Escolar, una mirada penetrante
Desigual y dificultosa corrida de los toros ¡®albaserradas¡¯, con los que triunf¨® el banderillero Joao Ferreira
ESCOLAR/ROBLE?O, CASTA?O, MORAL
Toros de Jos¨¦ Escolar, bien presentados, astifinos, de seria estampa, mansos; ¨¢speros y dificultosos primero, cuarto y quinto, y nobles y sosos los dem¨¢s.
Fernando Roble?o: pinchazo y estocada baja (silencio); estocada ca¨ªda (silencio).
Javier Casta?o: estocada fulminante (oreja); casi entera atravesada (silencio).
Pepe Moral: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); pinchazo hondo y estocada (ovaci¨®n).
Plaza de Pamplona. 9 de julio. Tercera corrida de San Ferm¨ªn. Lleno.
De entrada, el nombre de Jos¨¦ Escolar impone respeto; despu¨¦s, salen los toros y se comprende que hay raz¨®n para ello. De preciosa estampa, c¨¢rdena capa, abiertos de pitones, sobresale en todos ellos su mirada fija y penetrante, de esas que no sabes si el animal est¨¢ sorprendido ante el traje de luces, escanea al torero o estudia el modo de lanzarlo por los aires. Serios todos ellos, listos, pendientes del vuelo de una mosca, peligrosos cuando expresan dificultad, y sosos en su nobleza.
De todos los toreros, el ¨²nico que de verdad triunf¨® fue el banderillero portugu¨¦s Joao Ferreira, a las ¨®rdenes de Javier Casta?o, que clav¨® sobresalientes pares en los dos toros, ¡ªasom¨¢ndose al balc¨®n de muy astifinos cuernos¡ª, por los que tuvo que saludar entre los v¨ªtores de los tendidos. No es dem¨¦rito para los matadores, pero as¨ª sucedi¨®.
Fernando Roble?o tuvo que echar mano de su veteran¨ªa para solventar su compromiso. El primer toro ten¨ªa la cara de un se?or con toda la barba, tan circunspecto ¨¦l que las pe?as guardaron un espectacular silencio durante la lidia a ver qu¨¦ pasaba; porque su comportamiento ¡ªel del toro¡ª fue ¨¢spero, dificultoso y peligroso en exceso. Un toro, en suma, para hacer sufrir a su lidiador; en este caso un avezado diestro, con sobrado oficio y el conocimiento suficiente para salir indemne de tan comprometido lance. Roble?o lo analiz¨®, comprob¨® el corto viaje del toro, su escasa entrega, su orientaci¨®n creciente y su aspereza, e hizo bien en pasaportalo con rapidez antes de acabar ¨¦l en la enfermer¨ªa. Grand¨®n era el cuarto, pero sin fijeza, sin entrega, con mucha desgana.
Una oreja cort¨® Javier Casta?o, herido en esta plaza el pasado a?o por un toro de este mismo hierro y que, desde entonces, sufre en sus carnes el olvido de las empresas. Serio, tambi¨¦n, el segundo de la tarde, ante el que Casta?o demostr¨® que el alejamiento de las plazas pasa factura. Embisti¨® y repiti¨® el animal con nobleza en la muleta, si bien con escasa calidad, pero el torero lo mulete¨® sin gracia y vulgaridad. Pero mat¨® de una estocada de efectos fulminantes y le concedieron una inexplicable y cari?osa oreja. Muy peligroso el quinto, tanto que el torero se salv¨® de milagro.
Pepe Moral, por su parte, dej¨® claro, otra vez, que es un torero con un fondo extraordinario, pero que no atraviesa el mejor momento. Precioso fue el quite por ajustadas chicuelinas en el primer toro de Casta?o, y de categor¨ªa las tres ver¨®nicas y la media con las que recibi¨® al tercero. Se esperaba, por tanto, una labor de muleta a la altura de su alto concepto y ante un toro que embisti¨® con nobleza. No pudo ser. Hubo un largo pase de pecho, un detalle con la mano derecha, pero poco, muy poco, para lo que el toro merec¨ªa. A Moral le falt¨® compromiso y decisi¨®n para destapar su tarro, que contiene esencia. Pero si mata a la primera pasea con seguridad un trofeo. Lo mismo le pudo ocurrir ante el sexto, noble y soso, al que le rob¨® una tanda de muy templados derechazos. Es decir, que pudo cortar dos orejas y salir a hombros ¡ªno hubiera sido justo¡ª, y no pase¨® ninguna y sali¨® andando.
La corrida del mi¨¦rcoles
Toros de Jandilla, para Diego Urdiales, Sebasti¨¢n Castella y Roca Rey.
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