Homenaje en fotos a los antiguos esclavos africanos
El franc¨¦s Charles Fr¨¦ger retrata en el libro ¡®Cimarr¨®n¡¯ los ritos que se celebran en honor a los que fueron privados de su libertad y llevados a Am¨¦rica
Fueron arrancados de su tierra, encadenados; se les envi¨® hacinados en barcos para ser vendidos como objetos y usados como esclavos. Las penas por la vida perdida les empujaba a recordar sus ritos y tradiciones. De aquella verg¨¹enza de la humanidad que fue la esclavitud en Am¨¦rica quedaron en el recuerdo de sus descendientes unas ceremonias que hoy siguen practicando para honrar a sus ancestros, ataviados como ellos lo hac¨ªan. El fot¨®grafo franc¨¦s Charles Fr¨¦ger, de 44 a?os, ha pasado los ¨²ltimos cuatro rastreando por toda Am¨¦rica esas celebraciones, hasta configurar un aut¨¦ntico ensayo antropol¨®gico con su libro Cimarr¨®n. Libertad y mascarada (editorial RM). Los cimarrones eran los esclavos huidos a los montes para recuperar su libertad.
La idea del libro, de 276 im¨¢genes poderosas, llenas de color y luz, surgi¨® de uno que recibi¨® Fr¨¦ger sobre los indios de Nueva Orleans. "Vi que homenajeaban a quienes hab¨ªan ocultado a esclavos fugitivos en el siglo XIX", cuenta el fot¨®grafo por correo electr¨®nico. "Fui a visitarles y me hablaron de sus v¨ªnculos con tradiciones africanas. Me interes¨® y empec¨¦ a buscar m¨¢s representaciones de este tipo, porque hab¨ªan supuesto una forma de resistencia". Un largo periplo que le llev¨® por Rep¨²blica Dominicana, Hait¨ª, Cuba, Brasil, Per¨², Colombia, Panam¨¢, Guatemala, M¨¦xico, sur de Estados Unidos¡ "Los cimarrones son figuras heroicas en numerosos carnavales, significan el emblema del hombre libre".
La muse¨®loga e investigadora de arte Ana Ruiz Valencia pone el foco hist¨®rico a estas mascaradas y ceremonias. "Como a los esclavos no les dejaban leer ni escribir, se expresaban a trav¨¦s de su cuerpo e intentaban que sus creencias y religiones sobrevivieran a su situaci¨®n", explica en uno de los textos que acompa?an a las im¨¢genes de Cimarr¨®n. "Elaboraban sus trajes con sedas y algodones en vivos colores a los que a?ad¨ªan hojas, plumas y emblemas de su esclavitud, como cuerdas, palos, machetes¡". Entre los siglos XVI y XIX, "se estima que fueron 12 millones los africanos enviados a Am¨¦rica. Los que consegu¨ªan huir de su cautiverio se un¨ªan a los ind¨ªgenas o formaban peque?as comunidades", a?ade.
Por las p¨¢ginas del libro desfilan, en memoria de los antiguos esclavos africanos, hombres vestidos de esqueletos; otros con los cuerpos pintados; los diablicos sucios de Los Santos (Panam¨¢), las vestimentas multicolor de los lechones de Santiago de los Caballeros y los hombres ba?ados en barro de Bonao (ambos ritos en Rep¨²blica Dominicana); o los negritos de Huayllay (Per¨²), entre otros muchos. Un ap¨¦ndice final del libro incluye ilustraciones y textos de todos los tipos representados para explicar su origen.
De la parte fotogr¨¢fica llama la atenci¨®n los fondos de los retratos, casi siempre la naturaleza, ya sea vegetaci¨®n, agua o arena. A Fr¨¦ger le gustaba mostrar a los elegidos "en su entorno cercano; son unos paisajes que al haber estado menos sometidos al cambio que las ¨¢reas urbanas, revisten un car¨¢cter inmutable".
Una vez seleccionados el decorado y el protagonista, Fr¨¦ger se tomaba su tiempo para cada toma. "Ten¨ªa muchos encuentros, me ve¨ªa con los protagonistas, hablaba con ellos... Mi estilo est¨¢ alejado de la realizaci¨®n instant¨¢nea", se?ala. Un m¨¦todo que, describe, "se alimenta de una mezcla de investigaci¨®n e intuici¨®n".
En esas numerosas entrevistas hall¨® un denominador com¨²n, "el orgullo de pertenecer, aunque la mayor¨ªa tiene una visi¨®n poco dogm¨¢tica de sus tradiciones". "Puede parecer parad¨®jico, pero muchos miembros de estas comunidades no siempre conocen bien las historias que hay detr¨¢s, participan por un impulso vital¡±. Adem¨¢s, los a?os y los cambios sociales han propiciado que "en estas mascaradas haya un cruce de culturas, porque han recibido influencias, como las de los colonos europeos, las de los indios y los descendientes de esclavos". Todas se sumaron a unos modos de vida que llevaron consigo a sus dioses cuando tuvieron que cruzar a la fuerza el Atl¨¢ntico rumbo a ?frica.
Retratista de grupos sociales
Charles Fr¨¦ger, fot¨®grafo franc¨¦s que reside en Rouen, ha cultivado en su trayectoria el gusto por radiografiar a variopintos grupos sociales, desde majorettes, a luchadores de sumo u obreros metal¨²rgicos. Un precedente de lo que ahora muestra en Cimarr¨®n fue, en 2012, Wilder Mann, libro en el que mostr¨® ritos paganos en suelo europeo ¡ªincluidos los de localidades de Burgos, Navarra y Cantabria¡ª, en los que las personas se disfrazan de bestias diab¨®licas o animales.
Babelia
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