Tusquets, esp¨ªritu del 69
La editorial barcelonesa cumple 50 a?os con una fiesta en Esplugues de Llobregat
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En 1969, el hombre alcanzaba la Luna y el albino gorila Copito de Nieve era la portada estelar de la Gu¨ªa del Zoo de Barcelona. Y entre esas dos excentricidades, como una predestinaci¨®n tel¨²rica, enmarca Beatriz de Moura la suya, la creaci¨®n de Tusquets Editores entre la sala de estar y la cocina de su piso de apenas 70 metros cuadrados, despacho m¨®vil seg¨²n si le hab¨ªa dado tiempo a recoger los restos del naufragio de las recurrentes fiestas-tertulias de la noche anterior. Sin tantos detalles, lo recordaba precisamente de noche, la del jueves, cuando celebr¨® el medio siglo de vida del sello y sus particulares 80 a?os.
¡°Ahora que ya puedo contemplar de lejos mi vida me doy cuenta de que empec¨¦ a vivir a los 30 a?os, cuando comprend¨ª que quer¨ªa estar rodeada de libros¡±, reconoc¨ªa en voz alta. Quiz¨¢ por dentro se le agolpaban los recuerdos de aquella joven, notable nadadora y patinadora de hielo, que se mov¨ªa en Vespa y era asidua de una contestataria falda corta o de unos leotardos negros que parecieron excesivamente provocadores en Gustavo Gili, donde decidieron prescindir de ella; siempre, en cualquier caso, presencia turbadora, d¨ªscola, inc¨®moda, como lo interpretaron en Salvat Editores, de donde tambi¨¦n fue despedida. De Lumen, donde recal¨® cuatro a?os, se fue ella porque sus relaciones con la que ser¨ªa su cu?ada, Esther Tusquets, acabaron ¡°como el rosario de la autora¡±.
Bien lo sabe quien fuera su primer marido y socio del sello que crearon entonces, Oscar Tusquets, presente en la fiesta, ¡°mi mejor amigo, qu¨¦ m¨¢s se puede pedir y decir tras ser tu ex¡±, dijo en su contenido parlamento, que sorte¨® con iron¨ªa cuando la emoci¨®n y la vista hac¨ªan diabluras (¡°no, eso ya lo he dicho antes¡±) y en el que no pod¨ªan faltar dos ausencias: las de su segundo marido, Antonio L¨®pez Lamadrid (¡°sin sus imaginativos n¨²meros y su mano izquierda no celebrar¨ªamos hoy esto¡±, comentaba entre los 450 asistentes una conocedora de las vicisitudes de la editorial), y la de Jos¨¦ Manuel Lara Bosch (¡°nos ayud¨® siempre y al final convenci¨® a Toni y a m¨ª de que si alg¨²n d¨ªa vend¨ªamos fu¨¦ramos con ¨¦l¡±).
El arquitecto y dise?ador Tusquets era all¨ª un hilo invisible con el pasado, porque estuvo, claro, en la fiesta de inauguraci¨®n del sello en 1969 en el Price. Desaparecida hoy, como tantas cosas de esa d¨¦cada, la sala barcelonesa, el medio siglo se celebr¨® en la Torre dels Lleons, finca del XIX construida sobre los restos del antiguo castillo de Picalquers y que en su momento fue residencia de un prohombre romano, Quinto Calpurnio Flavio, de saga de magistrados y edil de la ciudad. Algo de esos aires de alcurnia parec¨ªan revivir por el generoso jard¨ªn, en el que las hileras de peque?as luces iban ganado protagonismo con el caer del sol y bajo las que Beatriz de Moura, con traje y zapatos de fino dorado, que evocaba el color de su fundacional colecci¨®n Cuadernos marginales, se deslizaba entre los invitados. Si uno notaba un poco la sensaci¨®n de ser el Pijoaparte de Juan Mars¨¦ en una de las fiestas de la burguesita Teresita Serrat ten¨ªa motivos: estaban el presidente de Planeta y la consejera-delegada de Penguin Random House, Josep Creuheras y Nuria Cabut¨ª; el italiano Carlo Feltrinelli; el director de la Feria de Fr¨¢ncfort, Juergen Boos, que a medianoche sosten¨ªa, impasible, copas con ambas manos; el coet¨¢neo generacional y empresarial, desde Anagrama, Jorge Herralde; el presidente de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a, Miguel Barrero; Miguel Aguilar (Debate & Taurus)¡
La fiesta era tan nutrida que tambi¨¦n hab¨ªa representantes de todo lo que queda de la menguante clase media editorial: Luis Solano (Libros del Asteroide), Daniel Fern¨¢ndez (Edhasa y presidente de CEDRO), Jordi Nadal (Plataforma), Valeria Bergalli (Min¨²scula)¡ No muchos m¨¢s. ¡°Pero, ?a qui¨¦n m¨¢s esperar? ?Qu¨¦ es hoy el sector?¡±, se preguntaba c¨¢ustico un asistente. Dos corrillos m¨¢s all¨¢, generalmente cerca de alguna mesilla alta donde reposar copas y contemplar (y luego, llevarse) algunos ejemplares originales de aquellos Cuadernos Marginales, se constataba la pr¨¢cticamente nula existencia de editores en lengua catalana. S¨ª la directora general del Libro del Ministerio de Cultura, Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s; nadie de rango del departamento de Cultura de la Generalitat. Constataci¨®n de una ley universal del sector en Catalu?a: dos universos paralelos que pocas veces se cruzan. Como para contrarrestarlo, pululaban libreros de peso de media Espa?a, como los de Luque (C¨®rdoba), Gil (Santander), Elkar (Pa¨ªs Vasco), C¨¢lamo (Zaragoza) y los pilares barceloneses Antonio Ram¨ªrez y Marta Ramoneda (La Central) y Lluis Morral y Enric Aymerich (Laie); o personajes como Colita, la fot¨®grafa por antonomasia de la Gauche Divine, o el catedr¨¢tico Francisco Rico, que declaraba que ¡°nunca como hasta ahora me hab¨ªan acosado tanto las mujeres¡±, mientras a su alrededor, en el cl¨¢sico juego de quinielas en este tipo de eventos, surg¨ªa el nombre de Luis Landero como potencial acad¨¦mico de la Lengua.
El autor de Los juegos de la edad tard¨ªa era, precisamente, uno de los autores de Tusquets que la editorial reuni¨® en la Biblioteca Nacional (donde reposan los archivos de la casa) y que compartieron sus sentimientos de pertenecer a la cuadriga. ¡°Lo que a¨²n hoy no saben es que cuando colgu¨¦ el tel¨¦fono una vez dijeron que me publicaban empec¨¦ a celebrarlo saltando por el pasillo como un futbolista¡±, evocaba Fernando Aramburu, mientras Cristina Fern¨¢ndez Cubas se felicitaba porque ¡°Tusquets no ha perdido aquel trato humano del inicio; espero siga siempre fiel a sus principios¡±. Fue un video breve, pero emotivo, como demostr¨® una furtiva l¨¢grima de la propia De Moura. ¡°Uno de los grandes aciertos es que han sabido retener a casi todos sus autores, algo hoy muy dif¨ªcil¡±, aseguraba otro experto invitado. Y ah¨ª estaban muchos, felices al ritmo de Don¡¯t worry, be happy, como se vio en la fotograf¨ªa ante el pastel conmemorativo con las letras gigantes de Tusquets en chocolate: Leonardo Padura, Almudena Grandes, los propios Aramburu y Fern¨¢ndez Cubas, Eduardo Mendicutti, el silencioso Petros Markaris, Luis Garc¨ªa Montero¡ As¨ª, hasta 24, incluidos premios Comillas como Jordi Amat, quiz¨¢ hoy el m¨¢s solicitado articulista catal¨¢n.
Entraba la madrugada. Ilustres veteranos emprend¨ªan discretas retiradas como Eduardo Mendoza o Enrique Vila-Matas, que rememor¨® cuando en los a?os 60, con Fern¨¢ndez Cubas, Carlos Tr¨ªas y Emma Cohen, entonces estudiantes de Derecho, frecuentaban el bar de copas que acog¨ªa entonces la finca. De querencia en querencia, hubo quien dej¨® caer que la cuidada fiesta discurr¨ªa por los senderos emotivos del Retorno a Brideshead de Evelyn Waugh: la finca era lo m¨¢s parecido a la m¨ªtica sede que la editorial tuvo en la coqueta villa de la calle C¨¦sare Cant¨² de Barcelona, donde se celebraron sus 40 a?os, con De Moura y un gravemente enfermo Toni Lamadrid, que se despedir¨ªa poco despu¨¦s.
Como hab¨ªa permiso para dar la bienvenida al sol, costaba que terminara la que durante toda la noche fue fluida circulaci¨®n de invitados ante un particular fotomat¨®n, donde se retrataban como protagonistas de las elegantes portadas negras de la colecci¨®n de narrativas de Tusquets, bajo t¨ªtulos de Murakami, Duras o Kundera. Se filtraba una transparente ansia de retener un esp¨ªritu, una ¨¦poca, como demostraba el en¨¦rgico baile en la discoteca del director editorial de Tusquets, Juan Cerezo, guardi¨¢n de las esencias de la casa, en ese momento rey de la pista rodillas hacia el pecho, como si no hubiera ma?ana, flanqueado por compa?eras que se descalzaron para bailar. Pura energ¨ªa de 1969. Renovada. El esp¨ªritu de Tusquets no languidece: apenas pasaron 50 a?os.
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