Bajo un sol salvaje
La sospecha de que Aster est¨¢ un poco embriagado de su propia importancia
Quien recuerde el llanto desgarrador de Toni Collette en Hereditary (2018), primer largometraje de Ari Aster, lo oir¨¢ resonar en el lamento no menos lacerante que emerge del interior de Florence Pugh en el pr¨®logo de Midsommar. Nadie puede discutir el talento del cineasta para representar un dolor tan desbordante que hace palidecer al repertorio de sonidos que el cine de terror convencional reserva a esa emoci¨®n, convirti¨¦ndolo casi en un cat¨¢logo de mec¨¢nicos clich¨¦s sonoros que han perdido hace tiempo su significado. La obertura de Midsommar deja clara que una de las estrategias de Aster se apoya en la dilataci¨®n del tiempo: el modo en que se desgrana la angustia de esa protagonista que ha recibido un mensaje alarmante es de una orquestaci¨®n virtuosa. Todo est¨¢ al servicio de un cierto lugar com¨²n ¨Cno hay protagonista de pel¨ªcula de terror que no cargue con un trauma previo-, pero el modo en que Midsommar explora y desarrolla lo que en otros trabajos s¨®lo es rutinario rasgo de construcci¨®n de personajes provoca un hondo grado de desestabilizaci¨®n en el espectador.
MIDSOMMAR
Direcci¨®n: Ari Aster.
Int¨¦rpretes: Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, William Jackson Harper.
G¨¦nero: terror. Estados Unidos, 2019
Duraci¨®n: 147 minutos.
En Midsommar, Dani, una chica que acaba de perderlo todo, se suma a la expedici¨®n sueca que su pareja y sus compa?eros universitarios emprenden en direcci¨®n a una aislada comunidad movidos, entre otras cosas, por un claro inter¨¦s acad¨¦mico hacia los habitantes del lugar, practicantes de un culto pagano en un entorno con aura de para¨ªso pastoral. En cierto sentido, la pel¨ªcula parece, para bien y para mal, el contrapunto luminoso de Hereditary: si all¨ª asist¨ªamos a la desintegraci¨®n de una familia, aqu¨ª el foco estar¨¢ colocado sobre la desintegraci¨®n de una pareja. Si en una pel¨ªcula dominaba una oscuridad sat¨¢nica, aqu¨ª prevalece una luminosidad p¨¢nica, bajo ese sol sueco que en verano nunca llega a ocultarse del todo. Una de las escenas m¨¢s inolvidables, centrada en un ritual de culminaci¨®n del ciclo vital, extrae oro tanto de su dilataci¨®n temporal como de su cegadora iluminaci¨®n.
No obstante, la l¨®gica del desenlace podr¨¢ resultar redundante a los entusiastas de Hereditary, pese al imaginativo detalle iconogr¨¢fico de esas flores palpitantes. Y la sospecha de que Aster est¨¢ un poco embriagado de su propia importancia tambi¨¦n se abre paso, quedando mucho m¨¢s en evidencia que en su superior opera prima que esto, en el fondo, es una pieza de terror cl¨¢sico que ha sido barnizada de una postmodernidad m¨¢s aparente que realmente medular.
Babelia
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