Un rayo de esperanza en el futuro de los legendarios pabloromeros

Pasadas las siete de la tarde, y con el term¨®metro rozando los 40 grados a la sombra, los valientes que acudieron a la plaza de Las Ventas se pusieron en pie y guardaron un respetuoso minuto de silencio al t¨¦rmino del pase¨ªllo en memoria del picador colombiano Anderson Murillo, fallecido a los 73 a?os la madrugada de este domingo.

Madrid homenajeaba as¨ª a uno de los mejores varilargueros de los ¨²ltimos tiempos. Un hombre que, a las ¨®rdenes de toreros como C¨¦sar Rinc¨®n y Luis Francisco Espl¨¢, engrandeci¨® el tercio de varas y protagoniz¨® actuaciones memorables como la del 9 de junio del a?o 2001, en plena Feria de San Isidro, frente al toro Bodeg¨®n, de Victorino Mart¨ªn. Aquel d¨ªa, tras la faena de Espl¨¢, Murillo fue aclamado junto a su matador en una hist¨®rica vuelta al ruedo.

Pero los tiempos cambian y la tauromaquia moderna ha ido arrinconando al primer tercio -anta?o el m¨¢s importante y vistoso- conden¨¢ndolo casi a la extinci¨®n. Algo similar es lo que le ha sucedido a un gran n¨²mero de ganader¨ªas que, por el rechazo de la mayor¨ªa de toreros, especialmente de las llamadas figuras, han sido desplazadas de las ferias hasta desaparecer.

Algunas de ellas, principalmente gracias al apoyo de los aficionados m¨¢s exigentes y rom¨¢nticos, a¨²n resisten, aunque a duras penas y siempre a contracorriente. Ejemplo de ello es Partido de Resina, donde se cr¨ªan los legendarios pabloromeros. Pese a m¨²ltiples crisis e inconvenientes, los toros ¡°guapos¡± siguen vivos y un rayo de esperanza ilumina su futuro.

La nobleza y buena condici¨®n de algunos de los ejemplares lidiados en Madrid este domingo pueden ser solo un espejismo, pero tambi¨¦n un s¨ªntoma de recuperaci¨®n. Tras la lidia del complicado y violento primero, que se defend¨ªa a base de hachazos, y la devoluci¨®n del inv¨¢lido segundo, la corrida mantuvo un cierto inter¨¦s y al ruedo de Las Ventas saltaron varios astados que permitieron el lucimiento.

Todos ovacionados de salida, el encierro fue, adem¨¢s, y a excepci¨®n de cuarto y quinto -muy armado, pero feo y sin remate-, todo un espect¨¢culo para la vista. Tremendamente serios y astifinos, los pabloromeros lucieron buenas hechuras y preciosas estampas.

Uno de los m¨¢s bellos fue el tercero, un animal que se movi¨® con cierta codicia en el ¨²ltimo tercio y al que tore¨® de forma irregular S¨¢nchez Vara. Acelerado por momentos e incapaz de dibujar retazos art¨ªsticos, demostr¨® su oficio y logr¨® alg¨²n que otro redondo estimable. Ante el noble quinto, justo de casta y transmisi¨®n, pero que meti¨® la cara por el pit¨®n izquierdo, el veterano matador alcarre?o dej¨® los mejores muletazos de la tarde en dos tandas al natural, en las que templ¨® la embestida y carg¨® la suerte.

Miguel de Pablo confirm¨® la alternativa y se justific¨® con el complicado primero, pero no logr¨® emocionar frente al imponente y blando sexto, que tuvo nobleza y calidad.

Pero peor a¨²n estuvo su padrino, el franc¨¦s Marc Serrano. Precavido y sin ambici¨®n ante un lote tan noble como soso -el segundo bis fue un sobrero de San Mart¨ªn-, cit¨® siempre con el pico de la muleta, dio pases aburridos y fall¨® estrepitosamente con los aceros.