El Juli, el poder de la cantidad

Si el quinto toro no hubiera necesitado los dos descabellos, El Juli corta las dos orejas y sale a hombros. Fue el encuentro de un animal de buena clase y un torero experimentado, t¨¦cnico y dominador. Fue la suya una faena sobrada de recursos, con momentos de mando y categor¨ªa, pero fue tan larga y, a veces, tan superficial, que cuando se perfil¨® para matar ya estaba en el olvido que comenz¨® con un molinete de rodillas, como pago del peaje al sol, y que hab¨ªa continuado por ambas manos, con pasajes de diversa hondura, pero sin arrebato con un toro que merec¨ªa un trato m¨¢s exquisito y profundo que el que protagoniz¨® El Juli, que no tuvo opciones con el segundo.

Es el poder de la cantidad y prueba suficiente de que el propio torero sabe que su obra no ha alcanzado la calidad deseada. Por eso, quiz¨¢, sigui¨® toreando por ambas manos, incansable e insulso tambi¨¦n, y cuando parec¨ªa que estaba dispuesto al punto y final, un circular invertido que fueron tres, ayudados por alto a continuaci¨®n y otro circular antes de montar la espada. Demasiado para el cuerpo. El toreo bueno no necesita los diez minutos que marca el reglamento.

El resto, otra pel¨ªcula. El toreo es un misterio, ya se sabe, y en Pamplona se ha producido otra demostraci¨®n emp¨ªrica. El primer toro de la tarde, bravo en el caballo y de buena condici¨®n y clase en la muleta, y Antonio Ferrera, torero de alta escuela, no se entendieron como debieran; quiz¨¢, porque el diestro busc¨® m¨¢s la filigrana que la hondura. El tercero, manso, complicado en banderillas y de escasa clase, y Pablo Aguado, un artista llamado para altas metas, se conjuntaron en una labor medida, desbordante de sabor, aunque sin alcanzar la categor¨ªa de obra de arte.

¡°Al toro hay que poderle con la cabeza¡±, manten¨ªa el maestro Pepe Luis V¨¢zquez, y ah¨ª, quiz¨¢ estuvo la clave del misterio.

Comenz¨® bien Ferrera y acab¨® mal en ese primer toro. Se luci¨® con cinco airosas ver¨®nicas, ganando terreno en cada una de ellas y finaliz¨® con el descabello, raz¨®n suficiente para perder trofeos en esta plaza. En medio, un toro de calidad y una faena irregular, con destellos de torer¨ªa, sobre todo por naturales, y una buena tanda de muletazos con la mano derecha, pero todo supo a poco. Le pudo m¨¢s, quiz¨¢, el af¨¢n de lucimiento que el mando y la hondura..

Mejor, mucho mejor, ante el cuarto, otro oponente con ribetes artistas, ante el que le funcion¨® m¨¢s la cabeza que el coraz¨®n, y aunque no ahorm¨® una faena maciza y completa, y alarg¨® exceso su labor, dibuj¨® largos naturales, y tuvo detalles de torer¨ªa. Otro torero que opt¨® err¨®neamente por la cantidad. Que no, que no¡­ que no es necesario dar cientos de muletazos para dibujar la emoci¨®n. Si no falla con la espada en un feo metisaca sale tambi¨¦n por la puerta grande.

Debut¨® en San Ferm¨ªn Pablo Aguado, cabeza torera amueblada y, hasta ahora, inteligente conocedor de la importancia del tiempo. Entendi¨® muy bien al esabor¨ªo tercer toro de la tarde, con suavidad en los muletazos, despacio, sin permitir que los pitones alcanzaran el enga?o, y desgran¨® detalles de sabor, empaque y buenas maneras. Mejor toro y con m¨¢s movilidad fue el sexto, con el que anduvo con prisas, menos natural y algo aturrullado. Una labor de buen tono, pero menor. Cosas del misterio, se supone¡­

La nota triste de la jornada es que el diestro Roca Rey no podr¨¢ cumplir este viernes su segundo compromiso en la feria al resentirse de la lesi¨®n que padece en el hombro derecho y que tan mal rato le hizo pasar en la corrida del mi¨¦rcoles. Seg¨²n el parte m¨¦dico, el torero sufre ¡°una braquialgia derecha dependiente de C7 y una tendinopat¨ªa de hombro supraespinoso con derrame¡±.