La intemporalidad del genio
Las nuevas generaciones necesitan ver la obra de Buster Keaton
Cien a?os ri¨¦ndonos justo en los mismos lugares, con exacta imagen, con la misma sucesi¨®n de fotogramas. Gentes de 1918 y de 2018. De todas las edades, una generaci¨®n tras otra, de cualquier lugar del mundo y de todos los estratos sociales. Eso es el arte popular: la universalidad, la intemporalidad. La de Buster Keaton, que en los tiempos contempor¨¢neos de dictadura de la prisa y de la coyuntura parece en peligro de extinci¨®n. Las nuevas generaciones necesitan ver su obra: si lo hacen, su legado no se extinguir¨¢, porque no hay margen de error. Pero, ?d¨®nde ver sus pel¨ªculas? ?C¨®mo entender su importancia, su influencia posterior? Para empezar, con documentales como El gran Buster, de Peter Bogdanovich. Pese a sus carencias.
EL GRAN BUSTER
Direcci¨®n: Peter Bogdanovich.
Intervienen: Mel Brooks, Bill Hader, Carl Reiner, Quentin Tarantino.
G¨¦nero: documental. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 102 minutos.
Bogdanovich, que desde que se le sec¨® la creatividad tras una maravillosa serie inicial con cuatro pel¨ªculas formidables consecutivas (El h¨¦roe anda suelto, The last picture show, ?Qu¨¦ me pasa, doctor! y Luna de papel), estrenadas entre 1968 y 1973, ha ido adquiriendo casi m¨¢s fuerza como te¨®rico que como director de ficci¨®n, tanto en el documental como en sus ensayos y libros de entrevistas, ha compuesto en El gran Buster lo que podr¨ªa denominarse como el gran t¨ªtulo did¨¢ctico. Claro, conciso, ordenado. Tambi¨¦n convencional, sin imaginaci¨®n, un tanto perezoso en cuanto a su narrativa. Una buena clase de un profesor que lleva demasiados a?os impartiendo conocimientos y al que ya le dan igual las formas mientras el fondo se entienda.
Narrado por el propio Bogdanovich, con el apoyo de diversas entrevistas actuales con gente que lo conoci¨® personalmente, artistas a los que influy¨® y alguno que simplemente pasaba por all¨ª, El gran Buster circula en orden cronol¨®gico desde sus inicios teatrales siendo un ni?o, recibiendo escobazos de su padre sobre las tablas, hasta el esencial homenaje a su obra en el Festival de Venecia de 1965, unos meses antes de su muerte. Con una ¨²nica correcci¨®n en ese orden progresivo: consciente de que el declive fue largo y prolongado, Bogdanovich prefiere saltarse su ¨¦poca gloriosa, los diez largometrajes creados a lo largo de los a?os 20, para recuperarlos en la clim¨¢tica parte final. Nada que objetar, salvo por su descuidada narrativa textual: ¡°Esos momentos los recuperaremos m¨¢s tarde¡¡±.
Sin embargo, como no pod¨ªa ser de otro modo, la elecci¨®n del material de las pel¨ªculas de Keaton expuesto en el documental siempre es perfecta. Bodganovich, que aunque no se diga en El gran Buster homenaje¨® al genio del cine mudo en diversas secuencias de ?Qu¨¦ me pasa, doctor!, entroncando con unas im¨¢genes del carnaval chino en El cameraman (1928) y con una persecuci¨®n en moto de El moderno Sherlock Holmes (1924), es un especialista en la obra del genio del cine mudo, y se nota. Y adem¨¢s su pel¨ªcula tiene otra gran virtud, quiz¨¢ la m¨¢s novedosa, por ser la m¨¢s desconocida: el pormenorizado an¨¢lisis de esas d¨¦cadas de (supuesta) decadencia de Keaton, refugiado en la publicidad, la televisi¨®n y en papeles menores en cine.
Y ahora, a descubrir El maquinista de la general, Siete ocasiones, El navegante, El colegial, La ley de la hospitalidad y dem¨¢s obras maestras. Y hasta la pr¨®xima generaci¨®n.
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