La isla interior
Las preguntas no dejan de agolparse en la cabeza de un espectador perplejo: ?Puede un director y guionista brillante echar a perder su talento de una pel¨ªcula a otra?
Hay pel¨ªculas que deciden librar arriesgados pulsos con sus espectadores. Cuando, en una secuencia de Serenity, tercer largometraje dirigido por el guionista de largo recorrido Steven Knight, hace su aparici¨®n Anne Hathaway, uno se siente tentado a pensar, maliciosamente, que a la actriz solo le falta llevar un r¨®tulo de ne¨®n sobre la cabeza que subraye a¨²n con m¨¢s estridencia su condici¨®n de arquetipo con patas: aqu¨ª hace su aparici¨®n en escena la femme fatale. Llegados a ese punto, incluso parece veros¨ªmil la sospecha de que la pel¨ªcula responda a un high concept de lo m¨¢s insensato: ?habr¨¢ vendido Steven Knight su proyecto a sus productores dici¨¦ndoles que era la suma perfecta entre Tibur¨®n (1975) y Perdici¨®n (1944)?
SERENITY
Direcci¨®n: Steven Knight.
Int¨¦rpretes: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Diane Lane, Jason Clarke.
G¨¦nero: thriller. Reino Unido, 2019.
Duraci¨®n: 106 minutos.
Las preguntas no dejan de agolparse en la cabeza de un espectador que no puede salir de la perplejidad: ?Se puede pasar de un ejercicio de estilo tan fino como era Locke (2013), ese relato de redenci¨®n en tiempo real con un sobresaliente Tom Hardy al volante, a este c¨²mulo de lugares comunes puntuado por enf¨¢ticos e innecesarios movimientos de c¨¢mara? ?Puede un director y guionista brillante echar a perder su talento de una pel¨ªcula a otra? No cabe la menor duda de que Knight, en este sentido, juega fuerte: en la piel de ese perdedor obsesionado por pescar a un legendario y descomunal at¨²n, Matthew McConaughey sirve todos los tics de actor intenso que a veces ¨Cy esta es una de esas veces- le hacen traspasar el l¨ªmite de lo autopar¨®dico; las pamelas que luce Anne Hathaway est¨¢n a punto de romper la pantalla de sobrepeso connotativo, un trajeado deus ex machina y las sugerencias de que el protagonista tiene una suerte de conexi¨®n ps¨ªquica con su hijo parecen hacer equilibrios sobre la cuerda floja de la insensatez.
Y, sin embargo, Serenity contiene un triple salto mortal narrativo que acaba justificando todos esos elementos disuasorios: una idea que traslada este ejercicio neonoir, donde un veterano de guerra ca¨ªdo en desgracia recibe la tentadora oferta de liquidar al marido maltratador de su expareja, a otros c¨®digos gen¨¦ricos completamente distintos. Las notas emotivas del desenlace abrazan el kitsch, pero la naturaleza an¨®mala de este trabajo de alto riesgo es irrebatible. Y, en efecto, aunque Knight no redondea su jugada, gana el pulso con el espectador que hab¨ªa subestimado, durante buena parte de este relato, la retorcida inteligencia con la que se estaba batiendo.
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