Del posmodernismo a la posverdad
Varios libros alertan del peligro tanto de las mentiras en la Red como de las estad¨ªsticas
En el mundo hay mentiras, grandes mentiras y estad¨ªsticas¡±. Esta cita, habitualmente atribuida a Winston ?Churchill, hay quien la adjudica a Mark Twain, a quien frecuentemente cuelgan tambi¨¦n dichos famosos que en su d¨ªa pronunciara Josh Billings, un coet¨¢neo suyo mucho menos popular que ¨¦l. Tentado estuve de encabezar mi art¨ªculo de hoy con la frase churchilliana, pero me abstuve de hacerlo cuando le¨ª en el libro La mentira como arma, de Daniel J. Levitin, que ¡°las citas son el equivalente literario de las estad¨ªsticas en cuanto mentiras, mentiras descaradas, etc¨¦tera¡¡±.
La obra, como otras que comentar¨¦ enseguida, se dedica de nuevo a desenmascarar las falacias y falsedades que circulan por Internet, convirtiendo la red de redes en una especie de basurero universal. Lo peor es que todo el conocimiento del mundo est¨¢ en ella, pero mezclado en un totum revolutum con un sinf¨ªn de insultos, injurias, mitos, procacidades, calumnias y leyendas que amenazan con degradar hasta extremos todav¨ªa inimaginables la cultura de las nuevas generaciones.
Son, como digo, cientos los libros dedicados a glosar el fen¨®meno de la posverdad, las fake news y espero que muy pronto tambi¨¦n los deepfake videos, que permiten endosar a cualquiera declaraciones que no ha hecho pero que se muestran con su imagen y su voz. Periodistas, analistas pol¨ªticos, soci¨®logos y fil¨®sofos del comportamiento inundan los escaparates de las cada vez m¨¢s escasas librer¨ªas con ensayos eruditos al respecto. En ellos, fieles a las normas de las universidades sajonas y al mejor estilo de la investigaci¨®n period¨ªstica, abunda la informaci¨®n sobre hechos concretos que sirven de ejemplos sobre el tema.
Todo el conocimiento est¨¢ en Internet, pero mezclado con un sinf¨ªn de insultos, injurias, procacidades, calumnias y leyendas
Digamos as¨ª que todos coinciden m¨¢s o menos en el diagn¨®stico y todos tambi¨¦n en la necesidad de aportar soluciones cuanto antes si no queremos que desaparezca el orden cultural y pol¨ªtico del mundo en que vivimos. Pero dichos remedios no pasan la mayor¨ªa de las veces de la expresi¨®n de buenas intenciones y de llamadas a la responsabilidad, tan moralmente admirables como absolutamente in¨²tiles. Al menos por el momento.
¡°Responsabilidad¡± es por cierto en ingl¨¦s una palabra que tiene doble sentido cuando se pronuncia en el marco del comportamiento de las empresas, los gobiernos o los l¨ªderes pol¨ªticos. Suele emplearse el t¨¦rmino accountability, que la mayor¨ªa de los diccionarios reconocen no es f¨¢cil de traducir al espa?ol. Accountability, como es obvio, viene del verbo to ?account, literalmente contar, y tiene su origen en el muy respetable gremio de los contables.
Jerry Z. Muller se encarga de recordarnos en The Tiranny of Metrics que esta man¨ªa de medirlo todo para comprobar la excelencia de lo que hacemos y exigir la responsabilidad sobre nuestro desempe?o o rendimiento se origina ya en el siglo XIX con la cita atribuida, de nuevo equivocadamente, al f¨ªsico Lord Kelvin: ¡°Si no puedes medirlo, no puedes mejorarlo¡±.
Dijera esto quien lo dijera, a partir de ah¨ª nos hemos dedicado a establecer est¨¢ndares, asumidos muchas veces sin ning¨²n esp¨ªritu de contradicci¨®n, que permiten a los dem¨¢s juzgar nuestras conductas a base de medir todo lo que se mueve, sean objetos o ideas. Casi no existe organizaci¨®n humana, pol¨ªtica, econ¨®mica o de cualquier otra especie que no utilice la m¨¦trica como demostraci¨®n de sus convicciones. La magia de los n¨²meros puede ser una fabulosa barrera para el pensamiento cr¨ªtico, entre otras cosas porque las m¨¢s de las veces no sabemos c¨®mo se han recolectado ni c¨®mo se han manipulado. Pero el hecho de expresarse en guarismos y atractivos gr¨¢ficos semovientes les confiere la credibilidad de la que participan los fieles devotos frente a las im¨¢genes de santos y v¨ªrgenes que pueblan los templos.
Por su parte, Levitin dedica gran parte de su libro a destruir la magia de las estad¨ªsticas y diagramas, tantas veces manejadas por los candidatos en las campa?as electorales, y recuerda que las estad¨ªsticas, calificadas por Mark Twain o por quien fuera como malditas mentiras, no son en realidad hechos, sino solo interpretaciones. Reconoce que en el ¨²ltimo lustro la humanidad ha producido m¨¢s informaci¨®n que en toda su historia y no duda de que todo el conocimiento se encuentra hoy d¨ªa en la Red o en su nube, pero tambi¨¦n lo que ¨¦l llama contraconocimiento, por lo que lo m¨¢s urgente es impulsar ese pensamiento cr¨ªtico hoy tan ausente, frente a la patolog¨ªa populista de las redes sociales.
Un tercer libro, en este caso un manualito, que merece atenci¨®n al respecto es el del periodista colaborador de The Guardian y The New York Times Matthew d¡¯Ancona. Reconozco mi desilusi¨®n inicial cuando comprob¨¦ que en los primeros cap¨ªtulos se limitaba casi a reproducir manidos comentarios e historias intrascendentes sobre la posverdad y las fake news, argumentando que en realidad ambas no son sino mentiras mondas y lirondas. Yo, por el contrario, he pasado largas jornadas tratando de demostrar que la posverdad no es simplemente una mentira, sino m¨¢s bien una verdad emocional porque quien la pronuncia y quien la escucha est¨¢n convencidos de que es aut¨¦ntica aunque los hechos objetivos demuestren lo contrario. Pero a medio camino de la lectura me encontr¨¦ con la agradable sorpresa de un an¨¢lisis sobre la influencia del posmodernismo, anterior como es a la invenci¨®n de la web, en el c¨²mulo de noticias falsas que inundan nuestras computadoras de bolsillo llamadas ahora tel¨¦fonos listos.
Considera el autor que la filosof¨ªa posmoderna es como la geolog¨ªa intelectual de los fen¨®menos que ahora nos ocurren, aunque ignora que el posmodernismo fue antes un movimiento est¨¦tico que propiamente ¨¦tico. Pero sugiere que ¡°al entender el lenguaje y la cultura como construcciones sociales, fen¨®menos pol¨ªticos que reflejaban el reparto del poder entre las clases, las razas, el g¨¦nero y la sexualidad¡±, el posmodernismo se convirti¨® ¡°en una capa de herrumbre sobre el metal de la verdad¡±.
Como dijo ya en su d¨ªa Fernando Vallesp¨ªn, Internet es el reino de la mentira, pero tambi¨¦n el de la libertad. La preocupaci¨®n fundamental por la extensi¨®n de la primera responde a que destruye la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica tal y como la ven¨ªamos considerando durante los ¨²ltimos 200 a?os, y sobre la que se ha basado siempre la democracia representativa. Si queremos que esta sobreviva, es preciso que los pol¨ªticos y los reguladores sociales entiendan que en el mundo cibern¨¦tico la norma no es la ley, sino el software. En la tecnolog¨ªa, en su investigaci¨®n y desarrollo, debemos bucear para encontrar respuesta a las amenazas a la democracia que la posverdad encierra. Un fen¨®meno que se alimenta, como bien dice D¡¯Ancona, de la alienaci¨®n, la desubicaci¨®n y el silencio anquilosado.
La mentira como arma. Daniel J. Levitin. Traducci¨®n de Jes¨²s Mart¨ªn Cordero. Alianza, 2019. 296 p¨¢ginas. 21 euros.
The Tyranny of Metrics. Jerry Z. Muller. Princeton University Press (ingl¨¦s), 2018. 240 p¨¢ginas. 15 euros.
Posverdad. Matthew d¡¯Ancona. Traducci¨®n: Alejandro Pradera S¨¢nchez. Alianza, 2019. 200 p¨¢ginas. 10,50 euros.
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