¡°Vivimos en el reino del odio y el desprecio¡±
Philippe Lan?on, escritor superviviente de la matanza de ¡®Charlie Hebdo¡¯, publica ¡®El colgajo¡¯
A las 11.24 de la ma?ana del 7 de enero de 2015, Philippe Lan?on era a¨²n un periodista que sal¨ªa ligeramente malhumorado de una reuni¨®n de Redacci¨®n en el semanario en el que colaboraba, el sat¨ªrico Charlie Hebdo. Ten¨ªa en la cabeza una idea para un art¨ªculo sobre la ¨²ltima adaptaci¨®n de Noche de Reyes y el peso de su inminente entrevista a Michel Houellebecq. Un minuto, dos, puede que tres despu¨¦s, era uno de los 11 supervivientes del atentado que cost¨® la vida a 12 de sus colegas. Le faltaba un tercio de la cara, trozos de brazos, se hab¨ªa encogido en un rinc¨®n, abr¨ªa de vez en cuando el ¨²nico ojo que pod¨ªa abrir y o¨ªa, con toda claridad, la respiraci¨®n de un hombre que a¨²n, pensaba, pod¨ªan rematarlo. Hab¨ªa sentido los disparos y los gritos de ¡°Allahu Akbar¡± que lanzaban los islamistas. Un segundo antes, todo iba bien. Su vida segu¨ªa siendo su vida. Un continuo de cientos de cosas. Al siguiente, todo se hab¨ªa detenido, flotaba en alg¨²n lugar entre los vivos y los muertos. No le dol¨ªa nada, solo notaba peque?as piedras en la boca. Eran 13 de sus dientes. Uno de los disparos le hab¨ªa volado parte de la mand¨ªbula.
Al milagro de la supervivencia le siguieron nueve meses de hospital, 17 operaciones, un traqueteante VAC ¡ªun suced¨¢neo de mand¨ªbula que no le imped¨ªa babear y que a veces se atascaba¡ª, dolor y la sensaci¨®n de despertar cada d¨ªa en su cama de s¨¢banas limpias, la ma?ana del 7 de enero, cuando a¨²n era el otro Philippe Lan?on. La ruptura del continuo temporal que supuso el atentado sumi¨® al periodista en un magma existencial que ha vertido en El colgajo (publicado por Anagrama en castellano y Angle Editorial en catal¨¢n), un libro que fue ¡°todo un espantoso ¨¦xito¡± en Francia, y llega a Espa?a como uno de los t¨ªtulos destacados del oto?o.
Primero busc¨® maneras de haber evitado el desastre, viajando incluso a su anterior vida como corresponsal de guerra: ¡°En mi caso, todo empez¨® en Bagdad¡±, se dec¨ªa, porque ?hubiera estado aquel d¨ªa en Charlie Hebdo si no hubiera abandonado jam¨¢s Bagdad? As¨ª, indag¨® en los distintos philippes lan?ons que precedieron al superviviente: el ni?o de siete a?os, el estudiante de 22, el a veces engre¨ªdo periodista de 40, y les hac¨ªa decirle: ¡°No, no nos hemos ido a ninguna parte, seguimos aqu¨ª contigo, vivos¡±.
El tiempo detenido
El libro es a la vez una cr¨®nica, una desordenada memoria y un estudio improvisado de la forma en que el cerebro de un narrador funciona cuando la narrativa vital se detiene. ¡°Proust habla del tiempo perdido, porque nunca baj¨® de la locomotora del tiempo, escribi¨® desde la fluidez, desde el continuo. El atentado interrumpi¨® mi mundo. Y despu¨¦s, naci¨® un nuevo yo. No renac¨ª. Nac¨ª de nuevo¡±, ha dicho este martes el escritor en una entrevista en Barcelona.
Luce una no muy poblada barba. Tiene la mand¨ªbula ligeramente desencajada, pero nada demasiado fuera de lo normal. Habla en un fluido espa?ol y de vez en cuando hace casta?etear los dientes. ¡°Desde el atentado tengo la sensaci¨®n de que el tiempo es una espiral, que la vida es circular, que volvemos una y otra vez a pasar por el mismo sitio, pero nunca es exactamente el mismo sitio¡±, dice. Ya no viaja custodiado, aunque cada nuevo atentado lo pone todo en marcha otra vez. ¡°Es una epidemia y se acabar¨¢. Ha ocurrido antes en la historia de la humanidad. Es como un virus que se adapta a cada pa¨ªs, pero que terminaremos por exterminar¡±, asegura, sentado en un mullido sof¨¢ de un hotel. Cuando Francia sali¨® a la calle despu¨¦s del atentado de Charlie Hebdo, ¡°en la mayor manifestaci¨®n desde 1945¡±, recuerda, ¨¦l habitaba, dice, su propia ficci¨®n, que empezaba y acababa en su habitaci¨®n de hospital, donde una parte de ¨¦l sigue instalada a¨²n hoy, mentalmente. ¡°Con el tiempo me di cuenta de lo bonito que fue, entonces no entend¨ªa nada¡±. Le asusta c¨®mo han cambiado las cosas desde entonces. ¡°Aquello fue un movimiento afectivo, que solo reclamaba una sociedad libre, y no culpaba a nadie. Hoy las cosas han cambiado. En cualquier tipo de movimiento hay una violencia pol¨ªtica muy fuerte. Vivimos en el reino del odio y el desprecio¡±.
Ser una v¨ªctima, asegura, le ense?¨® a desconfiar del papel de la v¨ªctima. ¡°Las v¨ªctimas no somos vacas sagradas, tambi¨¦n cometemos errores y debemos hacerlo¡±. Teme ¡°el paisaje en ruinas¡± que observa cuando mira su pa¨ªs y, por extensi¨®n, Europa. ¡°En Francia hay un odio irracional a Macron por un lado, y por otro, tenemos a izquierda y derecha divididas, casi por completo destruidas, y a la extrema derecha a las puertas del poder, es dantesco¡±, se?ala. Habla de Houellebecq, al que se qued¨® sin entrevistar entonces, de su figura, tan poderosa el d¨ªa previo y el mismo d¨ªa de la masacre ¡ªacababa de publicarse Sumisi¨®n, Charlie Hebdo le hab¨ªa dedicado la portada¡ª, de su car¨¢cter premonitorio. ¡°Le vi en una ocasi¨®n, en mi primer acto social despu¨¦s de la convalecencia¡±, dice. Houellebecq le solt¨®, misterioso, un vers¨ªculo de Mateo que dice ¡°Y los violentos lo arrebatan¡±.
Durante mucho tiempo despu¨¦s del atentado, mientras esperaba a que el continuo de su nueva vida volviese a coger velocidad, Lan?on pas¨® miedo. No se atrev¨ªa a subirse al metro por miedo a encontrarse con un ¨¢rabe y pensar todo tipo de cosas horribles. ¡°Ten¨ªa la sensaci¨®n de que se iba a hacer estallar o iba a empezar a disparar¡±. ?Qu¨¦ hizo para luchar contra eso? ¡°No bajarme. Todas las veces que sub¨ª y me encontr¨¦ con un ¨¢rabe, lo miraba y ten¨ªa la sensaci¨®n de que ¨¦l me miraba y que en cualquier momento iba a pasar cualquier cosa. Pero no me mov¨ªa. Y nunca pasaba nada. Una vez o¨ª a un miembro de la mafia hablar sobre el miedo y decir que claro que ten¨ªa miedo, pero que tambi¨¦n era valiente. Que no pod¨ªas no serlo porque si no lo eras el miedo te devoraba. El miedo es una enfermedad. La principal contra la que debes luchar despu¨¦s de un atentado¡±, relata. ?Y ha acabado con ¨¦l? ¡°S¨ª, ya no tengo miedo. Vuelvo a ser libre¡±.
Babelia
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