No tengo edad
La pel¨ªcula da toda una lecci¨®n a quienes insisten en sostener esa falacia de que lo que se impone es un nuevo puritanismo y un irrespirable recorte de libertades
Hacer coincidir en un mismo plano a tres menores de edad con un heterog¨¦neo surtido de juguetes sexuales no parece, a priori, la f¨®rmula m¨¢s prudente para una comedia veraniega de vocaci¨®n familiar. La variante de incorporar drogas a la ecuaci¨®n ¨Crayas de coca¨ªna y pastillas de ¨¦xtasis- no promete un horizonte m¨¢s ben¨¦volo. Y, sin embargo, Chicos buenos, primer largometraje dirigido por Gene Stupnitsky, realizador formado en el equipo de la serie The Office, versi¨®n americana, es una pel¨ªcula capaz de proporcionar toda una lecci¨®n a quienes insisten en sostener esa falacia de que, en tiempos de cambio colectivo de sensibilidad (ellos hablan de correcci¨®n pol¨ªtica), lo que se impone es un nuevo puritanismo y un irrespirable recorte de libertades (de expresi¨®n). En definitiva, esa monserga en torno a que ya no se puede bromear libremente sobre nada, cuando, en realidad, lo que ha ocurrido es que determinados chistes hom¨®fobos, machistas y racistas han rebasado m¨¢s que ampliamente su fecha de caducidad. Chicos buenos es una pel¨ªcula profundamente moral (que no moralista), pero, en el cumplimiento de su luminosa misi¨®n, se toma la libertad de romper varios tab¨²es de representaci¨®n¡ y sin que el m¨²sculo c¨®mico se resienta.
Chicos buenos
Direcci¨®n: Gene Stupnitsky.
Int¨¦rpretes: Keith L. Williams, Jacob Tremblay, Brady Noon. Molly Gordon.
G¨¦nero: comedia. Estados Unidos, 2019
Duraci¨®n: 89 minutos.
Entre el equipo de producci¨®n de Chicos buenos aparece el nombre de Seth Rogen, el ide¨®logo de esa interesante pel¨ªcula-trampa que fue La fiesta de las salchichas (2016) de Greg Tiernan y Conrad Vernon, un trabajo que se complac¨ªa en camuflar un imaginario pornogr¨¢fico y polit¨®xico bajo las formas de la animaci¨®n digital dirigida al espectador infantil. Chicos buenos juega a rebajar la edad media de los protagonistas de las comedias de instituto para contar una historia de descubrimiento e iniciaci¨®n en la era del #Metoo y de las campa?as anti-acoso escolar.
De un modo similar a lo que propon¨ªa la reciente S¨²per empollonas (2019), la pel¨ªcula aprovecha el cambio de paradigma para hablar de algo muy pertinente: en este caso, el conflicto a la hora de encajar en viejos patrones de tres pre-adolescentes que, por formaci¨®n, parecen los embriones de tres formas distintas de lo que se podr¨ªan llamar las nuevas masculinidades. Buena parte del sentido del humor parte de la incapacidad de ese tr¨ªo de antih¨¦roes para descifrar objetos y situaciones extra¨ªdos del imaginario adulto vieja escuela, pero, a diferencia de La fiesta de las salchichas, esta pel¨ªcula no s¨®lo busca complacer al espectador adulto af¨ªn al doble lenguaje.
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