Madness, el triunfo de la locura reconcentrada
Los brit¨¢nicos regresan a Espa?a para celebrar su 40 aniversario y conceder un acelerado y efectivo repaso de grandes ¨¦xitos
Con Madness no es necesario dar siempre un paso adelante, pero resulta imposible permanecer con los dos pies anclados al suelo. Diez a?os llevaban los brit¨¢nicos sin pisar los escenarios espa?oles, as¨ª que su desembarco de este jueves en las madrile?as Noches del Bot¨¢nico se tradujo en algarab¨ªa multitudinaria. Graham Suggs?McPherson, que es patrimonio nacional del humor brit¨¢nico, se encar¨® con los 3.500 asistentes para espetarles: ¡°Ha habido un problema esta noche con las entradas. Pensabais que ven¨ªais al concierto de reuni¨®n de las Spice Girls, ?eh?¡±.?
Nadie habr¨ªa aceptado el trueque, desde luego. Aunque solo fuera porque no es sencillo ver a diez m¨²sicos de solvencia manifiesta, una alineaci¨®n lo bastante generosa como para disponer de un percusionista a la vera del bater¨ªa y de hasta cuatro metales. Y porque tampoco resulta habitual que una banda celebre su cuadrag¨¦simo aniversario en ¨®ptimo estado de revista. ¡°?40 a?os? Es un milagro que a¨²n estemos vivos¡±, apostill¨® el sarc¨¢stico jefe de operaciones.
No resulta habitual que una banda celebre su cuadrag¨¦simo aniversario en ¨®ptimo estado de revista
Viven, s¨ª. Y colean. Pese a que en estos ocho lustros tambi¨¦n les haya dado tiempo a amagar varias veces con la retirada y grabar alg¨²n disco mediocre. No es en absoluto el caso de Can¡¯t Touch Us Now (2016), aunque nuestros diez locuelos solo le hayan querido hacer hueco al excelente Mr. Apples. No hay duda: en tiempos de onom¨¢sticas, por aplicar lo que proclamaba aquel disco de los Kinks, hay que darle a la gente lo que quiere. Empezando por el emblem¨¢tico One Step Beyond, un himno de gran valor simb¨®lico y solo relativa estatura musical. Con el paso de los a?os, el ska fue pasando de plato ¨²nico a ingrediente accesorio y el men¨² de Madness se engrandeci¨® con monumentos como One Better Day o Wings Of A Dove. Ambas sonaron anoche deslumbrantes, como para refrendar por qu¨¦ 1984 fue, predicciones orwellianas al margen, uno de los mejores a?os de nuestras vidas.
Ha llovido desde entonces, claro. Mucho m¨¢s en Londres que en Madrid, como avis¨® Suggs antes de The Sun And The Rain, otra ambros¨ªa de aquella misma a?ada. Las canas se mantienen a raya y esta semana pasada la BBC se refer¨ªa a ¨¦l como ¡°tesoro nacional¡±. Grandioso: un bala perdida de Spitalfields, en la periferia londinense, se erige en motivo de orgullo para un pa¨ªs que nunca anduvo escaso de autoestima.
El triunfo, por cantado, no fue menos edificante. Madness no solo se decanta por un repertorio solid¨ªsimo y sin apenas sorpresas (My Girl 2, In The Street), sino que prefiere un formato reconcentrado de 75 minutos, sin escapatoria posible para un espectador tan inmerso en la experiencia que no tiene ni tiempo de reparar en la nostalgia. Sobre todo en el tramo definitivo, cuando se concatenan Baggy Trousers, Our House e It Must Be Love. Madness le dieron la alegr¨ªa de su vida a Labi Siffre, autor original de esta ¨²ltima pieza y maravilloso cantautor negro al que nunca hab¨ªa sonre¨ªdo la fortuna. Una suerte para ellos seguir sumando trienios y, en nuestro caso, poder atestiguarlo.
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