas que, a todas luces, no lo son. Es el castigo del prestigio: cuando una etiqueta mola, colg¨¢rsela a cualquier producto lo sube de cach¨¦, como bien saben los productores de embutidos que imprimen el adjetivo ib¨¦rico en sus chorizos y jamones.

HBO ha vendido Chern¨®bil como una miniserie documental, pero en realidad es una ficci¨®n basada en hechos reales. Al menos, el ¨²nico episodio que han emitido, puede que luego la cosa cambie. La historia se cuenta como se contar¨ªa en cualquier ficci¨®n, con actores, un guion dram¨¢tico que dosifica el suspense y una puesta en escena cinematogr¨¢fica. Un documental persigue por definici¨®n el documento y el testimonio, y aqu¨ª no hay ni lo uno ni lo otro. S¨ª los hab¨ªa en el libro que ha inspirado en buena medida la serie, Voces de Chern¨®bil, de la premio Nobel Svetlana Alexievich, una obra hecha con relatos de testigos que se unen como teselas de un mosaico de horrores.

Creo que han vendido como documental esta ficci¨®n basada en hechos reales porque si dijeran que es lo segundo sentir¨ªan que banalizan el sufrimiento y la dimensi¨®n de la cat¨¢strofe narrada, convirti¨¦ndola en un telefilme de sobremesa. Un documental es digno y respetuoso, mientras que un basado en hechos reales se asocia al morbo y a lo cutre. Se dice que es un documental para que nos pongamos alerta y nos encojamos de miedo en el sof¨¢. Y funciona: Chern¨®bil es aterrador no solo por lo que cuenta sino por c¨®mo lo cuenta. Sin etiquetas.