La guerra privada de Marie Colvin

Un cronista de guerra sabe que no trabaja para la Historia con may¨²sculas, sino para ese territorio mucho menos noble y perdurable que es este presente que mancha de caf¨¦ las p¨¢ginas del peri¨®dico -o la pantalla de la tableta- que se lee apresuradamente en las primeras horas de la ma?ana. Su meta no es levantar acta de una gran crisis a vista de p¨¢jaro, sino contar el dolor a la altura de los ojos de la v¨ªctima civil, abandonando grandes palabras de l¨ªderes de fuerzas militares y ret¨®ricas de jefes de estado para trenzar una corriente de empat¨ªa entre quien lo ha perdido todo y ese lector para quien la guerra es aquello que sucede, siempre, muy lejos de casa.

En La corresponsal, la figura de Marie Colvin -la c¨¦lebre e inquebrantable cronista de guerra del brit¨¢nico Sunday Times que perdi¨® la vida en febrero de 2012, mientras cubr¨ªa el asedio de la ciudad de Homs durante la guerra civil siria- sirve para ilustrar esa lecci¨®n. Lo hace utilizando un lenguaje visual en¨¦rgico que parece esforzarse para que el espectador sienta el impacto de la metralla -la secuencia donde la protagonista pierde el ojo demuestra que no hace falta rodar en 360? para lograr una po¨¦tica inmersiva- y sirvi¨¦ndose, tambi¨¦n, de la entrega incondicional de una Rosamund Pike que reafirma la autoridad interpretativa que despleg¨® en Perdida (2014). Queda, por tanto, claro que la pel¨ªcula no necesitaba ser excesivamente did¨¢ctica, sobre todo, si quer¨ªa hacer justicia a una figura tan directa y expeditiva como la Colvin. Y, sin embargo, ese es su tal¨®n de Aquiles: a cada prueba de fuerza -interpretativa y visual-, la propuesta del hasta ahora director de documentales Matthew Heineman ofrece el contrapunto de una cita textual de los art¨ªculos de Colvin que queda reducida a simplificada lecci¨®n de un hipot¨¦tico manual de periodismo de guerra para novatos.

Basada en el art¨ªculo que escribi¨® Marie Brenner en Vanity Fair sobre la reportera, La corresponsal tiene la estructura fragmentaria de un grandes ¨¦xitos que recorre Sri Lanka, Irak, Libia y Siria, con sus correspondientes recaladas en un espacio dom¨¦stico que no es mucho m¨¢s benigno, toda vez que ah¨ª se lidia con el estr¨¦s postraum¨¢tico, las infidelidades conyugales y la relatividad ¨¦tica de la redacci¨®n period¨ªstica. Heineman no quer¨ªa hacer un biopic convencional, pero Pike y el operador Robert Richardson parecen m¨¢s convencidos que ¨¦l.