Puerta grande para Roca Rey
El diestro peruano entusiasm¨® a Las Ventas con una dominadora faena a un manso y encastado toro de Parlad¨¦
PARLAD?/EL CID, L?PEZ SIM?N, ROCA REY
Toros de Parlad¨¦, ¡ªel tercero, devuelto¡ª, bien presentados, astifinos, cumplidores en los caballos, muy nobles y descastados; el sexto, muy manso y encastado. Sobrero del Conde de Mayalde, bien presentado, noble y soso.
El Cid: pinchazo, media baja y dos descabellos (palmas); media estocada ¡ªaviso¡ª (gran ovaci¨®n de despedida).
L¨®pez Sim¨®n: estocada ca¨ªda ¡ªaviso¡ª (oreja); pinchazo hondo tendido y un descabello (ovaci¨®n).
Roca Rey: ¡ªaviso¡ª bajonazo (silencio);?¡ªaviso¡ª estocada (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande. Sufri¨® una herida de 6 cent¨ªmetros en el muslo derecho, contusiones y erosiones m¨²ltiples de pron¨®stico reservado.
Plaza de Las Ventas. 22 de mayo. Novena corrida de feria. Lleno de 'no hay billetes' (23.624 espectadores, seg¨²n la empresa). Asistieron el Rey em¨¦rito Don Juan Carlos y la Infanta Elena desde la meseta de toriles.
Roca Rey sali¨® por la puerta grande de la plaza de Las Ventas, la segunda vez de su carrera como matador, ganada a pulso a base de coraje, disposici¨®n, firmeza y arrojo. Le cort¨® merecidamente las dos orejas al sexto de la tarde, un manso de libro que embisti¨® con casta a la muleta de un torero dispuesto a todo con tal de alcanzar la gloria.
Huidizo y corret¨®n se comport¨® de salida ese toro, huy¨® del capote del peruano y del caballo, a pesar de lo cual el torero brind¨® a la concurrencia. En el centro del anillo lo recibi¨® con tres pases cambiados por la espalda que animaron la tarde. El toro obedeci¨® con casta, repiti¨® la embestida y Roca Rey lo someti¨® seguro y muy torero por ambas con muletazos largos y henchidos de hondura. Escuch¨® un aviso antes de perfilarse para matar, pero la estocada fue tan contundente que el doble trofeo fue solicitado por la inmensa mayor¨ªa de los asistentes entusiasmados con el torero peruano.
La corrida estaba saliendo blanda y tontona, pero el tercer toro fue devuelto por su invalidez manifiesta y sali¨® en su lugar un sobrero del Conde de Mayalde, pero de la misma procedencia domecq que los titulares. Roca Rey lo recibi¨® con excesiva suficiencia, y quiso jugar con el capote en la mano. Pero el toro, que era un toro que acababa de salir al ruedo, le ley¨® el pensamiento y se molest¨® con la actitud de su lidiador. Al menos, as¨ª pareci¨® cuando lo enganch¨® por la cintura cuando el torero se dispon¨ªa a burlarlo por gaoneras. Lo lanz¨® por los aires con estr¨¦pito y, una vez en el suelo, volvi¨® a voltearlo por la taleguilla. Como todo sucedi¨® cerca de las tablas, pronto acudi¨® el habitual auxilio de las cuadrillas, la propia y las ajenas, y hasta su apoderado, Jos¨¦ Antonio Campuzano, se tir¨® al ruedo por si hiciera falta su concurso. El joven torero se levant¨® maltrecho, con destrozos en su ropa, pero con la piel intacta. Eso se supone porque la taleguilla rota dej¨® al descubierto unas medias negras, algo as¨ª como un pantal¨®n de neopreno ¡ªo unas mallas met¨¢licas hasta las rodillas o un escudo antibalas, qui¨¦n sabe¡ª del que, por el momento, se desconoce su utilidad. Poco dur¨® el sorprendente y peculiar espect¨¢culo, porque el mozo de espadas di¨®se prisa en vendar toda la zona afectada, con lo que Roca Rey qued¨® mitad momia y mitad torero.
Despu¨¦s, sucedi¨® que el sobrero, tan noblote como sus vecinos de corral, y con ese punto de soser¨ªa tan propio de los artistas indolentes, permiti¨® que el torero peruano lo muleteara por ambos lados con m¨¢s disposici¨®n que hondura, y todo acab¨® en silencio tras el bajonazo infame con el que lo despach¨®.
La expectaci¨®n estaba por las nubes, y colgado en la taquilla ese preciado cartel de "no hay billetes" que est¨¢ criando telara?as en tantas plazas. Y se dec¨ªa, con raz¨®n, que la estrella del cartel era Roca Rey, pero la gran ovaci¨®n inicial, tras romperse el pase¨ªllo, se la llev¨® El Cid, que se desped¨ªa de la afici¨®n en la temporada de su retirada tras tardes de triunfos clamorosos en esta plaza. Y el sevillano hizo un esfuerzo sobresaliente. A pies juntos veronique¨® con garbo y lentitud al primero de la tarde, que se vio claro que ven¨ªa con los ojos cerrados despu¨¦s de una larga siesta. Sus andares cansinos no auguraban nada bueno, y solo su car¨¢cter bonancible permiti¨® que el veterano maestro compusiera la figura en algunas tandas que resultaron simplemente aceptables ante un birrioso oponente. Mejor toro fue el cuarto, dentro de la t¨®nica general de una corrida con ¨ªnfulas artistonas, blanda, noble y descastada, y El Cid hizo lo que sabe sin la emoci¨®n de anta?o. No estuvo mal y tore¨® sin apreturas, como quien no se juega nada pero quiere despedirse con afecto, aunque alarg¨® las dos faenas en demas¨ªa y la despedida result¨® un poco pesada; como larga fue la ovaci¨®n con la que Las Ventas le dijo adi¨®s. La verdad es que El Cid ha sido campeador en esta plaza.
Una oreja cort¨® L¨®pez Sim¨®n a su primero, el que m¨¢s se movi¨® con buen son de toda la corrida. Ausente con el capote, protagoniz¨® una faena larga, escasa en dominio, despegada y carente de la emoci¨®n que el toro requer¨ªa. Unas bernardinas finales ¡ªel pase de moda de los toreros con una tauromaquia con pocos argumentos¡ª le facilitaron un trofeo excesivo para la insulsa labor desarrollada. El quinto se raj¨® tras la primera tanda, huy¨® a tablas y pidi¨® con urgencia el tr¨¢nsito al otro barrio.
La corrida del jueves
Toros de Jandilla y Vegahermosa para Sebasti¨¢n Castella, Emilio de Justo y ?ngel T¨¦llez,?que confirmar¨¢ alternativa.?
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