Buenos d¨ªas, Yeruldelgger
No es la mejor estrategia de mercadotecnia para un grupo editorial que su presidente llame rid¨ªcula a una traductora que exige el pago por su trabajo
1. Sabueso
Estamos de enhorabuena. Los aficionados a las aventuras del comisario Yeruldelgger ¡ªel m¨¢s famoso de Mongolia¡ª, entre los que me cuento, ya disponen de una buena dosis de intriga ¡°ex¨®tica¡± para el verano. Para aliviar los calores y el disgusto causado por el c¨ªvico (pero pu?etero) cumplimiento con Hacienda, pocas cosas resultan m¨¢s refrescantes ¡ªa pesar de su sombr¨ªo fondo¡ª que la lectura de La muerte n¨®mada (traducci¨®n de Jos¨¦ Manuel Fajardo), tercera entrega de la serie de Ian Manook que Salamandra, de la mano de la editora Anik Lapointe, publica puntualmente (en librer¨ªas a partir del 20), y que acabo de terminar de leer en pruebas. Yeruldelgger no es un inspector al uso. De hecho, ya no es ni siquiera un inspector. Hastiado del trabajo de sabueso en la capital, hace tiempo que abandon¨® Ul¨¢n Bator para retirarse a meditar en las menos estresantes estepas del desierto de Gobi. Pero all¨ª tampoco encuentra la a?orada paz interior. Ahora las estepas est¨¢n siendo esquilmadas salvajemente por explotaciones mineras controladas por empresarios sin escr¨²pulos y nuevos ricos codiciosos a los que las viejas tradiciones no les importan un ardite, lo que no impide que Manook siga entremezclando en su historia estupendas pinceladas de lo que Truman Capote llamaba color local. La corrupci¨®n y el delito, con ramificaciones en Nueva York, Canad¨¢ y Australia, obliga a Yeruldelgger a moverse y aparcar por un rato sus meditaciones, lo que tambi¨¦n contribuye al contraste. Tras Muertos en la estepa y Tiempos salvajes, La muerte n¨®mada viene a consagrar definitivamente entre los mejores autores ¡°negros¡± europeos a Ian Manook (uno de los heter¨®nimos del periodista y autor de libros de viajes Patrick Manoukian). La ¨²ltima novela la publica Salamandra ya como sello de Penguin Random House. Por cierto que en Alfaguara (adquirida por PRH en 2014, dentro del suculento ¡°paquete¡± de Santillana), la editora Mar¨ªa Fasce (Lumen) sigue a cargo de una excelente serie de novela negra. A pesar de que en la pol¨ªtica de los grandes grupos rige la m¨¢xima mao¨ªsta de ¡°que se abran cien flores, que compitan cien escuelas¡±, espero que entre las dos editoras ¡ªambas dotadas de semejante pasi¨®n por su trabajo y de bastante car¨¢cter¡ª no salten chispas.
2. Rid¨ªculo
No es precisamente la mejor estrategia de mercadotecnia para un grupo editorial que regresa al mercado tras un interregno de silencio que su presidente llame rid¨ªcula, v¨ªa Twitter, a la traductora que le exige el pago de (?solo!) 4.000 eurillos de nada que le adeudan por su trabajo. El se?or Bernardo Dom¨ªnguez, presidente de Malpaso, debe de creer que los traductores son aut¨¦nticos herederos de Creso que solo piensan en forrarse. Es lo que tiene cuando desde la c¨²pula de la empresa se contempla all¨¢ abajo, como hacendosas y lejanas hormigas, a quienes contribuyen con su trabajo a su negocio. Porque si hojeamos los libros que ha publicado el grupo (Malpaso, Lince, Biblioteca Nueva, Salto de p¨¢ginas, Dibbuks) nos damos cuenta de que muchos, pero que muchos, son el resultado del trabajo de los traductores como verdaderos coautores del libro en la lengua de llegada. Y eso, un truismo tan simple y evidente, casi siempre se olvida. Hoy d¨ªa, los traductores ¡ªy los cada vez m¨¢s escasos correctores¡ª son parte sustancial del proletariado m¨¢s sobreexplotado de la edici¨®n. Bajos sueldos, negativa a pagar regal¨ªas, precariedad, intrusismo irresponsable y anonimato son algunas de las m¨¢s siniestras caracter¨ªsticas de su condici¨®n laboral. Y eso a pesar de que la tecnolog¨ªa ha abaratado los costes de la producci¨®n editorial, lo que, en teor¨ªa, podr¨ªa ensanchar los m¨¢rgenes de los beneficios empresariales y repartir mejor la tarta. Por lo dem¨¢s, Malpaso (el sello que da nombre al grupo) ha regresado a la vida con dos libros muy desiguales: Yo soy Brian Wilson¡ y t¨² no, la sabrosa autobiograf¨ªa del cofundador de los Beach Boys (traducci¨®n de Isabel Zapata y Mar¨ªa Lebedev), y La Biblia seg¨²n Dios, de un (o una) tal @Diostuitero, al que, tras un somero pero suficiente examen, le encontr¨¦ la misma gracia que a una lechuga, lo que propici¨® su vuelo parab¨®lico (y ulterior enceste) desde mi sill¨®n de orejas al bendito caj¨®n de desechables.
3. Gr¨¢ficas
Sigue aumentando el nivel de calidad de los c¨®mics y novelas gr¨¢ficas que se publican. Y adem¨¢s son tantos que me cuesta elegir algunos sin que mi comentario parezca un cat¨¢logo. Hoy selecciono dos estupendas historias y un conmovedor libro de dibujos. Empiezo con Ventiladores Clyde (Salamandra), una obra maestra del veterano dibujante canadiense Gregory Gallant, m¨¢s conocido por Seth, una prolija historia enmarcada en el ascenso y ca¨ªda de una familia de fabricantes de ventiladores desde sus or¨ªgenes hasta que la competencia del aire acondicionado da al traste con el negocio. Me ha parecido tan buena, tan fuera de lo com¨²n, tan deliciosamente morosa y exacta y reflexiva, que si usted ¡ªimprobable lector/lectora¡ª me preguntara qu¨¦ novela gr¨¢fica deber¨ªa adquirir para un adulto a¨²n esc¨¦ptico acerca del poder de la novela gr¨¢fica para contar grandes historias, no dudar¨ªa en recomend¨¢rsela. Por su parte, Alianza ha publicado con dignidad y rigor la adaptaci¨®n (libre) al c¨®mic de la novela inacabada y p¨®stuma (1994) de Albert Camus, El primer hombre, un luminoso trabajo del argelino-franc¨¦s Jacques Fernandez (que ya hab¨ªa adaptado El extranjero; Norma, 2014). M¨¢s emocionante me ha resultado ?Y todav¨ªa dibujan! (La U?a Rota), espl¨¦ndido volumen (pr¨®logo, traducci¨®n y notas de Leticia Fern¨¢ndez-Fontecha) que recoge 60 dibujos realizados por ni?os y ni?as en las colonias escolares creadas por el Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica durante la Guerra Civil. La mirada gr¨¢fica de los peque?os sobre los bombardeos, la huida o la vida en las colonias constituye un documento ins¨®lito y conmovedor. El libro reproduce tambi¨¦n la introducci¨®n de Aldous Huxley (1938) para la edici¨®n original.
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