Almod¨®var se pasa a la pintura ¡°sin piedad¡±
El cineasta se estrena en el medio guiado por el artista Jorge Galindo con una veintena de lienzos que expone el Centro Andaluz de la Fotograf¨ªa. ¡°No descarto seguir con esta aventura¡±
El dibujo que un alba?il esboza sobre el trozo de un saco de cemento ilustra uno de los momentos m¨¢s emocionantes de Dolor y gloria, ¨²ltima pel¨ªcula de Pedro Almod¨®var. Obra del artista madrile?o Jorge Galindo, representa un humilde tallo rematado por unos cuantos p¨¦talos. Es tambi¨¦n la simiente que dio fuerza al director para atreverse a pintar por primera vez, a sus 69 a?os, y, de la mano de Galindo, de 54, transformar las fotograf¨ªas de flores y bodegones, faceta art¨ªstica que ha entretenido al cineasta en los ¨²ltimos a?os, en ¨®leos del tama?o de una pantalla de cine, de tres por cuatro metros.
Tras la inauguraci¨®n en Almer¨ªa de la muestra que recoge el fruto de esa colaboraci¨®n, ambos artistas se sentaron para hablar con EL PA?S el viernes por la noche del ¡°gozo, la magia y la catarsis¡± que les han acompa?ado mientras preparaban la exposici¨®n Flores de periferia, inaugurada por el ministro de Cultura, Jos¨¦ Guirao, en el Centro Andaluz de la Fotograf¨ªa (CAF), donde se podr¨¢ visitar hasta el 29 de septiembre.
La veintena de cuadros de gran y mediano formato es el resultado de largas sesiones de trabajo en el estudio que Galindo tiene en Borox (Toledo). Un v¨ªdeo muestra a ambos pintando con manos, brazos y pies sobre las im¨¢genes fotogr¨¢ficas, convertidas en lienzos. El cineasta manchego esparce los chorros de pintura con la mano abierta, que luego repasa con el dorso, en un gesto que recuerda a una en¨¦rgica caricia. Apenas sin palabras, ambos escogen los colores espont¨¢neamente. Los expanden y rematan con la ¨²nica gu¨ªa de la intuici¨®n. ¡°Nos asist¨ªa aquella idea de [el artista estadounidense] Willem de Kooning, seg¨²n la cual para pintar basta un bote de pintura, una brocha y tener fe¡±, asegura Galindo.
Trabajo conjunto
Esa fe, afirman, ha sido compa?era durante los cinco meses de trabajo conjunto. Almod¨®var no es un extra?o al medio. Coleccionista de cuadros espa?oles de los a?os ochenta (posee obra de los Costus, Ceesepe, Fabio McNamara, Sigfrido Mart¨ªn Begu¨¦, Carlos Berlanga o Manolo Quejido), su mundo visual tiene una fuerte carga pict¨®rica. Claro que pintar es otra cosa. Y hasta ahora no hab¨ªa dado el paso.
Ambos se conocen desde hace muchos a?os. Almod¨®var tambi¨¦n cuenta en su casa madrile?a con obra de Galindo. ¡°La culpa de todo esto es de ¨¦l¡±, explica el cineasta en Almer¨ªa. ¡°Me llam¨® porque hab¨ªa visto mis fotograf¨ªas de bodegones en [la galer¨ªa de Madrid] Marlborough y me dijo que quer¨ªa agrandarlas para que las transform¨¢ramos en pintura. Yo tengo conocimientos rudimentarios sobre fotograf¨ªa, pero no sab¨ªa que a partir de una imagen de peque?o formato se pod¨ªa alcanzar esa calidad en la ampliaci¨®n. Esa parte me interesaba. Fui a verle para, b¨¢sicamente, decirle que no a la propuesta de pintar. Al llegar al estudio y ver todos esos lienzos extendidos por el suelo preparados para recibir la pintura, Galindo me contagi¨® su entusiasmo¡±.
A la altura de aquel primer encuentro, Almod¨®var ya hab¨ªa terminado Dolor y gloria, tras cuya gestaci¨®n se hab¨ªa quedado exhausto. ¡°Me dej¨¦ llevar por ese entusiasmo. El cine es un trabajo solitario, con todo muy planificado. O, al menos, as¨ª lo hago yo. De repente, la propuesta de la inmediatez de la pintura me pareci¨® muy excitante. Yo soy de los que aconsejo a mis amigos que se lancen a cantar en p¨²blico porque nada hay tan liberador. Total, que nos lanzamos a pintar sin piedad. Fue una aut¨¦ntica catarsis. A veces sent¨ªa que lo hac¨ªamos sin respeto sobre los bodegones, pero lanz¨¢bamos m¨¢s y m¨¢s pintura con la que compon¨ªamos flores reconocibles o amorfas. Y de todos los colores¡±.
¡°Ram¨®n G¨®mez de la Serna llamaba ¡®perif¨¦ricas¡¯ a las flores que nacen en las v¨ªas de los trenes¡±, agrega Galindo sobre el nombre de la muestra. ¡°Son las m¨¢s salvajes y las m¨¢s hermosas, pero est¨¢n condenadas a morir aplastadas. Nuestras flores perif¨¦ricas, visibles en las piezas de mediano formato, est¨¢n pintadas sobre pilas de esos carteles que antes te encontrabas en las afueras de las ciudades y que serv¨ªan para anunciar veladas de boxeo, corridas de toros o convocatorias de elecciones. Ahora ya no se ven tanto, pero durante muchos a?os inundaban las paredes y el suelo de muchos barrios y pueblos¡±.
?Ha encontrado Almod¨®var un tard¨ªo plan B creativo? ¡°No descarto la idea de seguir con la pintura¡±, dice entre risas. Y, desde luego, a?ade, espera que los coleccionistas se contagien de su entusiasmo y est¨¦n interesados en comprar su obra cuando entre en el circuito comercial.
Rafael Doctor, director del CAF, es comisario de la exposici¨®n, que patrocina la Universidad de Almer¨ªa y que, tras su clausura, tiene previsto viajar por varias localidades espa?olas y extranjeras. Doctor naci¨® en el mismo pueblo que Almod¨®var, Calzada de Calatrava, en 1967, circunstancia que foment¨® la amistad entre ambos. ¡°Eso ha ayudado, sin duda, a que podamos montar el proyecto sin apenas presupuesto¡±, aclara el comisario. Activista incansable a favor de los derechos de los animales, el gestor cultural, que fue el primer director del Musac de Le¨®n, presume de haber logrado en los dos a?os que lleva al frente del CAF que las visitas aumenten un 67%, gracias a una programaci¨®n con especial atenci¨®n a mujeres fot¨®grafas, para las que es dif¨ªcil conseguir visibilidad. Seguramente, contar con las aventuras de cierto cineasta de fama mundial metido a pintor le permitir¨¢ seguir por la buena senda de las cifras de p¨²blico.
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